MIÉRCOLES 3 DE OCTUBRE 2018
Una vez que salimos de la zona aire, llegamos al vestíbulo del aeropuerto, en donde se encuentran las casas de cambio. Cambiamos allí un poco de dinero, de euros a rupias (1 euro=189’9 rupias cuando el cambio estaba a 195) y después nos acercamos a las tiendas de telefonía. Había varias pero sólo en DIALOG había cola así que finalmente nos decantamos por AIRTEL, que era la única que conocíamos. Nos atendió un chico joven que hablaba inglés muy bien y en pocos minutos ya teníamos funcionando las tarjetas SIM srilankesas en nuestros teléfonos. Como íbamos a usar Google Maps durante muchas horas cogimos dos SIMs con 20 Gigas de datos cada una, pagando 3400 rupias/tarjeta (17’5€), una ganga. Los gigas fueron más que suficientes pero sí que tengo que decir que en algunos sitios nos quedábamos sin cobertura. Nos enteramos después de que la mejor compañía del país era Dialog, por eso había cola en el stand… Así que os recomiendo que esperéis un poco y cojáis la SIM de esta compañía.
Yo había negociado con el Hotel que nos viniesen a buscar al aeropuerto a cambio de 13$ así que buscamos el cartel con mi nombre y así fue, allí había un hombre esperando por nosotros. Resulta que no era un conductor del hotel, sino un taxista que había sido contratado por el alojamiento. Se trataba de un chaval joven muy simpático con el que fuimos charlando hasta Leisure Villa. Una vez allí nos recibió Asha, la dueña de la casa, quien pagó al taxista (al día siguiente incluyó el cargo en la factura).
Asha nos dio una botella de agua y nos enseñó la habitación, que daba al patio, con un pequeño jardín. El cuarto era amplio, sencillo y limpio, con baño y dos camas. Había sólo una pastilla de jabón, lo es que es bastante habitual en las guesthouse (por si queréis llevar algo de champú y acondicionador o comprarlo en un supermercado de allí).
Comimos los últimos bocadillos que llevábamos en el jardín de la casa, nos duchamos y salimos caminando a pie hasta la oficina de Pick and Go Travels, pues no estaba muy lejos de allí. Por el camino nos encontramos a Rocky, que iba en una enorme y moderna furgoneta, quien paró a saludarnos. Nos dijo que él tenía que salir pero que había gente para atendernos.
Al llegar a la oficina resultó ser la casa de Rocky, una enorme edificación de varias plantas, con una oficina al aire libre debajo del porche de la casa. Se ve que le va bien el negocio…
Nos atendió un chico muy seco llamado Damnika, quien nos cobró 361€ por el alquiler de 15 días, seguro y gastos por el AAC de Pelayo. Además le dimos 150€ de fianza que nos devolvieron a la vuelta. Le dimos todo en euros porque así el último día nos devolverían la finanza en euros y no en rupias. Eso sí, tuvimos que darle hasta el último euro, menos mal que llevábamos monedas… Nos avisó que si teníamos alguna avería podíamos llevar el tuktuk a un taller y nos devolverían el importe de la factura al devolverlo el último día.
Nos entregó la documentación del tuktuk y el carnet de Pelayo para después llevarnos a dar una vuelta con uno de los tuktuks de la empresa, con el fin de mostrarnos cómo funcionaba. Nos dijo que el nuestro lo habían lavado y estaba secándose todavía. Pelayo cogió el funcionamiento enseguida, pues está muy habituado a llevar moto, así que volvimos al poco para la oficina.
Una vez allí nos entregó ya el definitivo y nos guió hasta una gasolinera (él iba delante en moto) en donde llenamos el depósito por 960 rupias/5€. Nos dijo que lo podíamos devolver, por tanto, sin el depósito lleno. Nuestro tuktuk era de color rojo y en ese momento nos dio la impresión de que estaba bien, sin embargo no fue así. Había otros en la oficina de color verde que nos dio la impresión de que estaban en mejores condiciones.
Fuimos a dar una vuelta por el centro de la ciudad, Main Road, para que Pelayo se habituase al tuktuk pero no sé si fue la mejor idea, pues el tráfico era infernal. Aquí podéis ver algún vídeo más. Vimos un supermercado COOP así que paramos a comprar factor solar, antimosquitos a base de clavo y una botella de agua, pagando 1335 rupias/7€. Preferimos entrar en una tienda con precios a la vista que regatear, pues tampoco sabíamos todavía el precio de las cosas.
Buscamos una casa de cambio que nos había recomendado una amiga, Jewel Lanka, en el número 188 de Main Street, al lado de unos canales de agua. Allí me dieron 196’5 rupias por cada euro (cuando el cambio estaba a 195) así que es la primera vez que me dan más dinero que el cambio del día… No volvimos a ver un cambio mejor a lo largo del viaje así que os recomiendo cambiar en Negombo la mayor parte del dinero que llevéis en efectivo.
Pelayo prefirió quedarse esa tarde en Negombo en vez de arrancar para otra localidad así que nos dirigimos al Mercado de pescado. Una vez allí no tuvimos el valor de entrar debido al fuerte olor, sólo pasamos por fuera. En los alrededores había grandes superficies cubiertas con telas sobre las secaban pescado al sol.
Por cierto, nos paró el primer Policía por el camino, solicitándonos los papeles del tuktuk y toda la documentación de Pelayo (Permiso Internacional y AAC incluido). Una vez que vio todo nos dejó marchar pero primero nos hizo un movimiento de cabeza que nos hizo confundir; resulta que el sí en Sri Lanka se hace balanceando la cabeza hacia los lados (como girándola alrededor de la nariz), gesto parecido a nuestro no, por lo que nos costó acostumbrarnos los primeros días.
Continuamos por la carretera que va paralela a la playa en busca de algún sitio para comer. Nos decidimos por uno llamado Fish and Chips, pues lo recomendaban en uno de loas webs que había leído. A pesar del nombre, sirven comida local, sobre todo productos del mar. Los restaurantes que hay por esta zona, turística por estar en la playa, son un poco más caros pero aún así para los europeos están muy bien de precio.
Nos recibieron amablemente, aparcando el tuktuk justo en la puerta del local. Tras ver la carta pedimos lo siguiente:
-Combinado de pescados y mariscos para dos
Para beber pedimos tres cervezas grandes Lion y dos cafés de pota (en realidad trajeron la tetera y nos sobró un montón), pagando 4867 rupias/25 euros.
Luego nos dirigimos a la playa, en donde nos cobraron 50/0’25€ rupias por aparcar el tuktuk. Había muchos locales por la zona paseando, charlando, bañándose, disfrutando de la caída del sol, etc. Comprobamos que el agua estaba estupenda de temperatura, pues metimos los pies; eso sí, vino una ola y nos empapó los pantalones (las playas en general tienen mucha pendiente y la arena se hunde muchísimo por lo que las olas suben rápidamente y a veces es difícil escapar).
En la zona había varios puestos de comida, una piscina para niños, etc., por lo que se ve que es un sitio de ocio para los locales. Se nos acercó un chico que vendía pulseras y como era muy simpático al final le compramos un par de pulseras para nosotros y un collar para Olaya, la hija de Pelayo, hecho con un diente de tiburón que según él lo había encontrado en la playa (200 rupias/1€).
Empezó a lloviznar así que volvimos para el hotel, dejando aparcado el tuktuk en el callejón lateral del alojamiento, con las capotas bajadas para que no entrase el agua. Una vez en el cuarto nos tumbamos en la cama y nos quedamos sopas sin querer, durmiendo intermitentemente hasta las 7AM del día siguiente, así que ya no salimos ni siquiera a cenar.
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