
He de decir que antes de decantarnos por este destino nos informamos, como siempre, un poco sobre el país. Leímos que Costa Rica posee una de las democracias más consolidadas de América, además de haber eliminado el Ejército en 1948. Se trata de uno de los países más seguros de América Latina, sólo superado por Chile y Uruguay. Ocupa el primer lugar en el Índice del Planeta Feliz y está acuñado como el más verde del mundo.
Tienen un territorio muy montañoso, con 1290 km de costa, con una posición estratégica para poseer una gran diversidad biológica. Costa Rica abarca el 0.03% de la superficie terrestre mundial pero posee el 6% de la biodiversidad del planeta (siendo el país del mundo con mayor biodiversidad por kilómetro cuadrado). Casi el 50% del país está cubierto de vegetación, contando con más de 10.000 especies de plantas, más de 200 de mamíferos (puma, jaguar, venado, monos, armadillos, etc), más de 800 de aves (quetzal, colibríes, yigüirro que es el ave nacional, etc), casi 200 de anfibios, casi 300 de reptiles y 130 de peces de agua dulce. Hay más de 1.000 especies de orquídeas, principalmente en la región de Monteverde. Además son famosas sus playas, aunque nosotros no somos muy playeros. Desde el punto de vista arqueológico se quedaba un poco corto, nada que ver con Perú, a donde habíamos viajado el año anterior.
MIÉRCOLES 24 DE SEPTIEMBRE 2014
A las 10:20 embarcamos en el segundo avión, un Airbus 360 bastante antiguo que nos llevaría directamente a San José. Al rato nos dieron de comer: de primero Ensalada, de segundo Pollo al chilindrón, bastante bueno, y Bizcocho de postre. Había sólo unas tres o cuatro teles comunes en todo el pasillo para ver las películas, en vez de una pantalla para cada pasajero. Esto hizo que de las películas que iban echando no consiguiese ver ninguna entera, pues me quedaba dormida a ratos. Después nos dieron la merienda (un sándwich de queso y jamón), y más tarde cena fría (bocadillo de queso y jamón, un kit-kat, dos palmeritas, un yogur).
El trayecto no llegó a las supuestas 11 horas debido a que había viento de cola, así que aterrizamos en San José sobre las 13:15h. Allí había un montón de gente en la puerta que ofrecía a gritos taxis, hoteles, excursiones, etc. Al rato se nos acercaron dos hombres (uno mayor de bigote y pelo blanco, otro moreno de pelo largo) y resultaron ser ellos los que tenían que recogernos, pero tuvimos un momento de duda, pues yo no sabía el nombre de la Agencia en Costa Rica, ya que el viaje lo había comprado en Logitravel y tampoco nos habían informado exactamente de quién vendría a buscarnos. La Agencia se llamaba TRAVELTINO-VIAJES SIN FRONTERAS. Nuestro grupo estaba compuesto de 14 españoles, que fueron llegando poco a poco. Cuando estuvimos todos llamaron al conductor del minibús, que tardó un poco en aparecer con el vehículo.
El señor de pelo largo oscuro se encargó de subir las maletas al bus y luego nos pidió una propina pero no le dimos nada porque sólo llevábamos billetes de euros, el de mínimo valor era de 20 y nos parecía demasiado. Esto era el primer indicio de lo que nos íbamos a encontrar… Como decía, llevamos un fajo de euros que fuimos cambiando a COLONES poco a poco en Costa Rica, a medida que íbamos necesitando. Sin embargo otra opción era llevar dólares americanos ya cambiados desde España, pues los aceptan en todos lados. El guía nos dio los primeros consejos para no tener problemas en el país (cambiar en los bancos y no en las casas de cambio, tipo de corriente eléctrica, etc.).
Nos dejaron en el HOTEL BALMORAL, que estaba en pleno centro de San José, en la Avenida Central. Lo que vimos de la ciudad durante el trayecto de autobús no nos cautivó. Dejamos las maletas en el cuarto 412, que estaba bastante bien, y salimos a la calle para cambiar dinero. Los bancos cerraban sobre las 15:30 pero hay alguno, en grandes núcleos, que aguanta hasta las 18h, y menos mal porque llegamos con poco tiempo de margen. Cambiamos 200 euros en una sucursal de SCOTIABANK, entregándonos 137.570 colones (cambio: 1euro=687.85 colones) y por fin vimos los preciosos billetes costarricenses, con fauna y flora típica del país (tiburón toro, monos de cara blanca, perezosos, venados, etc.).

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