Diario de Italia, día 8: Etna, Alcantara y Taormina

DOMINGO 24/10/2021

Habíamos acordado con Lorenzo, el dueño del Baglio delle Rose, cuando llegamos el día anterior, que las 9 sería la hora en la que iríamos al comedor a desayunar (lo prepara una señora que tiene contratada para la limpieza y desayunos). Como nos despertamos un poco antes e la hora aprovechamos para dar un pequeño paseo por la finca, acompañados por el simpático Berny. La finca es preciosa, destacando la vivienda de Lorenzo, que es como un antiguo palazzo. El suelo estaba lleno de ceniza que había expulsado el Etna unas semanas antes y es que sigue siendo el volcán en activo más grande de Europa. En algunos sitios de la isla, como llovió mucho después de la erupción, debido a que la ceniza atascó el sistema de desagües, se desencadenaron grandes inundaciones (incluso hubo algún muerto en Catania mientras estuvimos allí de vacaciones).

Baglio delle Rose
Baglio delle Rose
Nuestra casa está en la primera puerta que se ve a la derecha

Al rato volvimos al comedor donde nos sirvieron el desayuno: café, croissants, mermelada, tostadas, etc. Teníamos pensado subir al Etna y hacer alguna ruta pero el mal tiempo nos lo impidió así que improvisamos la visita a la Garganta del río Alcántara y finalizamos la jornada en Taormina, volviendo posteriormente a nuestro alojamiento de Giarre (150 km).

Etapa 2

Finalizado el desayuno cogimos el coche e iniciamos el ascenso hacia el Etna pero a medida que subíamos hacía peor tiempo. Teníamos pensado hacer alguna caminata para ver los cráteres pero cuando llegamos al Refugio Sapienza (2.000 metros de altitud), que es el último punto a donde llegan los vehículos particulares, no se veía absolutamente nada y estaba lloviendo a cántaros. Con todo el dolor de nuestro corazón decidimos declinar esta opción y volver a la base, de hecho no pudimos hacer ni una foto en los miradores porque no se divisaba absolutamente nada. Por vierto, hay opción de subir a la parte más alta del volcán en funicular y todoterreno, a través de empresas privadas, pero por lo que vimos era bastante caro.

Ceniza del volcán Etna
Refugio Sapienza

Pusimos entonces rumbo a Taormina pasando por la Isolla Bella, que está un poco antes de llegar. Como era temporada baja y había poca gente pudimos aparcar un momento el coche para hacer unas fotos de la bonita estampa. Continuamos hasta la Gola del Alcántara, encontrándonos en todas las carreteras un montón de ceniza volcánica. Aquí podéis un vídeo de la carretera llena de ceniza o un baile sobre una gran cantidad de la misma.

Isolla Bella

Primero visitamos el Parque geológico y botánico, una especie de parque temático donde cobran por todo tipo de excursiones y hasta por bajar en ascensor a la gruta (8€). Salimos de allí y unos metros más adelante nos encontramos con la bajada municipal, aparcando sin problema en el lado de enfrente de la carretera. Desde ese lado hay un puente para que los peatones crucen sin problema así que adquirimos la entrada en la taquilla (1’5€/persona). Bajamos por las escaleras, que no son muchas, y llegamos a la garganta.

Entrada municipal a la Gola del Alcántara

Se veía el horroroso ascensor que construyeron para poder acceder directamente a la garganta, que no disimularon de ninguna de las maneras con el paisaje. Decidimos descalzarnos y adentrarnos un poco en la Garganta, que se trata de una formación de basalto volcánico erosionada por el agua del río Alcántara. Como llovía y el agua estaba helada caminamos sólo unos metros corriente arriba pero al parecer hay una piscina artificial un poco más adelante, ideal para bañarse cuando haga calor (de hecho en el Parque alquilaban botas altas y/o trajes para que no se te caigan los dedos con el agua helada en invierno).

Gola del río Alcántara

Tras el baño de pies que nos activó la circulación continuamos ruta en busca de un sitio para comer, concretamente la Trattoria Tiramisú, del que teníamos buenas referencias. Estaba en las laderas de Taormina pero Google Maps fue incapaz de llevarnos allí, de hecho en la isla no funcionaba demasiado bien. Acabamos en la Iglesia Madonna della Rocca, una pequeña capilla que estaba cerrada pero desde la que hay unas impresionantes vistas.

Vistas de Taormina

Vistas de Taormina

Justo al lado había un restaurante llamado Al Saraceno al que entramos a preguntar si tenían mesa. Nos dijeron que cerraban a las 13:30 y eran las 14:15 así que si queríamos nos servirían un plato sólo si elegíamos rápido, a lo que accedimos, pues iba a ser complicado encontrar por la zona sitios abiertos hasta más tarde. Esto fue lo que pedimos:

-Pasta con atún para Playo (le trajeron un pesto de pistacho por equivocación, pero se lo cambiaron)

Al Saraceno

-Pasta con cerdo y funghi para mí (rico pero no encontré al cerdo, sí aparecieron a medio plato unos hilos de plástico extraño que mostré a la camarera; me ofrecieron otro plato pero lo decliné, pues ya apenas quedaba nada)

Al Saraceno

-Canolo de postre, abundante, rico y original

Nos cobraron por cada plato de pasta, que por cierto eran bastante escasos, unos 18 euros, lo que nos pareció un robo. Para beber tomamos agua con gas y media garrafa de vino blanco de la casa (7€) y dos cafés, pagando por todo 60’5€, una estafa (no nos dieron a lo largo de todo nuestro viaje por Sicilia menos por más). NO SE OS OCURRA IR A ESTE SITIO.

Aprovechamos, ya que estábamos en la parte alta de las laderas, para visitar Castelmola, que es una pequeña localidad situada sobre Taormina, en lo alto de una colina, a 550 metros de altitud. Está considerado como uno de los pueblos más bonitos de Italia, con sus vistas al Mar Jónico y sus estrechas callejuelas. El Castillo se utilizó, al parecer, como defensa de la población pero también como prisión. Aprovechamos para probar el típico Vino alla Mandorla en el Bar Turrisi, donde además compramos unos turrones de almendra (8€).

Castelmola

Nos dirigimos entonces en coche hasta el famoso Teatro grecorromano de Taormina, metiéndonos sin querer en el casco histórico por lo que hubo un momento que tuvimos que retroceder. Después de dar un montón de vueltas encontramos un hueco en un parking privado (nos cobraban 3€ por una hora), pues en la calle sólo pueden aparcar residentes. Caminamos hasta el teatro valiéndonos de un atajo de escaleras que encontró Pelayo en Google Maps y nos pusimos a la cola, donde nos pidieron el certificado de vacunación contra el COVID. Nos cobraron 13’5€ por persona para entrar al recinto.

Teatro grecorromano de Taormina

El Teatro es muy bonito y dispone de bonitas vistas pero tampoco había mucho más salvo un par de vídeos explicativos en la entrada y un pequeño mosaico. Nos pareció que no está demasiado bien planteada la visita, pues tratándose del lugar que es y en el enclave dónde se encuentra creo que podría dar mucho más juego, haciéndola más interesante y con más información de lo que uno está viendo. Subimos hasta la parte más alta para hacer unas fotos pero hacía un viento horrible que proyectaba los restos de ceniza como si fuesen proyectiles (son como pequeñas piedras negras, muy irregulares y picudas), haciendo bastante daño, así que bajamos rápidamente.

Vistas

Habíamos oído maravillas de Taormina pero la verdad es que no nos encandiló. La vimos demasiado turística en el sentido de que reciben con gusto el dinero de los turistas pero no les dan facilidades para aparcar o desplazarse por la localidad (en cuestas empinadas en las laderas) ni las visitas están bien planteadas. Nos pareció un sitio realmente incómodo si no te alojas allí. Antes de abandonar la ciudad decidimos hacer una parada en la Estación de Tren Taormina-Gardini, donde se rodaron imágenes de El Padrino, resultando ser preciosa (los andenes pero también el edificio, con unos decorados en madera dignos de ver).

Estación de Tren Taormina-Gardini
Nero d’Avola

La última parada antes de llegar al alojamiento fue de avituallamiento, pues compramos algo para cenar en la única tienda que vimos abierta, concretamente en Gardini-Naxos, llamada La Patrizia. Resultó ser una especie de cafetería que servían comida preparada, embutido, postres y demás ricuras. Cogimos mortadela, tomates secos y un poco de ricotta al forno, pagando 6’8€ por todo (que por otra parte resultó estar riquísimo). Así que cenamos en el comedor común con un vino que habíamos comprado el día anterior, Nero d’Avola Passo delle Mule 2019 y después a dormir. Por cierto, desde Giarre (que es donde estaba nuestro alojamiento) nos encontramos a lo largo del día con tres peajes pero sólo pagamos uno (6€) porque estaban en huelga los trabajadores.  Esa noche llovió a cántaros, de hecho Pelayo tenía miedo a que nos cayese un árbol encima del coche de alquiler así que salió del cuarto en plena tormenta para moverlo, podéis ver un vídeo pinchando aquí.

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