Diario de Lisboa, día 5: Lisboa (Alfama)

Barrio de Alfama. Lisboa

VIERNES 17/09/2021

Hoy nos levantamos un poco más tarde, en nuestro amplio cuarto del Hotel Nacional, pues el día anterior había sido completito. Bajamos a desayunar y, tras estar listos, nos dirigimos al barrio de Alfama. Intentamos coger el bus 712 en la rotonda del Marqués de Pombal pero faltaba mucho tiempo para que pasase así que cogimos finalmente el 732 hasta Rúa Ouro. Una vez allí tomamos uno de los famosos tranvías de Lisboa, concretamente el número 28, hasta Largo de Graça.

Barrio de Alfama
Curioso grafiti

Callejeamos por el barrio de Alfama, el más antiguo de la ciudad, buscando algunos puntos famosos:

Mirador de Graça o Sophia de Mallo Breynber: había obras así que un par de grúas bien grandes dificultaban las vistas

Mirador de Graça. Alfama

Iglesia de San Vicente de Fora: zona llena de tiendas de artesanía, muy cucas

Largo de Portas do Sol y Mirador de Santa Luzia: dos miradores que están uno al lado del otro, muy bonitos, así como sus alrededores

Largo de Portas do Sol y Mirador de Santa Luzia

Castelo sao Jorge: lleno de gente, escapamos rápidamente de allí

Castelo Sao Jorge

Teatro romano: los restos están en la calle, tapados con una construcción metálica, de libre acceso así que entramos a leer los carteles y ver parte del anfiteatro; justo enfrente estaba el museo pero no entramos

Teatro romano:

Catedral Sé: había que pagar la entrada así que solamente la vimos por fuera (si esperáis un poco en la puerta principal podréis hacer una típica foto de la catedral con el tranvía pasando por delante)

Catedral Sé. Lisboa

Como ya llevábamos un rato caminando buscamos un sitio para sentarnos y tomar algo: una caneca y una imperial (6€). Allí decidimos dónde ir a comer, decantándonos por el Palacio de Chiado. Hice la reserva en ese mismo momento, para las 13:15 así que nos dirigimos rápidamente al local, pues ya casi era la hora. Por cierto, en las calles del barrio de Alfama hay fotos en blanco y negro de antiguos vecinos, justo donde vivía cada uno de ellos; este por ejemplo era un gran nadador, por ello está posando con la gran cantidad de medallas que atesoraba.

El Palacio de Chiado resultó ser un gran edificio de dos plantas, reformado de un modo muy moderno, con cafetería en la planta baja y restaurante en la alta. Subimos a la segunda y allí comentamos que teníamos una reserva recién hecha pero no les aparecía en la aplicación. Yo les mostré la confirmación y rápidamente nos asignaron mesa. Parecían azorados con el tema pero en realidad había bastantes mesas vacías, que además no llegaron a ocuparse en ningún momento.

Palacio de Chiado

Una vez en la mesa me dio por comprobar la reserva y el mail que había recibido, dándome cuenta de que realmente había reservado para el día 23, ¡¡para el que faltaban seis días!! No les comentamos nada a los camareros por si acaso, pues como ya os dije, no vimos ningún problema de ocupación… Nos dieron la carta y vimos que había un par de platos del día por 14’9 euros, incluyendo en ese precio el pan, una bebida y el café. Ese día, viernes (pues cada día de la semana hay dos a elegir, que siempre los mismos), había ceviche y pechuga de pollo rellena, así que pedimos uno de cada. A mayores, a modo de entrante, un carpaccio de pulpo para compartir, así como unas aceitunas y mantequilla de aperitivo. Aquí tenéis las fotos:

-Carpaccio de pulpo

Palacio de Chiado

-Ceviche

Palacio de Chiado

-Pechuga de pollo rellena y rebozada

Palacio de Chiado

Pagamos por todo 53’8 euros, pero no nos pareció un sitio para repetir. El local, como ya dije, es muy bonito y llamativo, pero la comida no vale lo que cobran así que si dais más valor a la comida que al entorno (como nosotros), no os recomiendo que vayáis. Si queréis, como mucho, tomad algo en la planta baja y listo.

Barrio de Alfama

Continuamos la ruta hasta Sao Antonio de Lisboa, el patrón de la ciudad. Se dice que las chicas deben de tirar una moneda a la estatua, concretamente al libro que sostiene, y si aciertan a dejarla dentro conseguirán un novio. Yo no acerté así que se ve que me quedo con el que ya tenía.

Casa dos Bicos

Casa Chafariz do Rey: edificio precioso

Rua Joao da Praça: en esta calle hay varios locales donde se canta Fado por las noches. En la plaza donde se encuentra el Museo del Fado había una señora con un pequeño puestito vendiendo ginjinha casera

Panteón Nacional: allí están enterrados ilustres como Vasco de Gama, Luis de Camoes, Enrique el Navegante, etc.

Enfrente del Panteón había un Bar-Piscina, con buena pinta; si hubiésemos llevado bañadores, dado el calor que hacía, creo que habríamos entrado a bañarnos… Como opción B decidimos entrar en el Jardim Botto Machado, que es pequeño pero muy agradable, y tomar un par de imperiales en la terraza del kiosco que hay en medio (3€). Desde allí hay bonitas vistas y una gran paz.

Jardim Botto Machado

Estando allí sentados reservé mesa en la famosa coctelería Red Frog, concretamente para las 18:30. Como aún eran las 16:30 decidimos dar una vuelta por Mouraría. Una vez en la Plaza del Rossio decidimos tomar una ginjinha, pero en otro de los clásicos locales, esta vez en Ginjinha-Rubi, que es muy genuino también. Al entrar nos dio buena espina el ver paisanos de allí tomando algo en la barra. Pedimos dos, pagando 2’8€, gustándome más esta que la que habíamos bebido anteriormente, pues tenía más sabor a cereza pero era más suave en cuanto al alcohol. Sin embargo a Pelayo le gustó más la otra.

Seguimos la caminata hasta el Barrio de Príncipe Real, donde nos sentamos en un parque a tomar algo, en una terraza muy agradable llamada Esplanada Café. Estábamos debajo de árboles muy antiguos, con grandes raíces, con el problema de que cada cierto tiempo nos caían hojas o frutos, dándonos un gran susto cuando justo cayó uno dentro de la cerveza y nos puso perdidos. Estando allí empezó un pequeño concierto de música en directo: la chica cantaba y el chico tocaba la guitarra. Pedimos una caneca y una imperial, pagando 5’5€.

Centro comercial Embaixada

Cuando se acercó la hora de la reserva nos dirigimos al Red Frog, pero antes entramos en Embaixada, un centro comercial muy bonito, de estilo antiguo, que está justo a al lado de la plaza. Cuando llegamos a la Plaza Alegría 66B no encontramos ningún cartel del Red Frog así que estuvimos dando vueltas y preguntando a gente que pasaba, todo en vano. Finalmente entramos en un local que se llamaba Monkey Mash a preguntar, en donde nos dijeron que esperásemos en la puerta, que ya nos vendrían a buscar cuando diesen las 16:30.

Barra del Red Frog

De repente un chico nos llamó desde nuestra espalda, sin darnos cuenta de donde había salido, y es que Red Frog se trata de un speakeasy al estilo americano, o sea, que vendía ilegalmente alcohol durante la época de la Ley Seca, y por tanto su entrada estaba escondida. No voy a poner una foto de dónde está la puerta para no estropearos el misterio, en caso de que vayáis a este conocido bar de cócteles (que creo que deberíais absolutamente ir). Entramos en una pequeña sala con varias mesas y, como éramos los primeros, nos dieron a escoger. Nos decidimos por una cerca de la barra para ver bien el proceso de elaboración. Nos atendieron dos chicos muy majos durante dos horas, que es el tiempo máximo de estancia (tranquilos, si no hay problema de aforo no meten prisa). Pedimos lo siguiente:

-cuatro cócteles: to famous to be naked (ágave, toronja, ginjinham etc), Aviation (mezcal, tequila, flor eléctica, etc), Pineapple daiquiri (con ron Plantation), y uno que hicieron en el momento al gusto de Pelayo (mezcal, tequila, whiskey, sirope de pepper, etc)

-dos aperitivos: Pickles (combinado de encurtidos hechos por ellos, deliciosos) y Queso de cabra (acompañado por membrillo y pan)

Red Frog

Disfrutamos como enanos, pues los cócteles estaban buenísimos, los aperitivos también, la conversación con los barman estupenda (hablan perfectamente inglés), y el hallazgo del día fueron las curiosas flores eléctricas o de Sichuan, que son una pasada (si tenéis ocasión de probarlas no dudéis en hacerlo, menuda explosión). Pagamos por todo 59’5€. Uno de los chicos nos recomendó un restaurante tradicional por la zona al que fuimos sin dudar y la verdad es que nos encantó: A Esquina da Fe. El camarero era un señor muy mayor, con una simpatía que superaba a sus años, con el que nos reímos mucho. Esto fue lo que pedimos:

-mini queso de aperitivo

-Bacalao a la brasa con verduras

A Esquina da Fe

-Bacalao a Bras

A Esquina da Fe

-Mousse de mango

A Esquina da Fe

Para beber tomamos una botella de vino blanco llamada Quinta do Encontro 2017, de la zona de Bairrada, elaborado a base de Bical y un café, pagando por todo la irrisoria cantidad de 34’25 euros, una ganga, porque además estaba todo riquísimo y abundante. Tras la cena cogimos un par de patinetes hasta el hotel, aunque al mío se le acabó la batería y tuve que hacer un cambio por el medio del camino. Fuimos un rato los dos en uno y casi nos matamos, qué risa…

Al día siguiente abandonamos, muy a nuestro pesar, la estupenda ciudad de Lisboa, de la que marcho totalmente enamorada y deseando volver. Paso a contaros el resumen de cuentas:

-Gasolina: 178€ (89 por persona)

-Peajes: 45€ (22’5 por persona)

-Entradas a atracciones (Quinta da Regaleira, Palacio da Pena y Jerónimos): 75 (37,5 por persona)

-Patinetes Bird: 14’58€ (7,29 por persona)

-Alojamiento: 302€ (151 por persona)

-Transporte público (buses, tranvías, barco): 24’8€ (12’4€ por persona)

-Comida y bebida: 610 (305 por persona)

Saliendo por tanto un total de 625 euros por persona. ¡Hasta pronto!

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion