VIERNES 1 MARZO 2019
Nos levantamos a las 7:45, desayunamos y cogimos el bus hasta Sextas, con el fin de volver a esquiar en la estación de Formigal. Se notaba muchísima más gente en la estación que el resto de la semana, de hecho había que tener cuidado en las pistas para no cruzarse y esperar largas colas en los remontes.
Hicimos una parada sobre las 12:30 par tomar algo (6€) y continuamos hasta las 13:30. Volvimos al hotel en bus, nos duchamos y fuimos hasta Clavetaire, en donde pedimos pizza, empanada, una trenza de postre, dos cañas y un vino, pagando 16€. Nos invitaron además a longaniza típica de la zona, muy rica. Nos despedimos de Pedro y Gloria, pues ya abandonábamos Formigal, una pena.
Antes de dejar el hotel dormimos un poco. Luego cerramos las maletas, recogimos las tablas del guarda esquís (al devolver la llave nos entregaron los 5€ de fianza) y marchamos en dirección a Loarre.
Una vez en la casa rural que habíamos reservado el día anterior en Airbnb, llamada Casa Lerín, nos recibió Cristina. Resulta que ella y su hermana Mónica regentan el alojamiento, ambas muy amables y guías turísticas en la zona, por lo que les podréis pedir consejo.
La casa, que es una preciosidad, se encuentra en una pueblecito de tres calles llamado Santa Engracia de Loarre. Todo está construido en piedra: las casas, las calles, los muros, la fuente, etc. Nos dieron las llaves de una de las habitaciones de la primera planta, con baño para nosotros. Sólo había otra pareja más en el alojamiento, en la planta baja. Arreglamos que el desayuno sería al día siguiente en el bonito salón de la casa sobre las 8:30.
Nos dirigimos entonces a la Bodega Edra, en Ayerbe, en donde habíamos quedado con su dueño, Alejandro, a las 19 horas. El viaje hasta allí fue mágico, pues el camino estaba plagado de almendros en flor, tantos que se perdían en el horizonte, una visita que os recomiendo.
Como llegamos un poco antes dimos un paseo por las viñas y alrededores del curioso edificio. Al poco llegó Alejandro, con el que aprendimos, disfrutamos, bebimos, charlamos y un largo etc. Os dejo aquí el artículo que escribí sobre esta interesante visita y sus estupendos vinos.
Tras la completa visita nos dirigimos al Restaurante El Sotón pero estaba cerrado, luego al restaurante Floresta, que tampoco abría, así que nos dirigimos al Callejón de Belchite, en el centro de Ayerbe. Estaba abierto pero cuando llegamos esperaban una excursión de turistas de gran tamaño y no podrían atendernos hasta dentro de un buen rato. Les pedimos entonces que nos recomendasen otro sitio, pues empezaba a sentirme muy cansada y era ya tarde; y nos dijo el dueño que sólo estaba abierto El Rincón del Palacio, que se encontraba a pocos minutos.
Para allí nos dirigimos, entramos y pedimos una mesa, sentándonos enseguida, a pesar de que estaba prácticamente lleno (y siguió entrando más y más gente). Pedimos dos hamburguesas con queso y bacon, una botella de Blancoluz de Bodega Edra, un agua con gas y un café, pagando 34’05€. A mí me supo todo a gloria. Tras la cena volvimos a la bonita casa rural y a dormir.
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