
VIERNES 01/07/2023
Quedamos con Mili y Octavio, nuestros amigos argentinos, a las 10 en su hotel, llamado Casa do Amarelindo, que está en pleno Pelourinho. El alojamiento era preciosos, con amplias habitaciones y buen desayuno, el problema, como ya comenté, es que el barrio se transforma por la noche y se vuelve muy inseguro. Pedimos por tanto un taxi para ir desde nuestro apartamento al centro al Pelourinho. El camino en el Uber fue complicado, pues pasamos por algún barrio que metía bastante pavor (de hecho decidí cerrar la ventanilla en el momento en que atravesamos un pequeño mercado callejero con calles muy estrechas, mucha basura y gente pasando muy cerca con bastante mala pinta), pagando 19’95/3’78€.

Cuando llegamos al hotel Mili nos dio dos alfajores de chocolate que había traído de Argentina, riquísimos y además nos vinieron bien porque no habíamos desayunado. Desde el hotel de nuestros amigos nos dirigimos hacia el bario de Santo Antonio alem do Carmo, pero todas las banderas del Pelourinho habían desaparecido, pues la fiesta del Forró ya había terminado (una pena porque el barrio estaba realmente bonito).

El barrio de Santo Antonio resultó ser la zona más bonita y cuidada de la ciudad (de hecho estaban en obras, enterrando los cable sede la electricidad, detalle que mejora enormemente las vistas, así como pintando casas). Había preciosas casitas pintadas de distintos colores, con muchísimo encanto. No vimos ningún turista pero el barrio parecía de lo más tranquilo que vimos durante nuestro viaje, con numerosos bares preciosamente decorados (nos recomendaron de hecho el Café Antique Pisco pero no llegamos a entrar).

Una vez que llegamos al Fuerte de Santo Antonio entramos gratis, pues sólo había que facilitar los datos personales al amable guardia de la entrada. En su interior albergaba una pequeña exposición de capoeira y la sede de varias escuelas. El guardia nos dijo que por las tardes (más o menos de 19 a 21) suelen entrenar los alumnos de las distintas escuelas y se les puede ver, que salen al patio y ensayan entre ellos, que debe de ser algo digno de ver por su espectacularidad.


De vuelta al Pelourinho pasamos por delante del Convento do Carmo y de casualidad decidimos entramos a verlo; resulta que había visitas guiadas por 5R/0,95€ por persona así que nos animamos. El guía era un hombre laico llamado Leandro que nos hizo una estupenda visita guiada por todas las estancias del edificio, mostrándonos diversas capillas, la Virgen Negra, el Niño Jesús de Praga, un órgano al parecer construido por la misma empresa que el de Nôtre Dame, numerosos símbolos masónicos, sala de reuniones con techos tallados al estilo mozárabe, etc. Según nos explicó, en ese momento vivían en el convento todavía curas, monjas de clausura y laicos.

Desde una ventana lateral con bonitas vistas nos explicó cada iglesia y zona de la ciudad, muy interesante. También llamó nuestra atención varias imágenes que disponían de falsos fondos bajo los hábitos con el fin de traficar con diversas mercancías, así como el Cristo de Francisco Xavier das Chagas, del Siglo XVIII, con 2000 rubíes que hacen de gotas de sangre, una espectacular obra de una sola pieza (pero con llamativos hombros de cuero para poder bajarlo de la cruz y tumbarlo de cara a sacarlo en procesión). Según nos explicó Leandro, dicen las malas lenguas que fue obra de un esclavo…

Vimos también el tesoro y las catacumbas con sus letrinas, pues al parecer había toda una serie de túneles bajo la ciudad que conectaban las iglesias por debajo, que con los años el Estado decidió tapiar. Desde la cripta había más vistas de la ciudad, hacia la parte trasera del convento. Una visita muy interesante, de hecho le dejamos a Leandro 40R de propina.
Volvimos al Pelourinho y, como aún era un poco pronto para comer, tomamos algo en un bar muy chulo que además ofrecía música en directo, Donna Pimenta, donde pedimos un par de cervezas para los chicos, acai con plátano para Mili y una caipirinha para mí (63R/12€). Decidimos comer en el Restaurante Escola Senac, que estaba en el Largo do Pelourinho, a pocos minutos de Donna Pimenta. Según leímos se trataba de un bufé libre con una gran variedad de platos típicamente bahianos, principalmente moquecas. El precio, 75R/14’26€ por persona, incluía toda la comida que uno quisiera y café, pagando las bebidas apare.

El local resultó ser bastante elegante, con camareros vestidos al estilo clásico, que se afanaban por atender a los clientes con todo el rigor posible (entiendo que estaban haciendo prácticas) Había oquecas de calamar, huevos, bacalao, osras, mejillones, gambas, raya, cangrejo/siri, ,etc. Además numerosas guarniciones como feijoada, faroja, arroz, verdura, pasta, etc sí como varias carnes, acarajé (pero no nos gustó mucho), etc. Para beber pedimos varias botellas de agua (85 céntimos) y cervezas (1’7€), pagando por nosotros dos finalmente 31’3€. Tengo que decir que la comida no estaba mal pero tampoco era para tirar cohetes.

Tras la comida quedamos en el Hotel Fasano con Nacho, un español que trabajaba en Salvador, con el que nos había puesto en contacto un amigo en común. De camino al punto nos encontramos de casualidad una escuela de música para menores que estaba tocando varios tambores en la calle, fue genial (podéis ver un vídeo corto pinchando aquí).

Nacho se presentó en su coche, al que nos subimos los cuatro, y nos llevó a dar una vuelta por Salvador y alrededores. Primero nos llevó por la Ribeira hasta la Punta de Humaitá, un lugar precioso para ver la puesta de sol, cero turístico. Nos dimos un paseo por la la zona, observando a los locales, que pescaban, disfrutaban con sus familias, del estupendo atardecer, etc (podéis ver un pequeño vídeo aquí).

Luego Nacho nos llevó hasta el Faro de Itapúa pero cuando llegamos ya era noche cerrada así que poco pudimos ver ya. Volvimos a Río Vermelho tras una buena vuelta en coche por los principales barrios y puntos de interés de Bahía, pues Nacho llevaba allí dos años y conocía bien la ciudad. Tras la ruta nos llevó a cenar a Casa da Tereza, un local precioso que pertenece a una cocinera bastante conocida en la zona, con comida exquisita y precios bastante razonables, pues pagamos poco más que en Odoyé pero con más platos y más rico; además había música en directo gracias a un pianista que tocaba en el local. Esto fue lo que pedimos:
-para compartir entre los seis de primero Aipim con queso frito y Combinado de fritos: rellenos de pollo, feijoada, camarón, verdura, etc.
-de segundo un plato para cada uno:
-Pescado del día con verduras para Nacho
-Costillas para Mili y Octavio
-Pernil de cordero para Pelayo
-Frijoles verdes con carne, arroz y plátano para mí
Para beber tomamos cerveza, agua, café (que venía acompañado de unos riquísimos minialfajores), pagando por lo de nosotros dos 292R/56€. Tras la animada cena Nacho nos dejó en nuestro apartamento de Río Vermelho, pues le cogía de camino, y en el Centro Comercial de Borra a Mili y Octavio para que cogiesen un taxi que les dejó en la misma puerta de su hotel.
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