Diario de Costa Rica, día 13: Manuel Antonio-San José

LUNES 6 DE OCTUBRE 2014

Nos levantamos a las 7:30 y fuimos al restaurante del hotel a desayunar. Pelayo pidió un desayuno inglés y yo una omelette vegetal con zucchini, hongos, tomate y mozarella. Estábamos sentados comiendo cuando aparecieron Nieves y Jose. Nos contaron que siguieron nuestro consejo y se habían ido a cenar al Puerto de Quepos la noche anterior y que les había gustado. Se sentaron con nosotros y tuvimos un ameno desayuno, pues son muy majetes. A nosotros este día nos tenían que recoger a las 13:15 para llevarnos de vuelta a San José así que decidimos hacer alguna visita los cuatro juntos, dado que ellos disponían de un coche de alquiler (que yo creo que es el mejor modo de viajar por el país, pues de este modo evitaron muchas estafas).Aún no nos habían servido los platos cuando llamaron desde recepción diciendo que preguntaban por nosotros para llevarnos a San José. Arreglado el entuerto y confirmado que vendrían a las 13:15 a recogernos, nos dispusimos a desayunar. Volvimos al cuarto y dejamos las maletas listas, para acudir posteriormente a la entrada del hotel, en donde habíamos quedado con Nieves y Jose. Preguntamos antes de salir por algún sitio bonito que visitar que no estuviese muy lejos, recomendándonos PLAYA LINDA y PLAYA DOMINICAL, pues en Costa Rica nos dimos cuenta que fuera de selva y playas poco más hay…

Playa Dominical
Tomamos entonces rumbo hacia Playa Linda pero no fuimos capaces de encontrarla, pues no había ni un cartel de señalización. Finalmente llegamos a Playa Dominical, que era muy larga pero con mucha madera en la orilla y fuerte oleaje, parecía como si hubiese pasado un temporal. Caminamos hasta el final de la playa, en donde desembocaba un río; allí justo había un cartel que recordaba tener precaución con los cocodrilos. Había una pareja local pescando pargos, para lo cual usaban lisas como cebo. Finalmente creo que no mereció demasiado la visita…
Cartel que avisa de que hay cocodrilos sueltos
Playa Dominical

Volvimos a QUEPOS y allí tomamos algo en un sitio que se llamaba SODA SÁNCHEZ: Pelayo se bebió dos cervezas Imperiales y yo un batido de banano (3850 colones/6’5€), ellos no recuerdo. Aquí os dejo el enlace a la opinión que subí a Tripadvisor de este local. Después volvimos para el hotel y nos despedimos de ellos en recepción, otra pena porque eran muy majos. Enseguida apareció el Interbus que nos tenía que llevar a San José así que cargamos las maletas y arrancamos. Por fin nos despedimos del terrible HOTEL COSTA VERDE, aquí tenéis la opinión que subí del mismo a Tripadvisor  (que por otro lado es el comentario más leído de los más de 800 que he escrito en esta web).

Recogimos a cuatro personas más, entre ellos a Jordi y María en el Hotel Eclipse, quienes nos dijeron que también su hotel era muy cutre. Yo aproveché para dormir casi todo el camino, pues no me encontraba demasiado bien por culpa del resfriado que estaba enganchando. Atravesamos durante la ruta el famoso PUENTE DE TÁRCOLES, donde al parecer hay una gran colonia de cocodrilos. El conductor no nos quiso parar pero nos dijo que lo atravesaría despacio para que nos diese tiempo a mirar a los lados, sin embargo había llovido tanto los últimos días que el río había crecido muchísimo y no vimos más que agua.

A las dos horas de viaje nos volvieron a parar en el área de descanso que ya conocíamos, EL JARDÍN. Había un menú del día en la cafetería que no nos convenció así que compramos en la única tienda de comida que había unas galletas, patatas fritas, un Ginger ale y un batido para mí de piña, coco, banano y helado que hicieron al momento. Finalmente llegamos a SAN JOSÉ sobre las 17h, dejamos las maletas en el mismo hotel en el que nos alojamos a la ida (pero el cuarto está mejor que el de la otra vez) y salimos a la calle. Primero buscamos un supermercado para comprar GUARO, que es un aguardiente típico de algunos países latinos, entre ellos Costa Rica. Cogimos el de marca Cacique y además tres botes de salsa CHILERO picante, pagando 5.000 colones por todo. Fue una pena porque Pelayo quería aceite de coco pero no tenían; al parecer es maravilloso y se puede usar directamente tanto para hidratar pelo, piel o uñas como para cocinar. Preguntamos por él en algún supermercado más pero no hubo suerte (pues es típico de la zona del Caribe). Pasamos también por delante de una tienda de souvenirs que recomendaban en Internet, LA CASONA, pero salimos de allí escopeteados porque los empleados no paraban de seguirnos y acosarnos para que les comprásemos distintos productos.

Cena en el Rosti Pollos

Cena en el Rosti Pollos

Cenamos otra vez en el ROSTI POLLOS, como la primera noche que pasamos en San José, que veníamos llenos de ilusión; no sabíamos en ese momento cuántas veces nos estafarían a lo largo del viaje… Pelayo cogió un plato llamado “Picoteo” que llevaba queso frito, patacones, crema de frijoles, pico de gallo, pollo empanizado, etc., mientras yo me decanté por una sopa de frijoles, que me sentó fenomenal (dado el constipado que tenía…), que venía con un sándwich de pollo pequeño, aguacate y tomate. Para beber pedimos dos Imperiales, pagando por todo 11.000 colones/18€. Es de los pocos sitios de este país en donde me pareció que el precio era justo. Volvimos tranquilamente caminando al hotel, estando la calle todavía muy llena de gente.

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