MARTES 18/10/2022
Unos días atrás habíamos comprado en el Mercado de las Dalias tickets de ida y vuelta, vehículo incluido, para ir a Formentera con la empresa Balearia en el día de hoy. En teoría nos habían hecho un descuento y David, con 7 años, nos había salido gratis, sumando un total de 182 euros. Como íbamos en coche tuvimos que cerrar los horarios en el momento de la compra. Nos informaron que había posibilidad de cambiar la hora pero presentándonos en la taquilla al menos una hora antes.
Mamen, Toni y David nos recogieron en el hotel con el coche de alquiler sobre las 8 de la mañana para posteriormente dirigirnos al puerto, donde llegamos sobre veinte minutos después, siendo los primeros en llegar a la fila de coches. Fue gracioso porque Pelayo, con el sueño, cuando llegó al puerto preguntó al personal de Balearia que dónde se cogía el barco a Fuerteventura, en vez de a Formentera, dejándolos totalmente estupefactos…
Una vez que se entra en el puerto el personal de Balearia distribuye los coches rápidamente, no hay pérdida. Tuvimos que esperar a que llegase el barco, aprovechando para sacar unas preciosas fotos del amanecer en Dalt Vila.
Sobre las 8:30 dieron paso a Pelayo, pues sólo dejan subir con el coche al conductor, y los demás subimos a pie, mostrando los tickets. Cogimos una agradable mesa en la parte más alta, para ver la salida de Ibiza y la llegada a Formentera, con todos los islotes que hay por el medio, navegando por el estrecho que separa ambas islas, llamado Es Freus.
El viaje duró sobre 45minutos pudiendo contemplar la salida de la capital, el precioso faro de la Isla de Es Penjats, el Faro de En Pou, la Isla de Espalmador, múltiples islotes, etc. Un poco antes de llegar avisan por megafonía a lo conductores para que, con sus acompañantes, bajen al garaje. Rápidamente los trabajadores van dando órdenes a los vehículos para salir ordenadamente y en un periquete estábamos todos fuera, concretamente se desembarca en el puerto de La Savina.
Seguimos las recomendaciones de Dani, pues tiene una tienda de camisetas que diseña él en Formentera así que primero nos dirigimos al precioso Faro de Barbaria, donde grabaron la película de Lucía y el sexo, de Julio Medem, así como en varios anuncios. No llegó nadie más hasta que estábamos abandonando el lugar por lo que fue todo un lujo poder estar solos en un sitio tan mágico.
Resulta que en el lateral de la derecha, si nos ponemos de frente al faro, hay un agujero marcado con cuerdas por la parte exterior (me imagino que para que la gente no se caiga) y mediante unas pequeñas escaleras de madera se accede a una cueva que tiene salida al mar. Hay un escarpado acantilado, estupendo lugar para admirar el mar y hacer unas fotos con cuidado de no tropezar.
Una vez terminamos la visita al Faro y alrededores pusimos rumbo a Cala Saona, donde aprovechamos para darnos un baño. Dispone de un gran terreno de tierra al lado del mar donde se pueden dejar los coches aparcados, de hecho había una preciosa caravana de estilo hippy, con propaganda, con la que nos hicimos unas fotos. Como llevamos las gafas y los tubos aprovechamos para ver muchos peces que había por la zona, el agua tan clara es estupenda para bucear.
De ahí nos dirigimos al Faro de la Mola, que no me gustó tanto como el de Barbaria. Hicimos unas fotos por la zona y alrededores, llenos de cactus y con alguna que otra construcción, cafetería y museo de pago en el interior del faro. Construido en 1861, llamó mi atención la historia recogido en uno de los carteles informativos: el farero salvó en 1944 al piloto de un avión alemán que había caído a unas dos millas de la costa; el Gobierno alemán, en plena II Guerra Mundial, recompensó al farero con un diploma y mil pesetas.
Como ya se acercaba la hora de la comida y teníamos mesa reservada para las 14 horas en Can Rafalet (recomendación de mi amigo Bruno, de Palma de Mallorca), nos dirigimos al restaurante pero no sin parar antes en el Restaurante El Mirador. Desde su terraza hay unas impresionantes vistas del istmo de la isla. Pensábamos tomar algo allí pero resultó estar cerrado así que hicimos las fotos y nos marchamos (también se pueden hacer desde la carretera).
Can Rafalet está en Es Caló, una pequeña población costera donde el color del agua era realmente impresionante. Nos sentaron en segunda línea de la terraza exterior, en una zona muy agradable. Según nos explicaron los que llegan primero, sobre las 13:30 tienen derecho a sentarse en primera línea, aunque luego vimos que había alguna que otra mesa en esa zona reservada que se ocupó bastante después que la nuestra. Pedimos algo de primero para picar y de segunda fideuá:
-Ensalada payesa: patatas, pescado seco, pimiento, tomate, cebolla morada y pan seco
-Fideuá para cuatro con calamares, pescado y gambas: abundante, pues dio para cuatro adultos y el niño, repitiendo además los adultos
-Postre: greixonera, postre típico de Ibiza, y un helado. Todos van acompañados de simpático dibujos que hacen con sirope.
Para beber pedimos tres botellas de agua, tres cañas y tres cafés, pagando por todo 153€, precio más que razonable. El personal además fue amable y rápido a la hora de atender todas las mesas, además de que el sitio donde está enamora.
Tras la comida y con el fin de irnos acercando a la zona de embarque del barco de Balearia, que cogíamos a las 18 horas, nos dirigimos a Ses Illetes, al norte de Formentera. Por cierto, de camino pasamos por unas salinas muy cucas.
Ses Illetes tiene dos lados, uno más ventoso y otro más calmado, según cómo sople el viento. Nosotros aparcamos y nos colocamos del lado tranquilo para bañarnos sin problema, aunque Toni y David estuvieron un rato jugando con las olas del otro lado también. La diferencia de mar de un lado con respecto al otro era brutal.
La zona calmada era idílica, con una temperatura del agua estupenda y una claridad absoluta. Tuvimos que salir con prisas para llegar al barco, pues nadie quería abandonar aquel paraíso… De haberlo sabido quizás nos hubiésemos quedado un poco más de tiempo en la isla porque aunque en Octubre anochecía pronto, aún hubiésemos podido aprovechar algo más de tiempo e incluso dar una vuelta por alguna de sus pequeñas localidades.
Subimos al barco igual que por la mañana: Pelayo al volante por la bodega y el resto a pie por los accesos de escaleras. Nos sentamos nuevamente en la terraza, llegando a Ibiza capital tras unos 35 minutos. Una vez en tierra, y dado que estábamos bastante cerca, aprovechamos para comprar una ensaimada en Can Vadell. Es una de las pastelerías más antiguas de la isla y yo conocía las ricas ensaimadas que hacían porque mi amigo David, de Ibiza, las traía a Madrid cuando estábamos viviendo allí, resultando ser una auténtica delicia.
Resulta que hay que encargar las ensaimadas con antelación pero tuve suerte que quedaba al última, quizás porque alguien no la había ido a recoger, detalle que le agradeceré toda la vida, pues así pudimos disfrutarla por la mañanas, de desayuno. Quedaba la genuina, la de cabello de ángel que yo recordaba con tanto cariño y es que es insuperable!! Además cogí cinco empanadillas variadas para cenar (carne, butifarra con guisantes, pollo con curry, atún con pimientos, espinacas) y una barra de pan, pagando por todo 29 euros.
Nos dirigimos entonces a la casa de San Antonio, donde cenamos ensalada, guacamole, embutido y las empanadillas de Can Vadell que certifico que estaban buenísimas, el hojaldre estaba perfecto. De postre no pudimos resistirnos a tomar un trozo de ensaimada, brutal!! Tras la cena y la charleta correspondiente volvimos en coche Pelayo y yo hasta nuestro alojamiento en el centro de San Antonio, Rita Hostal Boutique, pero esta noche aparcamos con cierta rapidez.
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