Diario de Japón día 8: Osaka (Umeda, Castillo, Namba)

DÍA 8: LUNES 24 OCTUBRE 2016

Me desperté sobre las 8 de la mañana y aguanté un poco en la cama. Nos duchamos y desayunamos lo que nos había sobrado del combini del día anterior (dos peyas de arroz/onigiris y un par de bebidas, entre ellas uno de esos ricos smoothies de frutas y verduras a los que me estoy aficionando). Salimos del hotel en dirección a la Estación Central de Osaka, donde cogimos la Loop-line, gratuita con el Japan Rail.

Vagones sólo para mujeres hasta las 9AM

Una vez allí buscamos la Oficina de Turismo en donde, tras esperar una pequeña cola, nos atendió una señora muy amable. Nos ofreció un pase llamado Osaka Amazing Pass, válido por 1 o 2 días (a cambio de 23 o 30€ respectivamente), que incluía acceso libre al metro, bus, tram y numerosas atracciónes (además de descuentos en otras). Decidimos coger el Pass ya que la red de JR era muy escasa y sabíamos que sólo en viajes de metro íbamos prácticamente a amortizalo. No sabíamos lo mucho que iba a cambiar (para bien) nuestra estancia en Osaka gracias a este pase. Finalmente nos decantamos por el de 2 días, pagándoselo a la señora en cash (aquí les gusta muchos más el efectivo que las tarjetas, a pesar de la idea de modernidad que teníamos…).

Osaka Amazing Pass de dos días

Con los pases nos dieron una guía explicativa y un listado de lugares a visitar. Decidimos comenzar por el Umeda Sky Building, pues estaba justo al lado de la estación.

Umeda Sky Building
Observatorio

Cruzamos la avenida que separaba la estación del edificio a través de un pasadizo subterráneo y enseguida llegamos a los bajos del Umeda Sky Building, que es impresionante. Subimos en ascensor hasta la última planta y de ahí al observatorio, que se accede por unas escaleras mecánicas que van por el interior de un tubo de cristal, como si uno flotase en el aire.

Escaleras flotantes

Escaleras flotantes

Las vistas merecen la pena subir hasta el observatorio; además aprovechamos para tomar algo en la cafetería que hay en la última planta: una cerveza y un ice café (1050Y/9’5€). Por cierto, la entrada normal al edificio, sin pase, vale 1000 Yenes.

Vistas

Vistas

Por cierto, hay una parte en este piso donde hay sillones muy modernos para sentarse y desde allí se ve perfectamente el famoso edificio que es atravesado por una autopista.

Edificio con una autopista en su interior

Antes de abandonar la zona nos dimos una vuelta por el callejón Takimi Koji, que imita a antiguas calles de Japón, sin embargo todos los locales son restaurantes. Es un lugar curioso, pero si no disponéis de  demasiado tiempo creo que no merece la pena dado que es todo artificial y bastante reducido de tamaño.

Callejón Takimi Koji

Decidimos visitar a continuación el Castillo de Osaka por lo que nos metimos en una de las bocas de metro de la Estación Central: como es tan grande y liosa nos costó casi una hora encontrar la línea y el sentido adecuados. Aprovechamos para entrar en una Oficina de cambio que había en los largos y laberínticos pasillos subterráneos para cambiar más euros a yenes (que se terminan volando…), donde nos dieron el mejor cambio de todo el viaje: 1€=110Y. A pesar de haber una cola importante despachaban a los clientes rapidísimo por lo que la gestión sólo nos llevó unos minutos. Salimos en la parada de metro de Temmabachi y de ahí caminamos hasta una de las entradas al recinto del castillo, que son pocas, por lo que os aconsejo observar primero el plano unos minutos y después echar a caminar.

Castillo de Osaka

Enseñamos los pases en la puerta y vimos que había una cola inmensa para subir en ascensor así que fuimos por las escaleras. Salvo que vayáis en silla de ruedas o tengáis una movilidad muy reducida no os recomiendo hacer la tremenda cola, no merece la pena. Son ocho plantas pero como se va subiendo de una en una y en medio se hace la visita a dicha planta, no se llega a hacer pesado. Todo está señalado y milimétricamente organizado para que los visitantes suban por un lado y bajen por el otro.

Samurai

La construcción del castillo comenzó en 1583 bajo la dirección de la familia Toyotomi. A ellos perteneció hasta que se quemó en 1615, por lo que sufrió varias restauraciones posteriores. El interior del castillo atesora actualmente armaduras samurais, escritos, biombos, pinturas, vídeos, maquetas, etc. La visita nos pareció un poco coñazo, pues había bastante gente y, como es habitual, apenas información en inglés. Empezamos a sentir cansancio y hambre por lo que se nos hizo verdaderamente largo.

Pintura

Cuando por fin salimos del castillo nos dirigimos hacia a uno de los embarcaderos de los que salían los barcos incluidos en el Osaka Pass con el fin de dar un paseo fluvial. De camino al embarcadero, concretamente en la calle Temmabashi, como íbamos muertos de hambre decidimos entrar en un restaurante especializado en tallarines tipo udon (muy gruesos) que vimos al pasar. Una de las chicas que trabajaban en el local hablaba inglés así que muy amablemente nos ayudó con la comanda. Pelayo pidió fideos con carne (venían en un caldo riquísimo) y yo con huevo y huevas de pescado.

Udon

Los tallarines los elaboraban en el local, pues tenían las masas y las máquinas de corte a la vista. La comida nos supo a gloria, de lo que más nos gustó de nuestro viaje, y además fue muy barato, pues pagamos 1460Y/13€, incluyendo una cerveza grande (el agua era gratis). Además estaban a punto de cerrar pero aún así nos atendieron.

Exterior del local

Tras la riquísima comida continuamos el camino hasta el Embarcadero de Temmabashi, en cuya oficina nos explicaron que a los viajes diurnos sólo se les aplicaba un descuento con el pase, pero que los nocturnos eran totalmente gratis así que sacamos dos tickets para el barco de las 19:40, que era el último de la jornada. El pase incluye gratis los viajes de las 18:40, 19:10 y 19:40 (se ve que los turistas se acuestan pronto…).

Como todavía eran las 16 horas decidimos dar una vuelta así que nos dirigimos a Nipponbashi para ver Namba, Shinsaibashi, Dotonbori (en donde está el famoso Glicoman), etc. La verdad es que esta parte que bordea el río nos pareció la más bonita de la ciudad con diferencia, cib mucho ambiente, turistas, restaurantes, bares, tiendas, etc.

Dotombori

Dotombori

Dotombori

Glicoman
Dotonbori

También aprovechamos para visitar el mercado de Kuromon Ichiba, en donde vimos peces globo vivos en peceras, entre otros cientos de productos. Nos gustó mucho el ambiente y los puestos. Justo en medio del mercado vimos que había un anuncio de un apartamento de Airbnb, que debe de estar al menos curioso: intenté buscarlo en la web pero no lo encontré, hay muchos por esa zona, y a muy buen precio, de haberlo sabido hubiera sido mucho mejor reservar por esta zona… Por cierto, en el mercado cogimos una caja de plástico con cabezas de cangrejos, entendiendo que se trataba de un snack. Cuando los probamos resulta que eran las cáscaras y estaban muy duras, así que comimos unos cuantos pero no nos agradaron demasiado (sospecho que eran más bien para cocer y hacer caldo…).

Mercado Kuromon Ichiba

Mercado Kuromon Ichiba

Peces globo en el Mercado Kuromon Ichiba
Carne en el Mercado Kuromon Ichiba

Sobre las 18 horas cogimos el metro nuevamente hacia la zona de Temmabashi y, como llegamos con algo de antelación, aprovechamos para entrar en un centro comercial que había justo al lado del embarcadero. Pelayo compró unos tenis que vio muy chulos en la zona de deportes, marca ASICS, por 3900Y/35€. Además cogió un par de cordones elásticos para los tenis que no hace falta atarlos (uno para él y otro para Olaya). También compramos un par de cafés para llevar en una de las múltiples tiendas del lugar. Se nos ocurrió subir hasta la última planta y resulta que había una terraza para el verano que actualmente, al hacer frío, no se utilizaba, pero igualmente estaba la puerta abierta y pudimos salir al exterior. Desde allí había unas bonitas vistas del río y alrededores, además pudimos disfrutarlas absolutamente solos, cosa extraña en Japón.

Vistas desde la terraza del centro comercial

Finalmente embarcamos y dimos una pequeña vuelta de 20 minutos por el río: fue corto pero muy bonito, pues como ya era de noche había miles de luces. Había una guía que iba dando explicaciones en japonés que duraban un buen rato, luego pasaba al chino, que duraban menos y finalmente decía una sola frase en inglés…

Tras el paseo buscamos un lugar por el barrio de Dotonbori para cenar. Había un montón de locales así que nos costó decidir; finalmente optamos por uno con pinta de izakaya, al borde del río, llamada Ganso Motsumaru Honpo: Pelayo pidió un yakisoba y una cerveza, y yo un okonomiyaki con una Fanta de naranja; además nos puso un aperitivo mientras esperábamos consistente en las típicas judías saladas (edamame), que luego nos cobraron. Pagamos 3758Y/34€, lo cual nos pareció carísimo, pues estaba todo bueno pero era comida “basura” al estilo japonés (tallarines y una tortilla francesa), sin mucha complicación.

Cena en Dotombori

Cena

Tras la cena volvimos para el hotel en metro y una vez en el cuarto bebimos un poco de sake, sin embargo tuvimos que dejarlo porque nos empezó a doler un poco el estómago a los dos… No sé si sería por la cena o por los esqueletos de cangrejo que nos comimos, vaya usted a saber…

Sake

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