Diario de Tailandia, día 22: Bangkok-Madrid

VIERNES 13 NOVIEMBRE 2015

Nos levantamos a las 6:15 para bañarnos por última vez en la piscina infinita del hotel, pero era tal el cansancio acumulado, que declinamos finalmente la idea y dormimos un rato más.

Nos pegamos otro desayuno monumental, sobre todo yo, pues Pela comió menos, y él se fue antes para el cuarto. Cuando subí yo, me di cuenta de que no tenía tarjeta de la habitación y me fue imposible acceder a la planta, pues en el ascensor hay que introducir la tarjeta para que te deje en la planta correcta. Hasta para ir por las escaleras tenías que tener tarjeta (aunque no iba a subir los casi treinta pisos…). Finalmente tuve que bajar a recepción para que me hiciesen otra copia.

Amaneciendo en Bangkok

Una vez en el cuarto, cerramos maletas y bajamos a recepción para que nos devolviesen los 1000B (que no nos dieron hasta que les enseñamos el recibo de haber pagado la habitación).

Nos despedimos del hotel Eastin Grand Hotel y tomamos el BTS hasta Phaya Thai; una vez allí cambiamos a la línea que va al aeropuerto, tardando una hora en total en llegar a destino. Los billetes nos costaron 37B/0’9€ hasta Phaya Thai y 47B/1’2€ hasta el aeropuerto.

Asientos reservados para monjes

Una vez en el aeropuerto filmamos las dos maletas por 300B/7’5€, lo que nos pareció baratísimo y, además, lo hicieron muy concienzudamente. Pasamos a continuación el control de seguridad y el de inmigración, en donde hay que entregar el documento que entregan a cada turista el día que entra en Tailandia. Antes de salir por la frontera nos hicieron otra foto.

Últimas compras en el aeropuerto

En las tiendas que había en la zona de las puertas de embarque gastamos los últimos bahts que nos quedaban comprando dos imanes para mi suegra y para un compañero de Pela que los colecciona (200B/5€). Además tomamos dos iced teas (uno de matcha y otro de habas) por 235B/5’8€ y cogimos unos snacks con la calderilla que sobraba (100B/2’5€).

Vistas desde el avión

Al poco tiempo embarcamos, despegando sobre las 11:15. El vuelo duró 13 horas, que empleamos en comer, ver películas y dormir. Nos dieron un snack (galletas y bebida) y al rato la comida (gambas con curry, ensalada de patata y pollo, pastel de chocolate), pero no fuimos capaces de acabarla. Luego pedimos un whiskey para Pela y un gintonic para mí con el fin de celebrar el fin de las vacaciones y pasar mejor el viaje, aprovechando, claro está, que las bebidas estaban incluidas en el precio del billete.

Comida avión Comida avión

Al rato nos dieron la merienda (nachos con salsa, dulces, bombones, etc.). Cuando quedaban dos horas para llegar nos sirvieron la cena (pasta con espinacas y queso, bizcocho de plátano y café). Llegamos en hora a Londres, con el tiempo justo para pasar el control de seguridad y el de pasaportes.

El avión era también grande, pero esta vez de Iberia; no nos dieron ni una aceituna. Llegamos a Madrid sobre las 22 horas pero entre que nos dejaron en la satélite de Barajas (tuvimos que caminar un buen trecho) y esperamos a por las maletas otro rato, no salimos hasta las 23 horas del aeropuerto. En tierra nos esperaban Tamara y Elías, que nos habían venido a buscar.

Vuelta a la vida española

Tomamos unas cervezas en el Bar de Las Jotas, del barrio de La Elipa, antes de ir para su casa. Mientras nos duchábamos Elías preparó salmón a la plancha y una ensalada para cenar. Justo ese día fue el atentado en París así que nos quedamos viendo las noticias hasta tarde.

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