En La Coruña el cielo está separado de la tierra por 55 escalones de piedra. Se encuentran en una de las más empinadas calles de la ciudad, que une la imponente Plaza de María Pita con la Ciudad Vieja y que, dada su dificultad, los coruñeses hemos evitado toda la vida, desviándonos en favor de las cuestas cercanas.
Dos jóvenes han conseguido que la gente empiece a subir voluntaria y alegremente esos 55 escalones, pues el esfuerzo bien vale la pena. Al final de las escaleras os espera su coqueto local con una carta novedosa de platos y un sinfín de buenas referencias de vino.
Balázs Menyhárd, el chef, nació a casi 3.000km de la ciudad, concretamente en Budapest. Espontáneo, genial y elegante, ahora con total libertad para cocinar, prepara cada día según producto. Improvisa, innova, aprende cada día; es un auténtico placer verlo trabajar, pues para mí esa es la cocina de verdad. Balázs opina que en la cocina existen unas reglas ocultas que le desvelan las claves sobre qué combinaciones van a funcionar… Se ve que domina bien la ecuación.
Balázs, tras pasar por varios restaurantes de Hungría, Francia, Reino Unido y España (algunos con una y dos Estrellas Michelín) desembarca en La Coruña acompañado de su binomio, Nataly Rodríguez. De contagiosa sonrisa, alegre, vivaz y muy práctica; capaz de hipnotizar sólo viéndola danzar por entre las mesas; es admirable cómo se adelanta a las necesidades de sus clientes y de qué modo memoriza las comandas para marcar el ritmo a la cocina.
Nataly se formó durante cinco años en el Centro Superior de Hostelería de Galicia para posteriormente trabajar en hoteles del Caribe, Baleares, Pirineos, Londres y Barcelona. Dispone de una interesante carta de vinos que hará las delicias de los que buscan referencias especiales pero sobre todo tenemos que agradecerle que el proyecto de 55 Pasos desembarcase en La Coruña, su ciudad.
Ella es dulzura, él umami (por su carácter y por su gran admiración hacia la cocina japonesa) y la química reaccionó cuando sus vidas se cruzaron hace seis años en Reino Unido. Ella trabajaba en ese momento en el lujoso hotel The Berkeley de Londres, el cual alberga un restaurante con Estrella Michelín en el que él cocinaba.
Tras años de duro trabajo y varias mudanzas por el mundo, reunieron la experiencia y el valor para diseñar un proyecto propio, a su gusto, donde cada parte de la pareja encontrase el lugar, sin parar de aprender y evolucionar.
El aire minimalista y vintage del restaurante no es casualidad, pues para su comienzo en la ciudad herculina disponían de muy poco presupuesto. Tras realizar ellos mismos las obras de acondicionamiento del local, sin apenas ayuda, adquirieron parte de los objetos que veréis a través de páginas web de segunda mano. El resultado es perfecto, personal y acorde con su personalidad (por cierto, me encantan la vajilla y la música ambiental).
Cuando llamé por primera vez para reservar mesa, Nataly me avisó que en su local se va a disfrutar de principio a fin, sin prisas, pues los platos se preparan al momento y por tanto debíamos de disponer de tiempo. Me pareció una sabia advertencia, pues si uno quiere las cosas bien hechas debe entender que requieren tiempo (así que abstenerse si vais con el tiempo justo).
El local hace esquina, es luminoso, cuenta con unas ocho mesas y una barra. La carta consta de unas quince preparaciones que cambian según el día, una tabla de quesos y un postre. Las raciones son, en general, ideales para disfrutar entre varios.
Paso a mostraros algunos de los platos que probamos durante nuestras visitas a 55 Pasos:
-Erizos de mar
-Berberechos (media ración)
-Ostra a la brasa
-Salmonete a la brasa
-Xarda al estilo japonés
-Setas de temporada, huevo y papada
-Terrina de cerdo casera
-Mollejas de ternera a la brasa
-Tabla de quesos
-Makosguba o Torrija a la húngara (Balazs muele las semillas de amapola en el momento en un curioso aparato que trajo de Hungría, el cual había pertenecido a su abuela)
-Estupendo café
Rebosan juventud, energía, profesionalidad y simpatía a partes iguales, cerrando una ecuación perfecta. Cada vez que cruzo la puerta de 55 Pasos no me apetece marchar y el tiempo, al final, pasa volando. No es sólo la cocina y su maridaje, sino el momento que pasamos con Nataly y Balazs, que son geniales.
Este proyecto, abierto hace seis meses, aporta novedad y frescura a la oferta de restaurantes de la ciudad; estoy segura de que, dada la inmejorable relación calidad precio y la divertida experiencia de pasar por 55 Pasos, se convertirá en un imprescindible en la región. Sólo me queda agradecer a estos dos ciudadanos del mundo que hayan desembarcado en La Coruña, donde espero que se queden por mucho tiempo y que no cambien.
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