Continuando con las visitas a los hermosos Pazos que hay por la provincia de Pontevedra, reservé plaza para ver el PAZO QUINTEIRO DA CRUZ, que se encuentra en Ribadumia, ese mismo día por la tarde.
Nos presentamos un total de siete personas, nuestro grupo de cinco y una pareja más. La guía era la hija del actual dueño del pazo, y se dedica a la elaboración de productos cosméticos que venden, utilizando la camelia y el vino/uva principalmente, aprovechando que estudió Medicina. También cultiva té, otra de sus pasiones, y que al parecer es una tarea muy complicada.
El pazo data del siglo XVIII y fue adquirido alrededor del año 1970 por la familia que lo habita en la actualidad. Se encargan del mantenimiento del mismo sin ninguna ayuda así que tienen que reinventarse para poder mantenerlo.
Empezamos la visita por el patio principal, en donde hay unos establos restaurados en salones que alquilan para celebrar bodas. Hay también un cruceiro, varios hórreos (uno con un lavadero debajo, cosa curiosa que creo no haber visto antes), etc. Los jardines son realmente bonitos, albergando especies que fueron traídas de todos los continentes. La reina es la camelia, siendo el jardín de Europa con mayor número de variedades de esta especie. Debe de estar precioso en la época de floración.
Hay una capilla románica del siglo XVI con una curiosa figura de la virgen hecha en piedra que cuenta aún con restos de pintura y que al parecer está siendo estudiada. Para rematar hay una bonita piscina que construyó su último dueño y que invita al baño. Muy cerca se encuentra la plantación de té, que comercializan también y que, según dijo la guía, es de muy buena calidad. Nosotros compramos un poco en la tienda al finalizar la visita.
A continuación vimos el viñedo, de donde sale el vino albariño que elaboran. Como disponen de pocas cepas las añadas son de pocas botellas. Compramos una botella para probarlo y la verdad es que nos gustó (además te lo preparan en una caja muy bonita). Nos quedamos con ganas de probar uno con barrica que hacen de vez en cuando, pues se había agotado. Tras la visita pasamos por la recepción para pagar las entradas, el té, el vino y un bote de aceite de camelia. Además tenían jabones, cremas, una línea de joyas inspirada en la flora y fauna de la finca, etc.
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