LUNES 28 SEPTIEMBRE 2020
Nos levantamos sobre las 10 y resulta que Bernavela, la madre de Chencho, ya nos tenía preparado el desayuno: roscas, magdalenas, café con leche, fruta, etc. Chencho había salido a la Farmacia pero volvió al poco. Una vez hechas las maletas nos despedimos de ambos con todo el dolor de nuestro corazón, pues lo pasamos genial en la Sierra de Gata, y pusimos rumbo a Plasencia, siguiendo la Ruta de la Plata.
Aprovechando la estupenda oferta de Paradores (habitación doble y desayuno por 75€) reservamos un cuarto en el Parador de Plasencia, pues Pelayo tenía muy buen recuerdo de él. Por cierto, el parking se paga aparte: 13€ el día.
Una vez que llegamos al precioso Parador hicimos el check-in y dejamos las maletas en la habitación, que realmente era una antigua celda, pues se ubica en el Convento de Santo Domingo, construido en el siglo XV. La decoración es acorde con el lugar, hay un precioso claustro, paredes gruesas de piedra, una piscina, desayuno en el refectorio, etc.
Nos dirigimos entonces al Parque Nacional de Monfragüe, haciendo una primera parada en el Centro de Visitantes Norte. Allí vimos una interesante exposición sobre la fauna, flora y curiosidades de la zona. Uno de los guías nos dio un mapa y nos explicó las posibles rutas en coche, pues al estar sólo un día no queríamos hacer senderismo y queríamos ver lo más posible. Además nos informó que, al ser finales de septiembre, estábamos en plena berrea de los ciervos, que es la época de celo del ciervo rojo. Los machos emiten un grave sonido gutural que se oye desde bastante lejos, se baten entre ellos valiéndose de la cornamenta, etc.
El Parque, Reserva Mundial de la Biosfera por la UNESCO desde 2003, tiene un gran interés ornitológico, pues en él se pueden observar buitres negros, buitres leonados, águilas imperiales, alimoches, cigüeñas negras, garzas, búhos, milanos, cernícalos, grullas, martín pescador, etc. Además podremos encontrar nutrias, anfibios, reptiles, tejones, ginetas, zorros, encinas, quejigos, jara, madroños, brezo, enebro, etc. También podremos disfrutar del bosque autóctono y matorral típico mediterráneo, de la dehesa y del paso de los ríos Tajo y Tiétar.
Seguimos la carretera y enseguida empezamos a escuchar a los famosos buitres, que volaban sobre nosotros (podéis verlos pinchando aquí o aquí). Paramos en varios miradores pero el más espectacular, con diferencia es el del Salto del Gitano o Peña Falcón, que en mi opinión es el punto más espectacular del parque. Es un desfiladero cuarcítico que se levanta a ambas orillas del Tajo zona de rocas cortadas que alberga una de las mayores colonias de Europa de buitres leonados, que podéis ver en plena acción en este enlace.
Después visitamos el Castillo de Monfragüe, que se encuentra en lo alto de una colina. Si no queréis caminar hasta arriba, en temporada baja podréis subir en coche casi hasta la construcción. En temporada alta hay que dejar el vehículo en el parking de abajo, pues hay poco sitio para dejarlo arriba (en algunas webs hablan de servicio de minibuses). Desde ese punto tan alto hay unas preciosas vistas de 360º y los buitres pasan muy cerca.
Se cree que el recinto es de origen árabe, de cuyas torres sólo permanece una. Además hay una ermita que alberga la figura de una Virgen traída de Palestina en el siglo XII por los caballeros cruzados.
Continuamos por otro camino que nos había recomendado el guía para ver la berrea, dejando el coche aparcado y adentrándonos un poco a pie hasta una zona de avistamiento. Conseguimos ver varias hembras y oímos a un par de machos muy cerca pero no conseguimos verlos en faena; al parecer se acercan a las hembras cuando estas beben en la orilla del río y sí que las vimos en el riachuelo pero no se les acercó ningún galán.
Tras la visita volvimos al Parador y aprovechamos para darnos un baño en la piscina, cuya agua estaba bastante fría. Después nos arreglamos y salimos a dar una vuelta por Plasencia, sin abandonar la zona amurallada, que es bien bonita. Pasamos por el despacho de dulces de las Monjas Dominicas, en la C/Encarnación, donde yo tenía ganas de comprar algo para llevar pero estaba cerrado.
Decidimos sentarnos en la animada Plaza Mayor para tomar algo, decantándonos por el Bar Español, donde nos pusieron con las consumiciones el pincho estrella: la palomita (una corteza con ensaladilla), muy rica. Pagamos por un vino y una cerveza 4’8€, pues el pincho va incluido con la consumición. A continuación cruzamos al local de enfrente, llamado Gredos, donde tomamos cuatro vinos tintos de la zona y una caldereta extremeña de cordero, pagando 24’6€. Con las consumiciones también nos pusieron varios pinchos gratis, entre ellas las típicas patatas amarillas.
Ya quedaban pocos sitios abiertos en la Plaza Mayor y alrededores, de hecho La Pitarra del Gordo, que era un local al que había ido Pelayo hacía muchos años y quería volver, estaba cerrado. Entramos en El Globo, donde nos sirvieron dos tintos de la zona, unas ancas de rana y unas chuletillas, cobrándonos 29€. Las raciones eran abundantes así que nos costó acabarlas.
Volvimos dando un paseo al Parador, sin cruzarnos prácticamente a nadie por el camino. Una vez en el alojamiento nos sentamos en la bonita cafetería que da al claustro y allí pedimos un helado para mí (tres bolas, 5’8€) y un Macallan solo para Pelayo (18€), cuyo precio nos pareció excesivo.
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