Diario de Sri Lanka, día 8: Trincomalee

MARTES 9 OCTUBRE 2018

Nos levantamos tarde y lo primero que hicimos fue darnos un baño en la piscina del hotel.

Nos vestimos y fuimos a pie hasta el local del día anterior, BE COOL JUICE BAR, con el fin de desayunar algo típico. El chico nos reconoció y amablemente nos saludó. Tiene sólo dos mesas fuera y una estaba ocupada por tres turistas así que nos sentamos en la otra.

Be Cool Juice Bar

Ofrece dos tipos de desayunos: srilankés y americano. Cuando llegamos, como ya era tarde, sólo disponía del segundo, una pena… Nos puso a cada uno cuatro tostadas, un huevo frito, dos salchichas, mantequilla, mermelada, té o café y zumo de frutas variadas (500 rupias/2’5€ por persona). Le quedaba un rotti de coco y nos lo ofreció para que lo probásemos, todo un detalle. La chica que le ayudaba en el local hacía objetos de cerámica así que le compramos un par de tazas (2300 rupias/12€, lo cual es muy caro para el país pero en fin…).

Volvimos al hotel y cogimos el tuktuk con la intención de visitar los KANNIYA HOT SPRING WELLS, que es un lugar con gran significado para los hinduístas. Los tamiles acostumbran a visitarlo para lavarse con el agua caliente que sale de los siete pequeños pozos.

Al llegar aparcamos sin problema en una explanada de tierra y caminamos un trozo a pie, lleno de chiringos para turistas. Como estaba nublado muchos de ellos estaban cerrados y nos dieron poco el coñazo. Para entrar al recinto hay que pagar una pequeña entrada de 50 rupias/0,25€ por persona.

Entrada a Kanniya Hot Spring Wells

Hay vestuarios para cambiarse (masculinos y femeninos), restos de un templo budista, varias estatuas de Buda y la zona de baños que misteriosamente estaba vacía. Estuvimos toda la visita solos así que pudimos probar el agua de todos los pozos sin problema, que por cierto estaba muy caliente e igual de temperatura en todos ellos. La pena es que no vimos el ritual por el que se vierten agua por encima.

Kanniya Hot Spring Wells

En cuanto subimos al tuktuk se puso a llover a cántaros así que volvimos para el hotel pero la capota tiene goteras así que me puse perdida. Tuvimos que comprar cinta y cerrar todo lo que pudimos… Este Rocky nos tiene contentos…

Pelayo con el tuktuk posando para La Sal

Como habíamos desayunado fuerte estuvimos viendo una película y echando una siesta. Cuando amanecimos, sobre las 18:30, seguía lloviendo pero aún así salimos a dar una vuelta y buscar algún sitio para cenar. El recepcionista de nuestro hotel nos había recomendado el GAURI HOTEL para cenar pero no fuimos capaces de encontrarlo con la oscuridad de la noche (al día siguiente con luz sí que llegamos a verlo). Entramos en otro que se llamaba GRILL HOUSE, pues nos pareció un negocio familiar y efectivamente fue un acierto.

Nos atendió un señor muy mayor llamado Linus, extremadamente amable, y que hablaba inglés bastante mejor que la media (luego nos confesó que tenía 69 años pero parecía que tenía más). Pedimos lo siguientes:

-Devilled Fish

-Fried fish con ensalada y patatas fritas

Para beber pedimos soda  ginger beer, pagando por todo 2420 rupias/12,5€. La comida estaba buena pero lo mejor fue la conversación con Linus, su hijo, un amigo de ellos que apareció por el bar, etc. Estuvimos con ellos charlando hasta las 21 horas sobre rligión, (Linus y su familia eran católicos mientras que el amigo era hinduísta), de viajes, países, mostrando fotos de nuestras casas, vidas, amigos, costumbres, etc. Por cierto, el hijo de Linus nos dijo que ellos pagaban 500 rupias/2’5€ por un día de alquiler de tuktuk, o sea que menuda estafa las casas de alquiler, sobre todo Rocky que es el que más cobra y da un muy servicio regular.

Grill House. Trincomalee

Tras la estupenda velada, dominada por el intercambio cultural, volvimos al hotel y vimos una película de Netflix con la wifi del alojamiento, que funciona muy bien.

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