El miércoles 30 de septiembre de 2015 la distribuidora de bebidas DISBEGAL organizó una cena-maridaje en el restaurante ALAMEDA 10 de Pontevedra con vinos de la bodega riojana FINCA LA EMPERATRIZ. Ante esta combinación, a pesar de ser un miércoles y tener que madrugar mucho al día siguiente, no pudimos resistirnos.
La bodega pertenece a los hermanos Víctor y Eduardo Hernáiz, y se encuentra en Baños de Rioja, a pocos kilómetros de Haro. Víctor fue el encargado de presentar cada uno de los vinos que se sirvieron a lo largo de la cena, quien nos explicó que más de la mitad de su producción se vende fuera de España (en Alemania, Suiza, USA, etc.).
Su familia compró los terrenos en 1996 con el fin de vender simplemente la uva, sin embargo con el tiempo decidieron elaborar sus propios vinos, para disfrute de los demás mortales. Como ya expliqué en otro artículo que escribí sobre esta bodega, la finca perteneció a la Emperatriz Eugenia de Montijo, de ahí el nombre de la misma.
La finca es especial por el canto rodado que presenta, por sus casi 600 metros de altitud (una de las zonas más frías de La Rioja) y por la edad de sus cepas. Eduardo y Víctor quisieron hacer algo diferente a lo que se viene haciendo en La Rioja y lo han conseguido.
La finca está parcelada en 22 porciones distintas, cada una con su edad, orientación, variedad de uva y/o demás características. Obtienen de ellas vinos frescos, con acidez, lo que permite una fantástica crianza en botella. Elaboran dos líneas:
–Coupage: mezclan variedades como se hacía desde antiguamente en La Rioja (Tempranillo, Garnacha, Viura) y crían en barricas de roble americano.
–Parcelas: cada parcela tiene sus características propias que la hacen diferente a las demás.
La cena-maridaje consiguió en la siguiente combinación de vinos y platos:
–Finca La Emperatriz Crianza 2011: elaborado con Tempranillo, Garnacha y Viura de 11 parcelas, cuyas viñas tienen una edad media de 25 años. Se cría alrededor de un año en barricas de 225 litros de roble francés y americano con el fin de mantener fruta en el resultado final. Posteriormente se mantiene al menos un año en botella. Es un vino con estructura pero fresco, balsámico, con la justa madera para que dominen los frutos rojos.
Este vino fue acompañado por unas sabrosas Croquetas de marisco que preparó el Restaurante Alameda.
–Finca La Emperatriz Garnacha Cepas Viejas 2012: monovarietal de Garnacha de cepas únicamente de la parcela nº 5, que cuentan con más de 65 años. Se trata de un vino goloso pero elegante, característica que Víctor achaca al concepto de Garnacha atlántica. La crianza se realiza en barricas de roble francés de 500 litros con un tostado suave durante alrededor de un año. Es una pena que no lo puedan elaborar todos los años, pues depende de que la uva complete su largo ciclo de vida y las condiciones climatológicas para ello no se dan siempre.
El plato que acompañó al vino fue Fabes con almejas, un clásico asturiano, bien preparado.
–Finca La Emperatriz Reserva 2009: elaborado con cepas de Tempranillo, Garnacha, Graciano y Viura que cuentan con una edad media de 60 años. A pesar de ser un reserva, la bodega escapa de los vinos clásicos que se elaboraban hace unos años en La Rioja. Buscan un producto final vivo, con taninos sedosos, complejo. Pasa dos años en barrica, principalmente americana, pero también francesa, continuando con casi dos años en botella con el fin de alargar su guarda. Es un vino que sorprende por su fuerza y aromas, que van apareciendo poco a poco en la copa a medida que pasa el tiempo.
La Alameda preparó para este vino un rico plato de Anguilas fritas con jamón y champiñones.
–Finca La Emperatriz Terruño 2010: elaborado a base de Tempranillo de la parcela nº 10, cuyas viñas al parecer se encuentran en espaldera y miden más de 2 metros de alto. Pasa por una crianza de año y medio en barricas de roble francés y americano para posteriormente reposar un año en botella. Se trata de un vino fresco, con predominio de frutos rojos pero también con toques a especias.
Nos prepararon en este caso unas raciones muy abundantes de Rabo de buey con chutney de pimiento.
De Postre nos pusieron un variado: Helado de turrón, tarta del abuelo y hojaldre de crema (el que más me gustó fue este último, delicioso).
A pesar de ser un día de semana nos quedamos hasta bastante tarde charlando animadamente con los asistentes, fue una velada ideal en la que el vino y los platos casaron a la perfección y la compañía fue inmejorable.
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