Diario de Sri Lanka, día 5: Lion Rock y Pidurangala

SÁBADO 6 OCTUBRE 2018

Nos levantamos a las 9, hora a la que habíamos acordado el desayuno el día anterior. Nos atendió el dueño del hotel, que es muy amable. Como fue guía en la Lion Rock durante varios años, antes de construir su propio alojamiento, nos dio buenos consejos sobre la visita a la misma. El desayuno fue completo, con fruta, tostadas, café o té, etc. El hotel Sigiriya Water Cottage es aún más bonito por el día…

Hotel Sigiriya Water Cottage

Tras el desayuno nos preparamos para ir a la Roca del León o Lion Rock, entrando por la puerta que nos dijo el dueño del hotel, pues es la que usan los locales y así no nos atacaron los vendedores. La gran Roca del León mide 200 metros, de origen volcánico y, a pesar de la erosión, se sigue divisando desde prácticamente cualquier punto de la llanura que la rodea.

Roca del León. Sigiriya

Dejamos el tuktuk en el aparcamiento y nos dirigimos al Museo, pues es allí donde venden los tickets. Íbamos preparados para una gran cola pero al llegar nos llevamos una muy agradable sorpresa, pues sólo había dos personas esperando. Eran las 10:45, por lo tanto fue mejor dejar pasar al mogollón de excursiones que siempre entran temprano. Pagamos 5070 rupias por las dos entradas, es decir, 15$/persona. Al salir nos encontramos con un gran lagarto.

Roca del León. Sigiriya

El ticket consta de tres partes que van rasgando a medida que el visitante avanza (dos en la roca y uno para ver el Museo). En la propia entrada a la roca se nos acercó un guía oficial, como ya nos previno el dueño del hotel, y nos ofreció sus servicios a cambio de 20$. Nos había advertido además que el precio justo eran 2000/10$ rupias así que fue lo que le ofrecimos, a lo que se negó. Al cabo de un rato accedió finalmente por 10$ así que entramos con él, que por cierto se llamaba Nimel.

Roca del León. Sigiriya

El guía nos acompañó todo el trayecto, hacia arriba y hacia abajo, lo que nos llevó unas dos horas (eso sí, la subida fue muy rápida, no sé si todo el mundo puede subir las escaleras a ese ritmo…).  Nos explicó que el Rey Kasyapa fue el artífice de que, durante el siglo Vd.C., se construyera el palacio en lo alto de la preciosa roca, convirtiéndose en una de las tres antiguas capitales del país (junto con Anuradaphura y Polonnaruwa) y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982. Kasyapa consiguió el trono asesinando a su padre, Rey de Anuradhapura, aunque realmente le correspondía a su hermano mayor, quien huyó a la India. Dada la impopularidad de Kasyapa tras los hechos, éste tuvo que abandonar Anuradhapura y levantó otra capital, en Sigiriya. Tiempo después el hermano mayor volvió con un ejército a Sigiriya en busca de venganza, lo que terminó con el suicidio del Rey Kasyapa.

Roca del León. Sigiriya

Pudimos observar el complicado sistema de ingeniería que llevaba agua por todo el recinto, los preciosos jardines, los lugares de reunión del Rey con sus asesores, su zona de descanso, etc. Son llamativas la Puerta del León, de la que todavía se pueden observar las garras (la cabeza se perdió) y el Muro de Espejos.

Roca del León. Sigiriya
Puerta del León

La subida puede llegar a ser durilla, pero se puede hacer en tramos; además hay que tener cuidado con los avisperos de velutinas (los carteles avisan que no se debe de gritar para no agitarlas), pues hay alguno gigante.

Cartel de aviso y avisperos

Además a medio camino se pueden observar los maravillosos frescos de Sigiriya. Hubo en su momento una inmensa galería con 500 mujeres semidesnudas, concubinas pertenecientes al harem del Rey, pues un tatuaje de tres círculos en el cuello las identificaba. La técnica que se utilizó fue de pintura rápida sobre yeso húmedo, que absorbe rápidamente y por lo tanto es prácticamente imposible borrar los errores (por eso se ven a veces trazos muertos o un tercer pecho en una de las jóvenes). Para realizar la obra se utilizaron miles de piezas de bambú que tuvieron que ser transportadas hasta lo alto de la roca.

Roca del León. Sigiriya
Copia de los frescos en el Museo de Sigiriya
Roca del León. Sigiriya
Escaleras de ascenso a los frescos

Desgraciadamente la mayoría fueron destruidas, restando solamente 23 pero no todas están expuestas al público. Por lo que nos contó el guía, tras la muerte del Rey Kasyapa los monjes ocuparon el lugar y como no podían meditar con todas esas pinturas de mujeres medio desnudas estropearon todas las que estaban a su alcance. Se ve perfectamente cada detalle y se puede adivinar el origen de cada mujer por su atuendo, peinado, facciones, etc. Aviso que no se pueden fotografiar, y de hecho hay un guardia permanentemente vigilando.

Roca del León. Sigiriya

Roca del León. Sigiriya
Cueva de la cobra

Una vez arriba se puede caminar entre las piscinas, fosos, murallas,tronos  y distintos niveles, además de admirar el paisaje en 360º por lo que opino merece la pena el esfuerzo. Para mí fue una de las visitas más interesantes del viaje a Sri Lanka por lo que si vais, intentad subid. El guía nos gustó mucho así que al final le dimos 2500 rupias/13€.

Roca del León. Sigiriya
Vistas
Roca del León. Sigiriya
Trono
Roca del León. Sigiriya
Vistas de Pidurangala desde la Roca del León

Roca del León. Sigiriya

Cuando regresamos a la base decidimos visitar el Museo, del que estaba cerrado una gran parte por trabajos de restauración así que lo vimos rápidamente. Lo bueno es que hay una reproducción de los frescos de las concubinas que sí se puede fotografiar. El edificio es precioso, con vegetación en el interior, pero las humedades y la falta de mantenimiento es atroz.

Nuestro guía
Roca del León. Sigiriya
Museo

Cuando regresamos al aparcamiento resulta que nuestro tuktuk olía a gasolina y es que un mono había mordido la botella que llevábamos llena (por si nos quedábamos tirados), y había puesto todo perdido, incluido el abrigo de Pelayo, que nos habíamos olvidado en el maletero. Volvimos para el Sigiriya Water Cottage y el dueño del mismo nos ayudó a limpiarlo con una manguera y un cubo de agua con jabón.

Lavando el tuktuk

Lo dejamos secando en la finca y él, en su propio tuktuk, nos llevó a un restaurante local que estaba muy cerca llamado Ambasewana para que pudiésemos comer algo. Allí pudimos degustar el único plato que elaboran, arroz con diferentes currys: baby jack, lentejas, pollo, etc. Pagamos 1080 rupias/5’5€ por la comida y la bebida (refresco y agua). La verdad es que estaba todo muy bueno y durante el rato que allí estuvimos sólo entraron locales, que comían con las manos, y se iban.

Rice and curry

Ambasewana Sigiriya

Volvimos al hotel caminando, en donde nos bañamos y descansamos un poco. Al rato decidimos visitar la roca de Pidurangala así que Pelayo condujo nuestro tuktuk, ya seco, hasta la base de la roca.

Hotel Sigiriya Water Cottage

Hotel Sigiriya Water Cottage

Al llegar la vi tan alta, el cielo estaba tan nublado y me pesaban tanto las piernas de la subida de la mañana, que dudé un momento en subir. Un chico muy amable nos atendió en la entrada y nos animó fervientemente así que pagamos las entradas (500 rupias por persona/2’5€) y nos quitamos los zapatos, pues realmente se trata de la entrada a un templo budista. Pasados unos metros, en cuanto comienzan los escalones, nos calzamos  otra vez (como hace prácticamente todo el mundo).

Pidurangala
Buda tumbado
Pidurangala
Ascenso final
Pidurangala
Vistas de la Roca del León desde Pidurangala

El ascenso nos llevó unos veinte minutos, a buen ritmo, con una única zona complicada que es el tramo final, pues hay que escalar literalmente unas rocas para poder llegar al punto más alto (no es peligroso, no os preocupéis, pero hay que estar un poco ágil). Había muchísimos locales que hacían más lenta la subida pero aún así es bonita, además hay un Buda tumbado por el camino.

Pidurangala
Vistas desde Pidurangala

Pidurangala

Tras cientos de fotos desde la parte alta, pues las vistas son impresionantes, sobre todo de la Lion Rock, iniciamos el descenso. Empezó justo a lloviznar cuando estábamos llegando al aparcamiento así que rápidamente subimos en el tuktuk. El piloto nos avisaba de que teníamos poca gasolina así que fuimos en busca de una estación, que resultó estar muy lejos, de hecho tuvimos que abandonar Sigiriya y llegar hasta el pueblo anterior. Como no sabíamos si llegaríamos (y dado que los monos nos habían roto por la mañana la botella extra que llevábamos), tras mucho preguntar, encontramos un ultramarinos en donde pudimos comprar una botella de un litro con un poco de gasolina (180 rupias/0’9€) pero me costó entenderme con la dueña de la tienda, de hecho es la única persona antipática que vimos a lo largo del viaje. Cuando finalmente llegamos a la gasolinera, resulta que el depósito no estaba tan vacío como decía el piloto, teníamos de sobra… Así que acabábamos de encontrar otra cosa que no funcionaba en el tuktuk…

Pidurangala

Volvimos a Sigiriya y nos dirigimos directamente al restaurante en el que habíamos cenado el día anterior, llamado Wijesiri, pues no nos apetecía dar más vueltas ni hacer muchos  más kilómetros. El hombre nos recibió muy sonriente cuando nos vio y enseguida nos asignó una mesa, informándonos de que ya tenía cerveza.

Restaurante Wijesiri. Sigiriya
Pelayo sirviendo té de cerveza

Para librarse de las multas de la Policía, pues no tiene licencia para servir alcohol (al parecer al ser zona musulmana es carísima), sirve la cerveza en teteras y le da al cliente una taza de té para beberla, ¡¡es un crack!! Pedimos dos de noodles, un agua con gas y dos cervezas.

Restaurante Wijesiri. Sigiriya

Los noodles resultaron ser fideos en vez de tallarines, pero es que nos percatamos que es el estilo srilankés, pues en todos lados los preparan de este modo, y bastante sosos. Cargándolos bien de la salsa picante de la casa se dejaron comer (lleva chile, ajo, pequeñas gambas deshidratas y azúcar). Pagamos por todo 2820 rupias/14’5€. Por cierto, no puedo resistirme a poner una foto de los preciosos carros que hay en el borde de la carretera, muchas veces se ven cebús al lado dscansando.

Volvimos al hotel y a dormir, aunque alguien nos despertó a las 7 de la mañana, pues habían llegado nuevos huéspedes y debían de venir a buscarlos para alguna excursión, confundiéndose de habitación…

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