El año 2020 el COVID hizo que, por temor, no hiciésemos uno de nuestros largos viajes. Decidimos quedarnos por la península, que también ofrece un abanico de posibilidades enorme. Nos divertimos mucho y aprendimos mucho sobre los romanos, pues visitamos varias ciudades con pasado eminentemente latino. He de decir que fue muy cómodo ir en nuestro coche, con ropa suficiente, sin problema de espacio en el maletero, pero nos faltó un poco de espíritu de aventura…
Con el coche, recién comprado, nos dirigimos al Algarve ya que allí estaba mi hermana de vacaciones y pudimos verla por fin desde Enero 2020 (pues vive en Londres y no habían podido salir hasta la fecha), y luego continuamos solos por Huelva y Cádiz. Volvimos a casa siguiendo la Ruta de la Plata por Extremadura y Castilla León hasta volver a Rías Baixas. Estuvimos de viaje desde el 12 de Septiembre hasta el 1 de Octubre, un total de 19 noches.
No llevábamos nada reservado salvo las dos primeras noches en el Algarve, donde cogí habitación en el Hotel Atismar a través de Booking. Sin más dilación paso a relataros nuestro viaje por la Península Ibérica.
SÁBADO 12 SEPTIEMBRE 2020
Acabamos de hacer las maletas y salimos de Vigo sobre las 12 de la mañana, echando gasolina antes de emprender el viaje (53’78€). Pelayo condujo hasta el Algarve, donde nos esperaba mi hermana en Quarteira. Sólo paramos para comer unos bocadillos que llevábamos en un área de descanso y aprovechamos para echar un poco de gasolina (25€), pues en Portugal es más cara que en España. Llegamos a nuestro hotel, Atismar, sobre las 17:30-18 horas, con la suerte de que había un hueco delante de la puerta así que allí dejamos el coche aparcado. Como la Comisaría de Policía estaba en la calle paralela decidimos dejarlo en la calle.
Un coche con un hombre se nos paró al lado y nos dijo algo en portugués, sin entenderlo bien. Intuimos que nos estaba ofreciendo algo así que pasamos de él y nos pegó un grito que casi nos mata del susto. Arrancó y volvió a parar al lado de otra pareja de españoles que también estaban descargando maletas y aterrizando en el hotel. Fue una cosa un poco extraña, pues hablamos con ellos y tampoco sabían qué les había ofrecido. No tenía mala pinta e iba en un Mercedes bastante nuevo así que nos quedaremos con la duda…
Dejamos las maletas en el cuarto y nos dimos un baño en la piscina del hotel. Las instalaciones nos parecieron de Benidorm en los años 80: el hotel estaba en segunda línea de playa y se notaba que había estado bien en su momento pero se había quedado obsoleto y falto de mantenimiento. La habitación no respondía al precio que pagamos (2 noches por 133€) y lo que habíamos visto hasta el momento (hotel y alrededores) no nos seducía nada. De todos modos el Algarve no es barato precisamente…
A las 19 horas quedamos con mi hermana y mi cuñado en la puerta de su hotel, Quarteira do Sol, que parece estar un poco mejor que el nuestro (están a 200 metros uno del otro). Fuimos dando un paseo hasta el pueblo de al lado, Portomouro, donde hay un puerto deportivo espléndido, podréis ver unos yates alucinantes.
Mi hermana había reservado mesa en el restaurante Haweli, que figuraba en ese momento como número uno de la zona en Tripadvisor. Resultó ser hindú y es que comprobé que las primeras posiciones de la lista las ocupaban varios restaurantes de este tipo de comida, lo cual me pareció curioso. Pedimos varios platos para compartir:
-Aperitivo de la casa con salsas, cortesía de la casa
-Variado de entrantes
-Chicken Korma
-Lamb Rogan Josh
-Tarka Daal (lentejas)
-Chicken tikka masala
-Arroz basmati y varios naan de ajo
Para beber pedimos cuatro cervezas y un agua con gas, pagando 81€. La verdad es que fueron muy amables y la comida estaba rica; aquí podéis ver más fotos del Restaurante Hawelli. Tras una larga sobremesa buscamos un sitio para tomar un helado.
En pleno paseo de Portomouro encontramos una con terraza: Capriccio. Pedimos cuatro helados, bastante ricos, pagando 13,40€. Aquí podéis ver más fotos de la heladería. Tras el helado volvimos caminando hasta nuestros respectivos hoteles.
Al llegar al cuarto encendí la luz del baño y saltó una cucaracha gigante desde un respiradero hasta la pileta del baño. Pelayo consiguió aniquilarla al cabo de un buen rato. Luego encontró más debajo de la esterilla de la ducha pero no me lo dijo para que yo durmiese tranquila, pues era tarde, estábamos cansados y no nos apetecía bajar a recepción a protestar.
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