El 12/12/2019 acudimos a visitar la Bodega Desconcierto, de Antonio Galiñanes, en pleno centro de Cambados, de ahí el nombre de «Urban winery«. Fue un día muy lluvioso por lo que, muy a mi pesar, las fotos no salieron demasiado bien, pero representa a la perfección el clima gallego y la particularidad que da a sus vinos.
Primero visitamos el viñedo, que cuenta con unas 1’5 Ha repartidas en varias zonas de la Ría de Arousa, en todo caso siempre en Cambados y muy cerca del mar (o incluso en la propia costa, a escasos metros de la arena).
Antonio cursó estudios de Técnico Superior en Enología y Viticultura en Ponteareas y posteriormente Técnico de Técnico en Industrias Agroalimentarias en Lugo. Su pasión siempre fue elaborar vino así que, tras finalizar sus estudios, se incorporó a la bodega Castro Martín. Posteriormente pasó a trabajar en Pazo Baión, primero durante la época en que fue gestionado a través de la administración judicial (época muy dura tras la detención de Laureano Oubiña, carente de medios), y posteriormente cuando fue adquirido por el grupo Freixenet.
Sin embargo problemas familiares provocaron que abandonase temporalmente el mundo del vino, pues tuvo que ayudar en la empresa Conservera. Pero nunca abandonó la idea de elaborar su propio vino, sólo necesitaba tiempo y espacio.
Años después pidió al Estudio de Arquitectura Recuna e Dapena que construyese una vivienda para su familia en Cambados, con una pequeña bodega en el sótano. Una vez que dispuso de espacio, pequeño pero perfectamente diseñado para elaborar vino, se puso manos a la obra.
Con viña alquilada de Albariño en emparrado, que a día de hoy cuenta con más de 25 años de edad, consiguió sacar la primera añada en 2016. Parece que hizo bien las cosas, pues ese primer vino ganó el Gran Bacchus de Oro y el Gran Bacchus de Oro a la mejor nueva marca, todo un hito en el mundo de la Enología.
No dispone de personal contratado por lo que él realiza prácticamente todo el trabajo, ayudado por la familia y contratando operarios puntualmente para la poda y la vendimia.
Los camiones descargan la uva directamente en la entrada de su casa, donde sus padres seleccionan la uva. De ahí pasa, sin despalillar, a macerar y prensar. Posteriormente se retiran los sedimentos gruesos para comenzar la fermentación, sin levadura añadida, en depósitos de inox.
Finalizada la fermentación Antonio deja una parte del vino en inox pero pasa otra a toneles de madera francesa de varios usos. En ambos casos conserva las lías finas, que remonta cada 15 días durante 7 meses. Posteriormente ensambla ambos líquidos para embotellar y sacar al mercado.
Como todo objeto valioso, el producto final se presenta envuelto; en este caso en fino papel de color blanco, con una cinta roja y una bonita tarjeta. En la etiqueta de la botella se puede ver un dibujo de la casa de Antonio y una frase de Ramón Cabanillas, célebre escritor cambadés, que dice así: «Ninguén no desconcerto desta casa sen dono, sabe si está esperto ou metido nun sono».
Desconcierto es un vino que por fuerza y salinidad no puede negar su origen atlántico, pues sus bayas han nacido al lado de la arena y del mar. Es ideal para acompañar todos los productos que rodean a las propias viñas: marisco, pulpo, pescado, pero dada su fuerza y cuerpo también para otro tipo de maridajes más rompedores. Una vez en copa invita a no dejar de beber y es que la botella se termina rápidamente sin que uno se dé ni cuenta…
Actualmente Antonio elabora unas 8.000 botellas, aunque la capacidad máxima de la bodega es de 12.000. Más de la mitad de la producción se destina al mercado español y sobre 35% a exportación (USA y Alemania principalmente).
Por cierto, el nombre del vino proviene de la época en la que el estudio de arquitectura construyó la vivienda familiar, pues dado el moderno estilo y las ventanas redondas, nadie sabía de qué se trataba, y por tanto los habitantes del pueblo estaban «desconcertados«.
Tras la visita a las viñas y bodega, probamos vino de los depósitos, de la barrica y de botella. Antonio nos ofreció además unas espectaculares conservas de la zona, además de jamón, que combinaron perfectamente con la cata vertical de Desconcierto. Nos gustaron todas las añadas, cada una con su personalidad, demostrando una buena capacidad de envejecimiento.
Puede que en un principio el vino de Antonio Galiñanes naciese en medio del abundante mercado de Rías Baixas rodeado de un halo desconcertante. Sin embargo está claro que en poco tiempo ha demostrado que viene para quedarse, con fuerza pero con clase. Podéis visitar su web pinchando aquí.
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