JUEVES 30/06/2022
Nos anotamos al free tour por el Barrio de Pelourinho que había a las 9:30, cuyo guía era Sidni nuevamente. Cogimos un Uber desde el apartamento hasta el Cine Metha, que era desde donde salía la visita (20R/3,77€). Allí nos encontramos con una pareja de argentinos, muy majos, llamados Octavio y Milagros. Como se puso a llover la primera parte de la explicación la hicimos atechados en la entrada del cine.
A continuación vimos varios edificios emblemáticos de Pelourinho, el barrio más céntrico y famoso de Salvador, así como hoteles, el ascensor de Lacerda, la cruz, estatuas de personajes ilustres (ej: zumbi), la facultad de Medicina, etc. Tengo que decir que al principio del tour me agobié un poco porque había muchísima gente que no paraba de acosar para vendernos tonterías, pulseras del Bonfim, etc. Una chica nos ofreció una tarjeta de teléfono y la rechazamos, de lo que nos arrepentimos, ya os explicaré más adelante.
Continuamos hasta la plaza donde se supone que ajusticiaban a los esclavos, donde Michael Jackson rodó parte del videoclip «They don’t care about us». La plaza, en Largo do Pelourinho, estaba adornada por banderas y guirnaldas, con motivo de la fiesta del Forro, por lo que estaba preciosa.
Visitamos la Iglesia de San Francisco (también llamada del Oro) donde hubo que pagar una entrada de 5R/0’94€. Al parecer los esclavos se dedicaban a ponerle pitilines a las estatuas de los ángeles, que luego quitaban los curas, por lo que según el guía a eso se deben las marcas que se les ven a día de hoy.
Una vez en la plaza que hay delante de la iglesia nos despedimos del guía y fuimos a moer a un restaurante que nos recomendó él llamado Odoyé, en dicha plaza. Eran las 12;30 aún pero entre que no habíamos desayunado y que en Brasil se come más pronto que en España, entramos al restaurante con los argentinos y nos sentamos los cuatro juntos. Sidni también entró a comer, acompañado de otro guía, sentándose al fondo del local.
Pedimos moqueca mixta para Pelayo y yo, y nuestros amigos argentinos moqueca de pescado, un plato típico de Brasil. Al parecer está la bahiana, del Estado de Bahía, y la capixaba, del Estado de Espirito Santo; la diferencia es que la primera lleva aceite de dendé y leche de coco, influencia de los esclavos africanos, en ambos casos se utiliza un recipiente típico de barro. Las camareras del local, vestidas de bahianas, fueron muy amables y la comida rica y abundante. El guiso venía acompañado de arroz, farofa, plátano frito y pirao (caldo de pescado con harina de mandioca).
Para beber pedimos dos cervezas y un café, pagando por todo 278’18R/52’56€, pero teniendo en cuenta que añadieron 5R/persona por la música en directo y es que en la terraza había alguien cantando, pero que nosotros no escuchábamos apenas. Visto el precio y comparando con otros restaurantes, concluimos que era un sitio caro; seguramente aprovechan el lugar tan estratégico donde se encuentran, rodeado de turistas.
Tras la comida nos quedamos de cháchara un buen rato con los argentinos, y es que eran muy agradables. Decidimos ir juntos a visitar el Mercado Modelo, en la zona baja del Pelourinho. Cogimos entonces el ascensor de Lacerda (0’15R/persona, ojo que no dan cambio) y bajamos a la zona pero resulta que el mercado estaba en obras y había una parte cerrada. Sólo vimos tiendas de recuerdos y algún que otro bar, muy turístico.
Decidimos visitar un mercado más genuino, decantándonos por uno que nos habían recomendado, llamado San Joaquim. Cogimos un Uber que nos dejó en dicho mercado, que sí resultó ser de verdad, de hecho al principio pasamos un poco de miedito porque éramos los únicos turistas y algunos pasillos eran realmente estrechos y oscuros. Aprovechamos para comprar una bolsa de guindillas variadas, para lo cual intentamos regatear pero no hubo manera así que al final pagamos lo que nos pedían: 10R/1’86€.
Una vez fuera del mercado pedimos otro Uber que nos llevó a la famosa Iglesia de Nuestro Señor del Bonfim, donde los chipichangas no paraban de acosarnos con las típicas pulseras de colores que al parecer cuando se rompen otorgan tres deseos por lo que se atan a las rejas, muñecas, tobillos y todo tipo de objetos. Vimos la iglesia por dentro así como la zona de los exvotos. En el exterior había un coro ensayando dentro de un pequeño salón, pero desafinaban bastante.
Tomamos otro Uber hasta el Farol de Barra para que Octavio y Mili lo conociesen, y después aprovechamos para tomar unas cervezas en la terraza del Pereira viendo el atardecer.
Aproveché para comprar una tarjeta de teléfono en un quiosco que había al lado de la terraza por 25R/4’65€. Resulta que en Brasil, para activar las tarjetas nuevas, hay que hacerlo desde un teléfono brasileño y con el DNI de un brasileño así que nos lo tuvo que instalar Alessandra al día siguiente cuando los vimos. Por eso comentaba que nos arrepentimos de no coger la tarjeta que nos ofreció en Pelourinho la chica que trabajaba para una empresa brasileña de telefonía, pues me imagino que nos la habría instalado ella directamente.
Sobre las 17:30 nos despedimos de los argentinos, pues no querían llegar muy tarde a su hotel, en la zona peatonal de Pelourinho. Al parecer la zona más turística por la noche se transforma en un viceoclip parecido al de Michael Jackson, pero en este caso el de Thriller. Ellos, que están acostumbrados a andar por Buenos Aires, se morían de miedo, de hecho los Ubers al parecer no entran en la zona peatonal porque los multan, sólo taxis y vehículos de reparto. Nos contaron que el día que llegaron, que ya era de noche, los acompañó el taxista y que no entendían porqué, pero enseguida vieron la gente que andaba rondando así que casi le quitan la circulación al taxista de lo fuerte que iban agarrados a él… De hecho no quisieron ni venir a cenar con nosotros por miedo a la vuelta…
Volvimos a nuestro apartamento desde Barra en Uber, pagando 12’98R/2’42€. Sobre las 18:30 tenían prevista la llegada en coche Flavio, Alessandra y el resto de la familia, pero llegaron casi una hora después. Flavio, Alessandra, Pelayo y yo aprovechamos para salir a cenar mientras los demás se quedaron en el apartamento y pidieron una pizza. Al día siguiente querían salir para Espirito Santo sobre las 5 de la mañana así que finalmente cenamos en un local que estaba justo enfrente del apartamento llamado Benjamin, pues tampoco había una grandísima oferta por la zona. Se trataba de un local que acababa de abrir (o cambiar de gerente más bien) y se notaba que estaban empezando.
Pedimos carne de fumeiro y moqueca de pescado y marisco, que tardaron una barbaridad en servir. No pedimos más cantidad porque el hombre que nos atendió dijo que era más que suficiente y al final nos llegó muy justa (de hecho Alessandra se comió un trozo de pizza que había sobrado cuando llegamos al apartamento y Flavio un bocadillo que había sobrado del viaje). Mientras esperábamos nos iban trayendo cervezas de 600 ml, que nos bebimos siete… Además de cinco caipirinhas, pagando por todo 411R/78’79€.
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