SÁBADO 26 SEPTIEMBRE 2020
No fuimos capaces de levantarnos a tiempo de llegar a la visita guiada por el centro de Mérida así que envié un correo para cancelarlo un rato antes. En su lugar decidimos hacer la visita guiada del Teatro y Anfiteatro, que era más tarde. Nos vestimos, cerramos las maletas y las metimos en el coche, que dejamos aparcado en el garaje el parking del Hotel Zeus (en la recepción no nos pusieron problemas, pues no había problema de espacio). Por cierto, el parking iba incluido en el precio de la habitación así que fue un muy buen precio.
Sacamos las entradas para la visita guiada en la recepción del Teatro (5€/persona), pero advierto que hay que tener previamente el bono que habíamos adquirido el día anterior para no pagar la entrada general. Como habíamos llegado un poco antes de la hora entramos a dar una vuelta por el recinto, aprovechando que apenas había gente.
La guía que nos acompañó durante la visita se llamaba Estefanía y nos contó detalles muy interesantes durante alrededor de una hora: fundación de la ciudad de Mérida, construcción del Anfiteatro y Teatro, con sus respectivos espectáculos, etc.
Tras la visita guiada nos dirigimos a la Casa del Mitreo y Columbarios. La primera es una casa romana donde aún se pueden observar mosaicos y restos de pintura. Es bonita y además se hace curiosamente por una pasarela, en altura sobre la construcción. La otra parte de la visita se trata de una explicación de los distintos tipos de enterramiento y costumbres fúnebres que tuvieron los romanos.
Nos faltaba por visitar el Circo pero estaba un poco lejos para ir andando así que recogimos el coche y dimos una vuelta por fuera, sin llegar a aparcar. Continuamos el viaje en dirección a Cáceres, dejando el coche aparcado en un Parking privado bastante céntrico: Obispo Galarza. Dimos un paseo por el impresionante casco de la ciudad, que es precioso. Por cierto, Cáceres fue declarada por la UNESCO Ciudad Patrimonio de la Humanidad en 1986 por ser ejemplo de una villa de los siglos XIV al XVI, con Casas Fuertes, Palacios y más de 1500 escudos heráldicos.
Como ya era la hora de comer nos acercamos hasta un curioso local sobre el que yo había leído buenas críticas: Trinidad Tapas. Cuando llegamos estaba vacío, pues aún era un poco pronto, pero se fue llenando poco a poco, hasta no caber nadie más. Está regentado por una pareja: él cocina y ella atiende la sala.
Es curioso porque todo el personal (ante de la pandemia tenían más empleados) va vestido con ropa religiosa, pero es que la temática de la decoración es la misma: imágenes, rosarios, celosías, confesionarios, etc. Esto fue lo que pedimos para comer:
-Croquetas de morcilla con mermelada de pimiento
-Wanton frito relleno de pollo a la cerveza y salsa de soja
-Pisto con huevo frito
-Solomillo a la carbonara
-Tarta de queso y Panacota de café de postre
Para beber pedimos dos quintos de cerveza, cuatro copas de vino (nos recomendaron Viña Puebla) y un agua con gas, pagando por todo 49’5€. Nos gustó mucho la comida, el servicio, la decoración y el concepto. Por lo que nos contaron, el chef trabajó con Dani García durante 7-8 años, habiendo abierto hoteles en 27 países durante ese tiempo. Finalmente acabó volviendo a casa para tener una vida más relajada con sus tres hijos.
Como nos estaba gustando mucho Cáceres decidimos quedarnos esa noche a dormir así que busqué un hotel, decantándome por el Hostal Hernán Cortés, dada su cercanía al centro, pero en una zona de fácil aparcamiento, en donde la habitación doble salía por 35€. Si no encontrábamos hueco en la calle tenían convenio con el Parking Primo de Rivera, descontando un 40% del precio final.
Recogimos entonces el coche del parking Obispo Galarza, pagando 2€ (una ganga), y nos dirigimos al Hostal. Al llegar había un hueco justo delante de la puerta del alojamiento así que allí dejamos el coche. En la recepción nos recibió un chico muy amable y simpático con el que charlamos un rato, aprovechando para preguntarle por alguna recomendación.
Tras una horita de siesta nos pusimos en marcha otra vez hacia el casco histórico, dirigiéndonos hacia la muralla, pues el recepcionista nos había dicho que había una parte a la que se podía subir. Nos acercamos hasta la taquilla y compramos dos entradas (2’5€/persona), pero tuvimos que esperar un rato a que nos diesen paso para no sobrepasar el aforo por COVID. Una vez que pudimos subir, entramos en uno de los torreones (donde había una pequeña exposición) y desde su parte alta contemplamos las vistas de la Plaza Mayor y alrededores. Más adelante hay unos yacimientos romanos que se visitan con la entrada, donde se pueden ver restos de termas calzadas, etc.
Decidimos acercarnos hasta alguna de las terrazas que nos recomendó el recepcionista: Corral de las cigüeñas (preciosa pero estaba abarrotada, no había sitio), Las Caballerizas y Siete Sardinas. Esta última fue la siguiente que visitamos y, como había sitio, allí nos quedamos un rato. Al parecer se trataba de una casa heredada por un antiguo profesor del recepcionista del hotel, la cual había sufrido un bombardeo durante la Guerra Civil. El lugar era muy agradable así que nos tomamos una sidra y dos cañas (8’5€). También había pequeñas raciones para picar algo.
Decidimos buscar un sitio para cenar, decidiendo ir a B-nomio, un local moderno pero fuera del casco. Llamé por teléfono y nos atendieron sin problema, a pesar de ser sábado noche. Dimos un paseo hasta allí y, cuando llegamos, nos quedamos sorprendidos por el gran tamaño del local y su abundante decoración. Cenamos lo siguiente:
-Aperitivos de la casa: Terrina de lechona con gel de Puerto de Indias, Crema de puerros con crujiente de cebolla, Buñuelo de bacalao con alioli
-Tartar de atún
-Gyozas rellenas de costilla ibérica con dos salsas (coco y soja)
-Arroz de rabo (exquisito)
-Postre de chocolates
-Petit fours: tartaleta de chocolate, tarta de limón, hojaldre de plátano y macarron (perfecto)
Para beber tomamos La Zarcita de Palacio Quevedo 2018 (con seis meses en roble francés). Pagamos por todo 89’75€. Estaba todo muy bueno, incluido el pan (que es de elaboración propia: normal, con aceituna, de cacao y naranja).
Precio razonable para lo que nos pusieron. De hecho fue quizás demasiada cantidad pero es que queríamos probar la especialidad de la casa: el arroz. Volvimos dando un paso hasta el hostal y a dormir.
AMPLIACIÓN 2022
Durante el mes de Abril paramos una noche en Badajoz, de camino al Gran Premio de motos de Jerez así que os pongo la ampliación por si queréis hacer una parada en esta bonita localidad. Nos alojamos en el Hotel Lisboa, que es un poco antiguo pero limpio y dispone de garaje amplio. Nuestra habitación doble contaba con una terraza bastante grande, con vistas a la ciudad, por la que pagamos 48 euros (sin desayuno).
Nos dirigimos a pie hasta el centro, cruzando el bonito Puente de Palmas, lo que nos llevó unos 10-15 minutos a paso tranquilo. Paseamos por las murallas de la Alcazaba, desde donde hay unas bonitas vistas del río y de la muralla. Sacamos fotos en la curiosa Plaza Alta, en la preciosa Calle Manuel Cancho Moreno, en la Puerta de Palmas, etc.
Cenamos en un local que nos recomendó un amigo de la ciudad, llamado El Mariquino, que estaba justo al lado de nuestro hotel. Es un lugar clásico, con atentos y profesionales camareros que os recomendarán. El problema es que nosotros pedimos más cosas de las que recomendaron y al final acabamos reventando, pues las raciones eran abundantes. Esto fue lo que pedimos:
-Surtido de ibéricos
-Revuelto de criadillas de la tierra
-Alcachofas con almejas
-Pluma ibérica
Para beber tomamos un par de cañas, cuatro manzanillas y un par de aguas con gas, pagando por todo 68,4 euros, lo cual nos pareció un poco excesivo. Eso sí, estaba todo muy bueno.
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