VIERNES 29 SEPTIEMBRE 2017
Nos levantamos sobre las 8 y bajamos a desayunar. Había huevos con bacon (todo un lujo), además de bollitos, tostadas, fruta, zumo, etc. Fue el mejor desayuno de motel hasta la fecha.
Tras dejar el hotel comenzamos la ruta hacia Nueva Orleans (a partir de ahora NOLA) por el Este, siguiendo el río (Natchez, Baton Rouge y NOLA). Atravesamos el precioso Natchez Trace Parkway, un sendero entre árboles, puentes que cruzan el Mississipi, campos de caña de azúcar, pozos petrolíferos, etc. También se conoce como Old Natchez Trace, pues al parecer este camino entre bosques ya era utilizado por los nativos americanos y posteriormente por los exploradores hasta el siglo XIX. Este camino de 700 km une Nashvile (en el Estado de Tennessee) con Natchez (en el Estado de Mississippi), atravesando por el Estado de Alabama. Es una ruta llena de preciosos rincones.
Como la carretera era amplia y había poco tráfico me atreví a coger otra vez el Mustang, durante casi una hora, tiempo en el que apenas nos cruzamos vehículos.
Sobre las 13-14h paramos en una gasolinera llamada La Express, en Innis, para rellenar el depósito del Mustang (30$). Entré a pagar y vi que había un pequeño restaurante al fondo, llamado Ewing’s of Innis, en el que dos señoras mayores negras se afanaban para servir a toda la gente que allí había, pues estaba lleno (y eso que apenas habíamos visto gente por los alrededores). Me percaté de que quedarse allí a comer podría ser un gran acierto, así que se lo propuse a Pelayo, que accedió rápidamente.
Una de las señoras nos tomó la comanda anotando dificultosamente en un papel, pues se veía que apenas sabía escribir. Pelayo pidió una hamburguesa doble con queso y yo un Po’boy de pollo, además de unas patatas al estilo cajún para compartir. Tuvimos que esperar un buen rato hasta que atendieron nuestra comanda, pero nos entretuvimos contemplando el desfile de gente de todos los colores que pasaba por allí.
Se veía que eran todos conocidos porque se saludaban y paraban un rato a charlar amigablemente. La comida resultó ser excelente, según Pelayo es la mejor hamburguesa que ha comido nunca. Además fueron muy amables.
Resulta que en la cocina había otra señora mayor, blanca, que no vimos en un primer momento, pero que al oírnos hablar en español salió fuera. Resulta que hablaba perfectamente nuestro idioma porque era de Texas y de hecho se alegró de poder charlar con nosotros, pues decía que hacía muchos años que no lo hablaba. Pagamos por la comida, una cerveza, una agua grande y una bolsa de Emmanents 24$.
Continuamos la ruta, siempre bordeando el río, donde abundan las antiguas plantaciones esclavistas. Queríamos visitar al menos una, decidiéndonos finalmente por Oak Alley Plantation. Se llama así por sus preciosa avenida de robles, plantados en el siglo XVIII, antes incluso de existir la vivienda. En sus inicios se dedicaron al cultivo de caña de azúcar y contaban con una población de unos cien esclavos. Luisiana era famosa por las malas condiciones en las que allí vivían los esclavos, acudir a este Estado significaba firmar la sentencia de muerte para ellos.
Cuando llegamos las visitas guiadas habían finalizado pero se podían visitar los jardines e instalaciones. La visita guiada eran 22$/persona y la entrada libre la mitad. Aprovechamos para comprar dos botellas de agua en la tienda (5$) y comenzamos el paseo por las cabañas de esclavos, donde varios carteles informaban de cómo vivían, vestían, cocinaban, se les castigaba, etc. Vimos los jardines, las casas señoriales, la famosa avenida de los robles, etc, un lugar precioso siempre que se vaya de visita y no a trabajar…
La zona donde han reproducido las cabañas de esclavos es muy interesante, pues se puede ver cómo vivían, qué comían, las ropas que llevaban, cómo los castigaban y todas las injusticias que sufrieron hasta que se hizo efectiva la abolición de la esclavitud, a partir de 1865.
Continuamos la ruta hacia NOLA, en donde unas horas antes había reservado una de las pocas habitaciones céntricas que quedaban en Booking. Nos habían avisado que había barrios muy peligrosos en las afueras de la ciudad en los que no debíamos alojarnos así que preferimos pagar un poco más y quedarnos en la segura zona céntrica. Reservé una habitación en The Burgundy, una casa del siglo XIX de estilo francés, en el bonito barrio de Marigny. A priori me pareció que se trataba de un hostal, pero luego veréis de lo que se trataba, pagando por dos noches 235$.
Se nos hacía un poco tarde ya para llegar al hotel, así que Pelayo iba alegre con el Mustang. Nos encontramos con un Sherif de repente que se incorporaba a la carretera, y en ese momento Pelayo iba a 90 millas/hora cuando el límite era de 55… Nos paró y le ordenó salir, momento en que aprovechó para explicarle a qué se dedicaba en España y que estábamos de vacaciones, que además íbamos con prisa porque nos cerraba la recepción del hotel y al final nos libramos de la multa…
Al llegar aparcamos el coche en la calle, justo delante de la casa, y timbramos a la puerta, abriéndonos un señor en pantalón corto y camiseta de asas. Resulta que era el dueño de la casa y alquilaba tres habitaciones del domicilio que no usaba. La edificación era preciosa, de estilo francés como ya dije, e incluía un buen desayuno. Había zonas comunes que se podían usar (cocina, salón, jacuzzi, terraza) y otras privadas prohibidas para los huéspedes en donde él hacía su vida.
Nada más llegar nos entregó un mapa y nos explicó durante un buen rato dónde estaban las cosas más importantes, las zonas peligrosas, etc. Una buena ayuda, la verdad. En ese momento nos cobró con un lector de bandas magnéticas que tenía, todo un personaje.
Dejamos las maletas en el cuarto, que tenía un pequeño baño en el interior, y salimos a dar una vuelta por la zona centro. Visitamos Frenchmen Street, llena de locales con música en directo, a donde llegamos a pie tras 10 minutos de paseo por preciosas calles. Había una gran animación, mucha gente en la calle tocando, bebiendo, bailando, escribiendo poesía, vendiendo cosas, etc.
Decidimos entraren un local llamado Vaso en el que había un grupo tocando (guitarra, bajo, saxo, teclado y batería). Allí estuvimos un buen rato, pues conseguimos una mesa libre para sentarnos, escuchando la música y disfrutando del ambiente. Bebimos 4 cervezas locales grandes (Pelayo IPA y yo lager), pagando 20$, lo que nos pareció una ganga.
Tras un buen rato salimos y dimos una vuelta por las atestadas calles, aprovechando para escuchar un fantástico grupo de hip hop callejero que nos encontramos de casualidad.
Decidimos entrar un un local que nos había recomendado el dueño del hotel, Marigny Brasserie, en donde había una joven cantando acompañada de varios músicos. Estuvimos allí bailando un buen rato, rodeados de amable gente de todos los orígenes (había incluso una señora que pasaba de los 70 años de edad, escuchando la buena música). Pelayo bebió otra IPA, pagando 5$ (se ve que es precio estándar).
Finalmente volvimos caminando al alojamiento. Antes de entrar, estuvimos sentados un rato en el columpio de la entrada de la casa, disfrutando de la bonita noche. Entramos con cuidado para no despertar a nadie, pues todas las habitaciones estaban completas, y a dormir.
Total Kilómetros Road Trip = 2.580 + 525 = 3.105 km
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