Diario de Almería, día 5: Cabo de Gata

DIARIO DE ALMERÍA DÍA 5: MIÉRCOLES 28 JUNIO 2023

Desayunamos en la terraza del Apartamento Arco de Almería: tostadas de pan con aceite (cortesía de la casa), jamón, tomate y cafés que habíamos comprado el día anterior. Recogimos las maletas y dejamos las llaves en el interior, avisando al contacto que teníamos de que abandonábamos el apartamento. Recogimos el coche del parking y pusimos rumbo a Cabo de Gata, parando a hacer unas fotos en la Plaza del Mar.

Plaza del Mar      

Desde la carretera vimos una pequeña construcción que llamó nuestra atención y que resultó ser la Ermita de Torregarcía, dedicada a la Virgen del Mar (donde supuestamente se encontró una imagen de la virgen); al lado se encontraba una torre de vigilancia conocida como la Atalaya de Torregarcía. Desde ese punto continuamos por los caminos de tierra que iban paralelos a la playa, llegando un momento en que empezó a haber arena y el coche quedó repentinamente empanzado.

Ermita de Torregarcía

Nos bajamos a veri si sacando arena y con una tabla de madera que encontramos lo sacábamos pero estaba la cosa complicada porque el Fiat 500 tenía un motor pequeño. Llamamos a la empresa de alquiler y nos dijeron que el empanzamiento en la arena era una negligencia nuestra y que nosotros teníamos que llamar a la grúa y hacernos cargo del gasto. El calor era tremendo y aún encima se nos había acabado el agua que llevábamos…

De repente apareció un 4×4 en dirección contraria que se paró: era un chaval muy majo, llamado Álvaro, que vivía por la zona y estaba acostumbrado a sacar a los coches de la zona, pues iba preparado con una cuerda. Rápidamente atamos la cuerda al coche y lo sacó con bastante poco esfuerzo, podéis ver el vídeo pinchando aquí. Deshicimos el camino volviendo por las mismas pistas y salimos a la carretera, madre mía qué suerte habíamos tenido… Álvaro quedó bautizado como Álvaro de la guarda…

San Álvaro ayudándonos a sacar el coche de la arena

En el pueblo de Cabo de Gata paramos en un bar a beber algo en un bar y Pelayo aprovechó para lavarse, pues estaba lleno de arena y polvo hasta arriba (7,5€). También cogimos una botella de agua porque está claro que aquí hay que llevar por si acaso en el coche… Hicimos otra parada en el Arrecife de las Sirenas, donde dejamos el coche aparcado. Hay unas preciosas vistas de las rocas, y de hecho había gente en las playas de alrededor así como incluso haciendo snorkel en las transparentes aguas (en esta zona los fondos son Reserva Marina). Por cierto, las vistas del faro y la playa, desde lo alto de la carretera, son estupendas.

Faro de Cabo de Gata
Arrecife de las Sirenas

Como ya se acercaba la hora de comer, declinamos la visita de San José, la Playa de Mónsul, la de los Genosveses, etc y nos dirigimos directamente a la Isleta del Moro, una localidad preciosa pero muy ventosa. La intención era comer en el Restaurante La Ola pero no había conseguido que me cogiesen el teléfono así que aparcamos (sin problema) y nos acercamos al local directamente. Nos apuntamos en la lista de espera del salón cerrado, pues en la terraza había demasiado viento.

La Isleta del Moro

Mientras esperábamos tomamos tres rondas de caña con pincho en la zona de la barra: atún ahumado (riquísimo), gilda de atún, bacalao con tomate, queso a la lancha y gambas (15€); aquí las cañas son cortos así que entre que son pequeños y el calor que hace, al final bebemos más de la cuenta. Llevábamos ya bastante tiempo esperando así que subí a ver cómo iba la lista, comentándome la chica que ya nos tocaba entrar en el comedor en unos minutos (de hecho no me dio tiempo a acabar la tercera caña).

Eran ya las 15:30 pero aún así nos atendieron con mucha profesionalidad y nos dieron buenas recomendaciones. El restaurante es familiar, abierto desde hace unos cuarenta años y ya por la cuarta generación. Pedimos quisquillas para Pelayo, salmorejo para mí y luego un pez limón con papas para compartir, todo riquísimo (el salmorejo de los mejores que he comido). Para beber tomamos un vino blanco de Almería llamado Flor de Indalia, IGP Ribera del Andarax. De postre tomamos un pan de calatrava y dos cafés, pagando por todo 84,3€.

Restaurante La Ola. La Isleta del Moro
Pez limón en el Restaurante La Ola

Otros restaurantes de la zona que tenía anotados son: la Goleta(en Cabo de Gata, Cuatro Nudos, Casa San Sebastián y Casa Pepe en San José, La Frontera en Carboneras, Lebeche y Oro y Luz en Rodalquilar, Casa Diego, La Chumbera y La Villa en en Agua Amarga, El Faro y El Cabo en Cabo de Gata, etc.

Tras la comida nos dirigimos a la Cala del Plomo, pues Pelayo había visto en Internet que era nudista y quería bañarse sin bañador, pero cuando llegamos al punto estaba todo el mundo con él puesto. Eso sí, para llegar tuvimos que hacer un buen tramo de carretera de pista. Caminamos hacia el lado izquierdo de la playa y nos encontramos con unas formaciones rocosas preciosas, además de unas pozas estupendas para bañarnos. Al parecer ahí comienza la Cala de Enmedio, que es bien bonita.

Cala del Plomo

Estuvimos un rato solos, disfrutando del paisaje y del baño (que por cierto, alguna pequeña ola entraba de vez en cuando refrescando el agua de la poza). Al rato empezó a aparecer gente para hacer fotos y nos fuimos. Yo había reservado esa misma mañana una habitación en un alojamiento llamado Casa Sol y luz por 62€ con desayuno, en la localidad de Gafares. Como la casa estaba bastante alejada de todo, hicimos una pequeña compra en el Mercadona de Carboneras (28’11€) y también echamos gasolina (43’49€).

Estupenda poza

Poza

El camino hasta la casa fue espectacularmente bonito, lleno de adelfas con flores rosas y la vegetación al lado del camino. Para llegar hasta la colina tuvimos que atravesar varios pueblecitos muy rurales, con cabras, caballos, etc,  donde nos indicaron cómo hacer para que el coche no se nos quedase atascado. Nos recibieron los anfitriones, Demetrio y Marianne, que son franceses, y nos explicaron las normas de la casa: el jabón es ecológico, la energía se consigue por los paneles solares, hay una piscina que hay que dejar bien cerrada para que no entren animales, etc.

Vistas desde Casa Sol y Luz

Nos dimos un baño, con unas vistas espectaculares, y después de ducharnos salimos a la terraza a cenar. Estaba todo el mundo ya en cama así que intentamos hacer poco ruido. Nos dejaron una caja de poliespán y una plancha de frío para enfriar las cervezas que llevábamos. Luego resulta que ellos también vendían bebidas y preparaban comidas. Sin embargo no nos dio tiempo a pedirles platos, cubiertos y demás así que tuvimos que arreglárnoslas como pudimos. Tras la cena a dormir en la cómoda cama pero pasando bastante calor.

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