La Ribeira Sacra es, en mi opinión, la zona más bonita y con más encanto de Galicia. Desde hace tiempo la visitamos al menos una vez al año por lo que voy a juntar en este diario entradas de varios años para que la información esté disponible en un solo sitio. Por lo tanto uniré dos diarios, uno de 2020 y otro de 2021, con información de visitas posteriores.
JUEVES 30 ENERO 2020
Teníamos cuatro días libres, de jueves a domingo, por lo que decidimos hacer una visita a Ribeira Sacra, con el fin de conocer la zona más a fondo. Quizás Enero no era la mejor época para visitar la zona, pues los catamaranes no estaban en funcionamiento, muchas de las bodegas estaban cerradas o en obras, algunos restaurantes descansaban, etc., sin embargo los colores todavía otoñales del paisaje sí merecieron la pena.
Nos levantamos sobre las 9, preparamos las maletas, cogimos el coche y pusimos rumbo hacia Ribeira Sacra. Pasamos por Ribadavia y Orense, decidiendo hacer la primera parada en el Monasterio de San Pedro de Rocas.
Ribeira Sacra es conocida por su concentración en monasterios, cuestión que se debe a que en la zona dominaron las órdenes benedictinas y cistercienses, alcanzando su máximo esplendor en la época medieval.
Gracias a las órdenes religiosas se escribieron libros y todo tipo de documentos, se empezaron a trabajar las tierras vírgenes para la ganadería y agricultura, promoviendo el cultivo de la vid. Actualmente la DO Ribeira Sacra se compone de cinco subzonas: Chantada, Ribeiras do Sil, Ribeiras do Miño, Amandi y Quiroga-Bibei.
El camino hasta el Monasterio de San Pedro de Rocas atraviesa un pequeño bosque que es precioso. Aparcamos y paseamos primero por el entorno de las construcciones, subiendo escaleras y piedras llenas de musgo para luego visitar el museo que alberga en su interior, gratuito.
Al parecer la construcción religiosa inicial consistía en varias capillas excavadas en la roca, del año 573dC, por lo que se trata del monumento cristiano más antiguo de Galicia. Sin embargo el origen de la construcción se debe a tres capillas trogloditas. El aspecto actual se remonta al siglo XII y, de hecho, hay todavía restos de pinturas únicas.
El museo se encuentra en la Casa Prioral, que data del Siglo XVII y que probablemente sustituyó al monasterio primitivo, el cual desapareció debido a un incendio. Podréis ver mapas, objetos típicos de oficios antiguos, información sobre los monasterios de la zona y sus monjes, un vídeo muy interesante que resume la historia del lugar, etc. Por cierto, el hombre que había en recepción (única persona que vimos por el lugar durante toda la visita) nos dio mapas e información de la zona que nos vinieron muy bien. Os dejo aquí los horarios de apertura del Monasterio.
En 2024 hicimos esta misma ruta, parando en el Mirador de Vilouxe, que es precioso. Hay que dejar el coche aparcado en una zona que ya está marcada y caminar unos diez minutos. Primero se pasa entre las casas del pueblo, muchas abandonadas, para luego pasar a zona de vegetación. Finalmente aparece el grandioso meandro del río Sil.
Continuamos hasta el Mirador del Castro, que está anunciado en la carretera. Dejamos el coche en el aparcamiento y caminamos por una zona preciosa durante 5-10 minutos hasta las piedras más altas.
Desde allí se divisa el Monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil y el río. La imagen era bien bonita, me imagino que en un día despejado debe de ser impresionante.
A continuación ajamos en coche hasta el monasterio, emocionados porque era precioso, pero resulta que estaba cerrado por obras hasta finales de febrero 2020.
Continuamos por la carretera y de repente nos topamos con el impresionante Mirador de Cabezoás, qué pena de mal tiempo…
En nuestro viaje de 2024 visitamos otro mirador que está por la zona, llamado Mirada Máxica, que está al lado de un Restaurante que se llama igual. Tiene una característica y es que dispone de dos pasarelas en el aire por lo que se pueden sacar muy buenas fotos.
Como ya era la hora de comer decidimos ir hasta Castro Caldelas por la ruta más corta, que es pasando por Teimende y bajando hacia el sur (en vez de bordear los cañones del Sil, que preferimos dejar para más adelante con mejor tiempo). Apenas vimos ninguna tienda, bar o restaurante por estas carreteras, pues se trata de pueblecitos muy pequeños.
En Teimende está la Casa Museo del Chocolate, que estaba cerrada, pero había un teléfono de información turística en la puerta: 689683713 (también aparecía en los panfletos el del Concello de Parada de Sil: 988208010). Al parecer se exponen objetos que pertenecían a la Fábrica de Chocolates Caldelas, que fundó la familia Casares en los años 30. Tras medio siglo de funcionamiento acabó quebrando por la introducción en el mercado de los sucedáneos de cacao, que abarataron los precios. Al parecer se exponen objetos y maquinaria de la época como tostadoras, descascadoras, molinos, mezcladoras, etc.
Justo al lado de este Museo estaba otro lugar interesante, Ecos da pedra, que es una destilería que elabora licores artesanales. Muy cerca de Teimende, y antes de llegar a Castro Caldelas, se encuentra el Castaño Milenario de Entrambosríos, que visitamos en 2024, y que bien merece la pena una parada.
Está incluido en el Catálogo de Árboles singulares de Galicia y es que es una maravilla. Con unos 15 metros de altura y unos 700 años, se encuentra en una zona en la que se unen dos preciosos riachuelos. Rodeado de castaños también muy antiguos (probablemente descendientes), sequeiros y molinos, recuerda a una escena de cuento. Recuerda al pasado de la zona, donde se recogían las castañas y se secaban para guardarlas para épocas más duras.
Paramos en el primer restaurante que encontramos, llamado Valilongo, pues ya eran las 15:30, y menos mal porque ya no cogieron a más comensales después de nosotros. Resultó ser un lugar con comida casera y servicio amable, todo un acierto. Tomamos el menú del día, por 10€, que incluía dos platos a escoger, postre, bebida y café. Esto fue lo que pedimos:
-un plato de entremeses de primero para cada uno
-codillo de segundo para Pelayo
-albóndigas de segundo para mí
-flan de café y mus de queso con frutas de postre
En 2024 hicimos una última parada antes de llegar a Castro Caldelas, en el Monasterio de San Paio de Abeleda, que está abandonado.
La llegada al edificio se hace a través de unos caminos muy estrechos y con piedras, nos costó llegar con nuestro coupé puesto que es bastante bajo. El edificio está en un valle rodeado de viñas, y no se puede acceder al interior. Es una pena que esté en ese estado de abandono…
La siguiente parada fue en Castro Caldelas, donde aparcamos sin ningún problema muy cerca de su famoso Castillo.
Esta localidad se encuentra dentro de la lista de «Los Pueblos Más Bonitos de España», para lo cual hay que cumplir una serie de requisitos (no superar los 15.000 habitantes, poseer cierto patrimonio, etc).
En Galicia sólo Castro Caldelas (Orense), Ponte Maceira (La Coruña) y Mondoñedo (Lugo) pueden presumir hasta la fecha de figurar en el listado.
Caminamos por las bonitas y estrechas calles empedradas hasta la entrada del mismo, pasando por la Posada Vicente Risco, donde vivió un tiempo este conocido escritor y dibujante gallego.
Pagamos 2€ por persona para acceder al interior del Castillo, que resultó ser una cocada. Fue construido por orden de Don Pedro Fernández de Castro en el siglo XIV para defender sus tierras. Dentro alberga una serie de símbolos tallados en los muros, de los cuales el más misterioso es la letra griega Tau, pero también hay señales judías, conchas, etc.
Los Irmandiños destruyeron parte del Castillo en el Siglo XV en señal de protesta contra los abusos de los señores feudales. Al final el Conde de Lemos obligó a los habitantes a reconstruirlo.
En una de las puertas aparecen dos escudos heráldicos:
-un león y seis roeles: el primero representa a los Heríquez, los segundos a los Castro
-dos lobos: símbolos de los Osorio, que eran los Condes de Lemos
La Torre del Reloj es la más antigua de todas, y en su parte alta se puede observar el interesante mecanismo que mueve las agujas.
La Torre del Homenaje defendía la entrada a la fortaleza y en ella vivían los dueños de la misma. En su interior alberga una exposición sobre la lengua gallega y en la parte alta hay vistas 360º del valle.
A finales del siglo XVIII los Señores de Lemos se incorporaron a la Casa de Alba, estando habitado hasta el siglo XIX por parientes de esta familia.
En 1991 la Casa de Alba donó la construcción al Concello de Castro Caldelas.
Muy cerca de Castro Caldelas está una espectacular bodega que nos encantó visitar, Adega Vella. Pertenece a una encantadora familia que se esmera desde hace años en hacer muy bien las cosas, ofreciendo más de treinta referencias, un trabajo ingente que creo no haber visto en ninguna otra bodega.
Adega Vella se encuentra en una construcción del siglo XII que adquirió la familia de Jorge, habiendo pertenecido originalmente a la Iglesia. Es por ello que el cementerio está justo al lado, dando un curioso aire a la terraza. La pareja dejó sus trabajos para dedicarse al vino y ahora su hijo también colabora en el proyecto.
Comenzaron en 2005, restaurando la casa, pues estaba prácticamente en ruinas. La intención es que el proceso sea lo más artesanal posible y respetando el entorno al máximo, preocupándose principalmente de la calidad. Disponen de Mencía, Brancellao, Merenzao, Sousón, Caíño Tinto, Mouratón, Godello, Treixadura, Albariño, Loureira, Caíño Blanco, etc., en típicos bancales escarpados.
Llevan a cabo numerosas elaboraciones con inox, maderas variadas, granito, maceración con pieles, etc. Disponen de varias opciones de cata entre 10 y 20€; nosotros nos decantamos por una de blancos y otra de tintos, estupendos todos (cada uno con su etiqueta, lacre a juego, nombre con historia, etc).
Otra de las bodegas que está cerca de Castro Caldelas está la Bodega de Ponte da Boga, que pertenece a Estrella Galicia. Organizan toda una serie de visitas, con varias combinaciones, a lo largo del día, por lo que si no habéis hecho reservas con mucha antelación ésta puede ser una buena opción. Nosotros en 2024 llamamos media hora antes y nos recibieron a nosotros solos para hacer la visita guiada a las 17 horas. Nos mostraron los viñedos y bodega, para luego hacer una cata con quesos gallegos (25€ por persona) con unas referencias concretas, sin margen de hacer ningún cambio (al parecer política de empresa). Probamos un Godello, un Mencía joven y otro con barrica, para rematar con una Sousón. No están ni mucho menos entre nuestros vinos ni bodegas preferidas pero sí reconozco que dan todas las facilidades para visitarla.
Tras un paseo por la preciosa localidad cogimos nuevamene el coche, esta vez hasta el alojamiento que habíamos reservado para estos días: Hostal La Viuda en Trives.
Llegamos sobre las 18 horas, nos entregaron las llaves y aprovechamos para descansamos un rato en la habitación.
Sobre las 21 salimos por Trives con la intención de cenar algo en los bares que nos habían recomendado amigos de la zona:
–Boliche: tomamos un par de cañas que acompañaron con un pincho de macarrones con chorizo. Pagamos por ambas consumiciones 3’4€.
–Manolo’s: pedimos una ración de morro, una de patatas bravas, media de lacón y cinco vinos, pagando 24€. Este sitio nos encanta, hemos vuelto en muchas ocasiones, tanto para desayunar como para tomar algo o cenar.
Luego Pelayo se animó y se bebió dos whiskys mientras charlábamos con gente local, muy majos. Yo entonces me animé también y pedí un trozo de bica, que estaba buenísima. Pagamos 10€ más por estas tres cosas más. Fue un local que nos gustó mucho, David y su madre Gloria son encantadores.
De ahí a dormir al hostal, que mañana nos espera un apretado programa. Por cierto, en Trives también nos recomendaron otros locales que intentaremos probar: Quintela, Cantina do Catro y Sky, además del propio restaurante del hostal La Viuda, que en mi opinión es uno de los locales done mejor podréis comer en Ribeira Sacra.
Todas las visitas que vienen recogidas en este post son demasiadas para hacerlas en un día, pero por la cercanía os las he reseñado todas, para que escojáis o incluso se podría hacer una noche en Castro Caldelas para repartirlas en dos días.
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