Diario de Brasil, día 8: Río de Janeiro

SÁBADO 25 JUNIO 2022

Quedamos a las 8:00 en el comedor del Hotel Mercure para desayunar, que era tipo buffet y muy completo. A pesar de que el día amaneció nublado, nos sedujo la terraza, con vistas a Copacabana. Decidimos mientas desayunábamos visitar el barrio de Lapa, comer una feijoada en un local que conocían Flavio y Alessandra y visitar después el barrio de Santa Teresa. Comprobamos que salía más barato ir en Uber que en metro así que una vez listos Flavio pidió un Uber a través de la aplicación, que nos recogió en la puerta del hotel y nos dejó en la colorida Escalera de Selarón por 19’95R/3’7€.

Inicio multitudinario en la Escalera de Selarón
Escalera de Selarón
Tramo final, como véis cambia la afluencia

La escalera está normalmente llena de gente, pues es un punto muy turístico, pero el barrio en el que se encuentra, Lapa, es muy peligroso. Es por ello que las patrullas de Policía están rodeando constantemente el punto. Jorge Selarón es un artista chileno que, afincado en Río, comenzó la decoración de la escalera en 1990; al parecer aún continúa, pues la gente envía azulejos desde todas las partes del mundo que se van añadiendo a la obra. El creador fue hallado muerto en 2013 sobre la propia escalera.

Escalera de Selarón

Sus 215 escalones recorren la Calle Manoel Carneiro, comenzando en el barrio de Lapa para desembocar en el de Santa Teresa. Es difícil hacerse una foto solo, pues está atestada de visitantes. La escalera con el tiempo se hizo muy conocida, ha salido en artículos, periódicos, programas, películas, videoclips, etc.

Vistas de Río

Una vez que subimos la escalera hasta el punto más alto, aprovechamos para ver brevemente el barrio algo y volvimos a bajar los escalones. De allí nos dirigimos hasta la plaza donde se encuentra el Acueducto de la Carioca, también llamado Arcos de Lapa. Allí entramos a preguntar en una tienda dónde se cogía el Bondinho a Tanta Teresa (una especie de tranvía), pues no lo encontrábamos, y Pelayo se dio cuenta de que un par de jóvenes se hacían señas y nos seguían desde hacía un rato, probablemente para robarnos. Al entrar casualmente en la tienda nos libramos, pues siguieron caminando por la acera.

Acueducto de la Carioca y plaza al estilo de Walking dead

Esperamos un rato en la tienda, mientras nos daban las indicaciones, y después cruzamos la plaza, donde había apostada una patrulla de policía y es que no era un lugar muy apetecible, lleno de gente tirada en el suelo, incluso yo no sé si alguno estaría muerto… Vimos también excrementos y me aventuraría a decir que alguno era humano…

Catedral
Línea de Bondinho

Pasamos por delante de la Catedral, diseñada por Edgar de Oliveira, con una extraña forma cónica, al parecer inspirada en las pirámides centroamericanas. En los bajos del cercano edificio Petrobras encontramos la taquilla del Bondinho. Nos pusimos a la cola, pues a medida que el tranvía se llenaba salía. La entrada nos costó 10R/persona (1’85€). Conseguimos entrar en el segundo viaje, pero la espera fue cómoda, pues hay una especie de bancos para la gente que espera.

Vistas de las favelas desde el Bondinho

Cogimos el Bondinho, que nada más arrancar pasó por la parte alta del acueducto que estaba en la plaza, con buenas vistas, hasta la parada final, Dois Irmaos. El conductor nos dijo que allí no había nada turístico, que mejor volver hacia el corazón del Barrio de Santa Teresa así que dimos la vuelta a los asientos para mirar en la otra dirección e iniciamos el trayecto de vuelta (entregamos antes los tickets al revisor, pues habíamos sacado ida y vuelta por si acaso). Nos bajamos finalmente en Largo dos Guimaraes, tras cinco paradas por el precioso Barrio de Santa Teresa: fue un viaje estupendo entre casas señoriales, favelas, calles empinadas y un largo etc. que os recomiendo sin ninguna duda.

Barrio de Santa Teresa

El barrio estaba muy animado, con tenderetes por las calles, bares, música, etc, que fue aumentando a medida que avanzaba el día. Nos sentamos en un local llamado Armazem Sao Joaquim, que al parecer contaba con bastantes años, y allí pedimos unas bebidas y un entrante:

-Ceviche de plátano macho, riquísimo

-cóctel de tamarindo para Flavio, de Carambola para Alessandra, cachaça con rúcula para Pelayo y caipirinha para mí (no sé cuántas llevo ya desde que llegué a Brasil, ¡¡me encantan!!)

-un chupito de cachaça añeja para cada pareja

Armazem Sao Joaquim

La joven que preparaba los cócteles era muy agradable y la verdad es que nos encantaron, así como el resto del personal. Pagamos por todo 162’4R/31’23€. De ahí nos dirigimos al local donde Flavio había reservado una mesa para comer feijoada, llamado Aprazível, metido entre la vegetación, con distintos ambientes. De camino nos encontramos el puesto de un señor que hace esculturas con basura y que al parecer se ha vuelto muy famoso. Cuando nos entregaron la carta resulta que no había feijoada y era muy caro así que pagamos las bebidas que habíamos pedido (dos cervezas y un agua con gas) 59’89R/11’3€ y nos fuimos.

Vsitas desde la colina que lleva a Aprazivel

Nos dirigimos entonces a un tradicional local que se llama Bar do Mineiro (comida típica de la zona de Minas Gerais) donde sí preparaban feijoada los sábados; de camino Flavio llamó por teléfono y nos anotó en la lista de espera. Cuando llegamos había gente en la cola tomando bebidas. Yo aproveché la espera para ver un par de tiendas de ropa que había en la acera de enfrente, pues me encantan las prendas brasileñas, son muy coloridas y con aire tribal.

Cuando por fin nos tocó entrar, pude ver cómo el local disponía de tres pisos: el de abajo un salón con bonita decoración tradicional, y dos exteriores muy curiosas, metidas en un patio entre edificios, que eran una auténtica delicia. Nos sentaron en la terraza más alta, en una zona muy agradable, y pedimos feijoada, cervezas y caipirinhas, ¿¿puede haber una combinación mejor??

Cola en el Bar do Mineiro

Además probamos varios chupitos de las impresionantes cachaças de Anisio Santiago, considerado uno de los mejores elaboradores. En cuanto a la feijoada, tengo que decir que estaba realmente exquisita: arroz, farofa, verdura, feijoes con carnes variadas y naranja, que acompaña estupendamente y limpia muy bien el sabor. Además pedimos unos aperitivos: croquetas de pollo con okra (al parecer receta tipica de la región de Minas Gereais), y yuca frita con mantequilla. Pagamos por todo 458’7R/86’61€.

Dimos un paseo por el barrio y acabamos otra vez en el Almazem de Joaquim, pues se suponía que a las 17h empezaba un concierto de samba. Los chicos se quedaron bebiendo algo en la cafetería mientras Alessandra y yo nos fuimos a ver tiendas. Me probé varias cosas pero la talla en algunos casos no me entraba así que finalmente me llevé una camiseta de una marca que se llama «Maria vai con as curvas» por 120’5R/22’75€ y un vestido de la marca «Flora» por 160R/30’21€.

Feijoada en Bar do Mineiro

Cuando volvimos al Almazem estaba abarrotado de gente pero el concierto aún no había empezado; los chicos estaban disgustados con sus cócteles, pues ya no estaba la chica de por la mañana y no estaban tan buenos (pagaron 69’44R/13’35€). Cada vez había más gente en la calle y dentro del local así que decidimos volver a la zona del hotel. Cogimos un Uber que nos dejó en uno de los botecos de la cadena Belmont, concretamente el que está en Copacabana, por 26’97R/5€.

Caipirinhas variadas en el Boteco Belmont de Copacabana

En el local disponían de un montón de caipirinhas de sabores así que probamos siete distintas, entre ellas de mandarina, fresa, jabuticaba, lima, etc… pagando 213’92R/40’39€. Dimos una vuelta por el barrio, muy animado con la gente en las terrazas de los bares. Además había un partido de fútbol del Flamingo contra Minas en el Estadio Maracaná de Río, por lo que todo el mundo estaba viéndolo en la calle, con un gran ambiente.

Cena en Vizinhando

Tomamos algo más en un local llamado Vizinhando: vaca atolada (costilla con crema de yuca, típico de Minas) y 6 empanadillas variadas para compartir; además refrescos y cachaça, pagando 102’3R/19’77€, pero no nos convenció. De camino al hotel cogimos unos helados en un local llamado «Fatto a mano» que resultaron estar buenísimos: coco con tapioca, nociolla, chocolate, caramelo salado, etc (pagamos 66R/12’46€).

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion