
VIERNES 12 OCTUBRE 2018
Tras recomendación de Danushka, el dueño del hostal McQueen, decidimos hacer la caminata a Ella’s Rock por la mañana así que desayunamos en la terraza del hostal a las 8:30: tortitas con especias, coconut sambol, fruta, té, etc.; estaba todo muy rico y abundante.
Tras el desayuno preparamos las mochilas e iniciamos la caminata, que nos llevó un total de 3’5 horas. El ascenso lo hicimos en una hora y veinte minutos, llevándome Pelayo con la lengua fuera. Salimos del hostal hacia Ella, en donde hay que coger una cuesta que sale a la derecha, casi al final del pueblo (muy cerca de la caseta de información).

Dicha cuesta, que es terriblemente empinada, desemboca en las vías del tren. Hay que cogerlas en dirección a la izquierda y seguirlas durante la primera parte de la ruta, que es muy llana y preciosa.
Hay que atravesar un puente de metal que si tenéis miedo a las alturas igual os hace sufrir un poco. Aparte de turistas nos encontramos algún que otro local con herramientas, ganado, etc.


Os toparéis con la Estación de tren de Kithalella, en donde hay gente que monta puestos y ofrece numerosas cosas; ojo que en todas las webs advierten que no hay que hacerles caso, desconocemos porqué.
Aquí llega un punto en el que hay que dejar las vías del tren girando hacia la izquierda y cruzando un puente que pasa por encima de un riachuelo. No se ve demasiado bien, de hecho nosotros preguntamos a un señor que pasaba caminando.

En este puente también había puestos para turistas con recuerdos, comida, bebida, etc. Ese día había ropa colgada en la barandilla del puente, tras hacer la colada en el río, pero desconozco si es una práctica diaria.

Una vez que atravesamos el riachuelo nos encontramos con una señal en la que indica el camino más corto hacia la derecha y el más sencillo hacia la izquierda.
Nos decidimos por la izquierda, subiendo por una pequeña cuesta de tierra. Nos encontramos con un termitero más alto que nosotros.
Este camino de la izquierda que atraviesa una plantación de té. Apareció de repende un galpón en el que el señor al que le habíamos preguntado por el desvió, que iba por delante de nosotros, se sentó a tomar algo. Debe de ser el último punto en donde se pueden comprar bebidas.
A partir de ahí la ruta se empieza a empinar y de hecho el final está lleno de piedrecillas y rocas, volviéndose ligeramente complicado.
Una vez en la cumbre, tras un buen esfuerzo, resulta que la niebla era tan espesa que no se veía nada. Por cierto, había más puestos y gente ofreciendo de todo.

Como la niebla no se movía ni un poco al cabo del rato decidimos iniciar la bajada.
Al llegar a las vías del tren paramos en un puesto que ya habíamos visto al subir, con el fin de tomar un coco cada uno. Había una chica muy amable que nos partió un par de cocos con un machete y nos fabricó una cuchara con la cáscara para comernos el interior, una vez bebido el agua. Cada coco nos costó 20 rupias/0’1 euros y estaban riquísimos.
Continuamos el camino, dejando atrás la estación de tren y el puente metálico. De repente se empezó a escuchar el pitido del tren, muy lejos. Poco a poco se fue acercando y de repente apareció el tren, que parecía de juguete. Aquí podéis ver el vídeo completo.
Circulaba muy despacio así que da perfectamente tiempo a echarse a un lado y verlo pasar. La gente saludaba amigablemente desde las ventanas. Nos hizo mucha gracia una especie de carretilla que iba atada atrás. Por cierto, Pelayo prefirió dejar su cámara entre la hierba y ver lo que grababa, podéis ver aquí el resultado.
Finalmente llegamos al hostal, en donde agradecimos la ducha. Después quisimos ir a comer a un local que estaba a las afueras así que cogimos el tuktuk y Danushka, el dueño del alojamiento, se subió con nosotros para indicarnos el atajo que había que tomar en la carretera para llegar a pie al famoso Puente de los Nueve Arcos.
Sin embargo nuestro amigo el tuktuk se paró unos metros después de haber arrancado y ya no se movió más. Lo empujamos de vuelta hasta el hostal, con ayuda de unos vecinos, y allí lo dejamos. Danushka nos dijo que marchásemos a comer y que él se encargaría de llamar a un mecánico para que lo viniese a ver en el propio hostal, gesto que agradecimos enormemente.
Por lo tanto caminamos hasta la calle principal y entramos en uno de los primeros locales que había, pues no teníamos mucho tiempo hasta la hora que pasaba el tren por el Puente de los Nueve Arcos (de todos los horarios nos había informado previamente Danushka). El local se llamaba Raha, y esto fue lo que pedimos:
-Chicken Devilled para Pelayo
-Nasi Goreng para mí (plato indonesio elaborado a base de arroz)
Los platos eran abundantes pero no estaban demasiado buenos, además el mío tenía calamares y gambas que estaban duros como piedras; la recuerdo como la peor comida de Sri Lanka. Pagamos por todo, incluyendo una soda y una ginger bear, 2035 rupias/10’5€.
En cuanto acabamos de comer salimos rápidamente hacia el puente, pues el tren pasaba a las 15:15. Una vez en la carretera cogimos el atajo a través del bosque que nos había indicado Danushka, que por cierto es una zona boscosa muy agradable para pasear.
Al rato apareció el majestuoso puente, y la verdad es que desde donde estábamos, en lo alto, había unas espectaculares vistas.
En la zona había bastantes turistas repartidos, esperando el momento en el que el tren cruza el desfiladero por el puente. Finalmente pasó a las 15:25, momento espectacular (y eso que nosotros no lo veíamos de frente).
Al parecer el puente se construyó a principios del siglo XX, cuando Sri Lanka aún era colonia británica, sin acero o metal, sólo a base de roca, ladrillos y cemento. El trayecto en tren al parecer es impresionante, uniendo las localidades de Ella y Demodara. Podéis ver el vídeo completo del paso del tren pinchando aquí.
Una vez que el tren pasó bajamos hasta la vía para ver el barranco de cerca. Atravesamos el puente a pie e hicimos muchas más fotos de la bonita zona.
Una vez que terminamos volvimos caminando tranquilamente por el atajo, en donde escuchamos jabalís, y de hecho había zonas escarbadas por ellos.

Al poco de llegar al hostal apareció el mecánico, que venía a echar un vistazo a nuestro tuktuk. Comprobó el sistema de carburación y el de electricidad, cobrándonos 500 rupias/2’6€ por la revisión y arreglos. Como no tenía modo de elaborar una factura, nos la hizo Danushka con su fajo de facturas de las habitaciones, para luego mostrársela a Rocky.

Tras descansar un poco en la habitación salimos a cenar. La comida nos había sentado fatal, yo tuve unos dolores horribles de estómago, y es que nos dijo Danushka que hay sitios, como el Raba, que nunca recomienda a sus clientes por no utilizar productos frescos.
Nos dijo que sólo fuésemos a los locales que él nos había recomendado. Por lo tanto esa noche volvimos al 360º, donde había buena música en directo, pidiendo esta vez:
-Pizza: muy normalita
-Roti de jamón, queso y tomate, muy rico
Para beber tomamos una cerveza Lion y un mango lassi, pagando 3143’8 rupias/16€. Tras la cena volvimos al hotel caminando y a dormir. Sin embargo yo pasé mala noche, con mucha diarrea, por lo que me tuve que levantar varias veces y tomarme varias salvacolinas. La comida del mediodía había hecho mella en mi intestino.

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