Nos levantamos a las 4 de la madrugada, desayunamos algo en el cuarto y cerramos las maletas, pues a las 4:45 venía a buscarnos el tuc-tuc que nos había contratado Víctor, del Hotel Top Garden, para llevarnos al aeropuerto de Chiang Mai, en donde teníamos que coger el vuelo hasta Krabi. El señor llegó incluso antes de la hora y nos puso luces de neón que llevaba de adorno, dando un cante que no veas, para hacernos reír y para que le sacásemos fotos; fue muy majo. Le pagamos 250B/6’25€.
Tuc-tuc en Chiang Mai
Al llegar al aeropuerto hicimos el check in con Air Asia y pasamos a la zona aire; a las 6:25 estábamos despegando. Se suponía que el vuelo duraría dos horas pero llegamos a destino con casi 30 minutos de antelación.
Cogimos las maletas y al salir fuera de la zona de equipajes nos empezaron a acosar las compañías de transporte. Había un punto de información justo al salir a la izquierda así que le preguntamos al chico cuál era la mejor manera de ir a la isla de Koh Lanta. Nos dijo, muy amablemente, que la opción más barata era coger un shuttle/bus hasta la Bus Station por 80B/2€ y luego allí coger una van de las que salen cada cierto tiempo en dirección a la isla. No nos recomendó viajar con las empresas que estaban acosando a los turistas en la puerta de equipajes, con oficina en el aeropuerto, por algo sería…
Además nuestros amigos belgas, Ivette y Dirck ya nos había comentado que habían viajado con TIGER, metiendo 16 personas en un microbús con todas sus maletas, yendo como sardinas durante tres horas.
Le hicimos caso y compramos dos billetes de bus. El primero se llenó y no llegamos a coger plaza así que tuvimos que esperar un poco al siguientes. El conductor arrancó y en la primera parada, muy a nuestro pesar, nos dejó en la sede de la empresa TIGER en vez de en la Bus Station, ¡¡¡nos había estafado!!! Creemos que el conductor, que era un desagradable, estaba compinchado con los de TIGER y por una comisión seguro que dejaba allí a los turistas, diciéndoles que era la Bus Station.
Pelayo se acercó a preguntarle al susodicho que por qué bajaban nuestras maletas del bus si aquello no era la Bus Station y el tío desvió la mirada y se marchó. Yo pregunté a dos chicos que andaban por allí para saber si aquello era la Bus Station, contestándome uno que sí y otro que no… Además no paraban de acosarnos con el fin de que les comprásemos los billetes de transporte hasta nuestra isla pero no les dijimos en ningún momento a dónde íbamos.
Yo me puse un poco nerviosa porque no sabíamos donde estábamos exactamente… Salí a la calle y vi que había un Seven Eleven al lado así que entré a preguntar si la Bus Station estaba lejos, respondiéndonos la chica que sí. En ese momento vi como paraba un taxi justo delante de la puerta y se bajaba una señora de él. Aproveché para hablar con el taxista y preguntarle cuánto nos cobraba por llevarnos a la Bus Station, respondiéndome que 200B/5€, así que nos subimos.
De camino a la estación nos comentó que el ferry había empezado a funcionar hacía unos días (pues justo comenzaba la temporada alta) y que quizás era mejor opción que ir en bus y van hasta Koh Lanta (pues hay que embarcar los minibuses en dos transbordadores). Nos dijo que por alrededor de 400B/10€ podíamos sacar el billete de ferry así que cambiamos de opinión y le dijimos que nos dejase en el puerto (creo recordar que se llamaba Kong Ka Pier o Chao Fah Pier, en Kong Kha Road).
El puerto resultó estar muy cerca de la oficina de TIGER, podíamos haber bajado caminando las calles hacia el mar y lo hubiésemos encontrado, ¡¡pero quién lo sabía!! Pelayo intentó renegociar el precio con el taxista (pues finalmente estuvimos sólo unos pocos minutos dentro) pero fue imposible; tengo que decir que no me gustaron mucho los habitantes de Krabi, igual tuvimos mala suerte…
Resumiendo: opino que la manera más cómoda, rápida y para evitar que os engañen como a nosotros, es coger un taxi en el aeropuerto de Krabi hasta el puerto. Según Google Maps hay 13 kilómetros entre los dos, así que regateando un poco con ellos seguro que conseguís un buen precio y os ahorráis disgustos.
Le pagamos al taxista y compramos los tickets a una señora muy amable que nos cobró 900B/22’5€ por dos billetes de ferry. Nos guardó las maletas mientras fuimos a desayunar a un bar que estaba casi enfrente, llamado EASY CAFE, y que ella misma nos recomendó.
Pelayo pidió un sandwich con champiñones y yo un croissant relleno de omelette y ensalada, para beber un café americano con hielo, un mango milshake y un café expreso (265B/6’6€). Todo muy bueno y la atención correcta y eficiente. Aquí tenéis la opinión y más fotos del local.
Volvimos al Pier y empezamos a embarcar sobre las 11. Los barcos por fuera tenían buena pinta, recién pintados de color lila, pero por dentro estaban viejísimos. Nos sentamos en la planta de arriba, pues abajo hacía mucho calor, olía a gasóleo y el ruido del motor era horrible. Zarpamos sobre las 11:45 y la tripulación nos pidió que cerrásemos las ventanas, pese al calor, pero no nos explicaron porqué así que en cuanto se despistaban volvíamos a abrir y luego pasaba un trabajador cerrándolas todas… Así todo el viaje.
El barco sólo hizo una parada antes de llegar a Koh Lanta: dos lanchitas de madera más pequeñas y descubiertas vinieron a buscar a cuatro pasajeros de nuestro barco. Justo en ese momento estaba lloviendo bastante así que debieron de llegar pingando a su destino.
Alrededor de las 14 horas llegamos al puerto de la isla de Koh Lanta, en donde tuvimos que pagar 10B/persona en concepto de tasa, nada más atracar, para poder entrar en la isla. Fuera del pequeño puerto nos esperaba un chico muy sonriente con un cartel que llevaba mi nombre escrito. Resulta que vi en la web del hotel que venían a buscarte al embarcadero de Sala Den gratuitamente así que habíamos llamado por teléfono esa misma mañana para que nos viniesen a buscar. Nos llevó en una especie de tuc-tuc hasta nuestro hotel, el LANTA SAND RESORT AND SPA, lo que nos llevó alrededor de 10-15 minutos.
Una vez allí nos recibió el botones, que ya se encargó de trasladar las maletas a nuestra habitación. Hicimos el check in y nos indicó el camino. La verdad es que decidirme por un hotel en Koh Lanta me llevó tiempo, pero creo que acerté y os voy a explicar por qué:
-no quería que estuviese muy alejado del puerto y pueblo de Sala Den, por facilidad al coger el barco o si necesitábamos comprar algo en sus tiendas y mercados (pues hay algunos hoteles que están verdaderamente aislados)
-quería que tuviese servicio propio de alquiler de motos, que es muy cómodo
-busqué que estuviese enfrente de una playa de arena no demasiado concurrida en donde nos pudiésemos bañar (pues hay zonas de piedras o coral en las que no te puedes meter), resultando tener una bonita y amplia playa a 20-30 metros de la puerta de la habitación llamada Long Beach
-como habíamos cogido hasta el momento habitaciones muy baratas, aquí nos “desmelenamos” y pagamos alrededor de 65 euros/noche por una especie de villa con bañera exterior que era una cocada.
-tenía piscina y estaba en medio de la vegetación, un entorno muy bonito
-el desayuno buffet estaba muy bien, con productos locales y foráneos.
-cuidado: además de villas tienen un edificio de habitaciones normales del que las críticas no son demasiado buenas…
-la habitación es amplia y dispone, además de un cuarto de aseo normal, de un precioso baño al aire libre (tranquilos, está vallado, nadie os verá)
Os dejo aquí la opinión que escribí del hotel en Tripadvisor, que por cierto, nos encantó, fue el mejor de nuestro viaje por la relación calidad-precio y el encanto.
Dejamos las cosas en la habitación y salimos a dar una vuelta por la playa, en busca de un local en donde comer algo. Pasamos varios chiringuitos de bebidas y helados y, finalmente encontramos, una cabaña con thai food que nos tuvo buena pinta llamada SOMEWHERE ELSE. Eran todos de la misma familia, o al menos eso nos pareció, pues comieron después todos juntos en una mesa, con varios niños jugando y corriendo alrededor.
La carta era muy extensa, como es habitual en Tailandia, y bien de precio. Pedimos:
–Ensalada de papaya verde para compartir
–Noodles fritos con calamares y gambas para Pelayo
-Pad thai para mí
Estaba todo buenísimo. Para beber tomamos dos cervezas grandes. Pagamos 460B/11’5€. De repente vimos que la familia bajaba unos toldos exteriores que tenía la cabaña y en unos segundos cayó el mayor aguacero que hemos visto durante nuestra estancia en el país. Decidimos esperar para salir y entonces nos pusimos a jugar al ping pong en una mesa que tenían. A mayores pedimos un café y dos helados (160B/4€). Os dejo aquí la opinión y más fotos de este agradable lugar.
Cuando amainó un poco nos despedimos de la agradable familia y salimos corriendo hasta nuestro hotel. Una vez allí yo me acosté un rato y Pela, que no tenía sueño, se fue a dar una vuelta por los alrededores del hotel.
Sobre las 19 horas, cuando ya había amainado prácticamente del todo la lluvia, dimos una vuelta juntos por la playa. Caminamos hasta que llegamos a un amplio riachuelo que desembocaba en la playa (imagino que por las lluvias) así que dimos la vuelta por no mojarnos al atravesarlo. La playa estaba llena de agradables chiringuitos para cenar, tomar una copa, darse un masaje, mini supermercados, oficinas de turismo, etc., pero no había demasiada gente porque aún estaba empezando la temporada alta.
Decidimos cenar en uno de madera, bastante rústico, llamado Wadis, en el que las mujeres llevaban velo, pues hay gran cantidad de musulmanes en la isla (veréis seguramente alguna que otra mezquita). Queríamos probar la comida thai versión musulmana así que era el momento ideal. Esto fue lo que cenamos, que fue demasiada cantidad de platos, pero es que Pelayo se emperró en pedir Morning glory, que le encanta:
-Deep beef con keffir lime leaves
-Morning glory en salsa de ostras
-Curry rojo con pato
-Arroz blanco
Para beber pedimos una cerveza Shinga y un zumo de frutas, pagando 660B/16’5€. Estuvimos un rato escuchando la música del karaoke del chiringuito de al lado, que estaba lleno de familias holandesas con niños.
Luego volvimos para el hotel por la playa, que estaba plagada de cangrejos, y nos entró ganas de jugar al ping pong cuando pasamos por el chiringuito en el que habíamos comido al medio día así que entramos nuevamente. Pela pidió un café con hielo y yo un té con lemon grass (sin embargo me sirvieron una limonada). Yo gané la primera partida así que empezamos una segunda pero no nos dio tiempo a acabarla, pues cerraban ya el local. Pagamos 180B/4’5€.
Volvimos para el hotel, donde nos esperaban unas bonitas ranas posadas en la puerta de nuestra habitación. Tuvimos que untarnos bien de antimosquitos, pues estaba lleno de ellos, dada la vegetación que hay en el hotel.
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