Diario de Perú. Día 14: Arequipa-Nazca-Ica

Llegamos en bus a Nazca sobre las 7:20 de la mañana pero nadie estaba esperándonos en la estación cuando, según las instrucciones de Cleison, alguien tenía que venir a por nosotros. Los ganchos de las otras empresas no paraban de molestarnos diciéndonos que nadie iba a venir a buscarnos…

Tras un buen rato apareció un señor muy majo en furgoneta que nos recogió y nos llevó al aeródromo, donde teníamos contratado el vuelo sobre las líneas de Nazca con la empresa TRAVEL AIR.
Avioneta de Travel Air
Una vez en el aeródromo dejamos las maletas en el mostrador de la empresa y rellenamos unas fichas con nuestros datos. Bea decidió no subir en el último momento por si con el vértigo que tuvo el día anterior lo pasaba mal. Estuvimos un buen rato aguardando en la sala de espera mientras Borja sólo pensaba en la muerte (antes de subir al avión le dio todo el dinero, móvil y demás objetos a Bea, por si se moría).
Por fin nos llamaron así que pasamos el control de seguridad y nos mandaron a otra pequeña salita de espera. Nos vino a buscar el segundo piloto y caminamos hasta la avioneta, en la que había asientos para los dos pilotos y 4 pasajeros. Allí se presentó el Capitán, llamado Byron y nos explicó en qué iba a consistir el vuelo: un poco más de 30 minutos de vuelo, pasando por encima de varias figuras, por la derecha y por la izquierda de la nave para que sean vistas de ambos lados, siguiendo un mapa que nos dieron a cada uno. La punta del ala señala a la figura para ayudar a los tripulantes a verlas mejor. El vuelo es visual, por lo que depende mucho de la habilidad del piloto. Tengo que decir que son unos fenómenos, pues señalan exactamente la figura con la punta del ala. La avioneta parece de juguete, en cuanto cogió algo de velocidad despegó casi sin darnos cuenta. De repente nos encontramos sobrevolamos el desierto y empezaron a aparecer miles de marcas en el suelo.
Las LÍNEAS DE NAZCA son geoglifos que fueron trazadas por la cultura Nazca. Están compuestas por numerosos diseños, que van desde líneas hasta animales y figuras humanas. Son Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1994. En los últimos años han sufrido daños graves por la construcción de la autopista Panamericana. Los primeros habitantes de los que se tiene constancia estuvieron en la zona hace 10.000 años y tiempo después se desarrollaron diversas culturas como la de Paracas, Nazca o Tiahuanaco.
La tierra del desierto tiene un color negro rojizo en el que destacan las líneas. Técnicamente estas líneas son casi perfectas, pues muestran pequeñas desviaciones a lo largo de kilómetros, y los dibujos están bien proporcionados a pesar del tamaño, lo que demuestra el gran dominio de la geometría de sus creadores. Se piensa que pudieron usar cuerdas y el clima hizo el resto para que se preservasen, pues apenas llueve.
Fueron descubiertas por el arqueólogo peruano Toribio Mejia en 1927 mientras hacía senderismo, pero ya el conquistador Pedro Cieza de León hizo referencia a ellas en 1547. La primera investigación comenzó en 1932 siendo estudiadas por muchos expertos. La alemana Maria Reiche y Paul Kosok dieron una de las primeras explicaciones sobre las líneas: su objetivo era apuntar al sol y a los cuerpos celestes en el lejano horizonte.
En realidad son surcos en el suelo pues la superficie está formada por una capa de guijarros rojizos debido a la oxidación. Por debajo hay otra de color amarillento. Las piedras eran levantadas y acumuladas en pequeños montículos que aún hoy se conservan. Varias excavaciones han descubierto pequeñas cavidades con ofrendas religiosas (a base de productos agrícolas y de origen animal, sobre todo marinos). Quizás se utilizaban para invocar al agua. Además se han encontrado estacas, cordeles y ensayos de figuras.
Entre las figuras hay animales, vegetales, humanos, figuras geométricas, laberintos, espirales, etc. Nosotros vimos numerosas líneas y triángulos (que les llaman pistas de aterrizaje) y además el colibrí, el cóndor, el pelícano, el loro, el mono, la araña, el astronauta, la ballena, el alcatraz, el perro (que está cortado por la carretera Panamericana), el lagarto, etc. Algunos están en superficie llana o en ladera (como el llamado astronauta). Al parecer la profundidad de las líneas nunca excede de 30 cm. A mí las que más me gustaron fueron la del mono y el colibrí (la mejor conservada).
Mapa con las figuras
Hay alguna teoría que habla de que las líneas fueron construidas por extraterrestres o con su ayuda, Nazca sería un lugar en el que aterrizaron las naves de los visitantes. Esto se ha rechazado radicalmente. Sin embargo sí hay algunos que aseguran que los habitantes de Nazca las construyeron para que fuesen vistas por los dioses, que suponían estaban en el cielo.
No se han borrado de la tierra porque Nazca es uno de los sitios más secos del mundo (llueve un promedio de media hora cada dos años) y además el suelo contiene yeso, que ayuda a fijar los elementos. El color oscuro del suelo y la gran insolación forman un colchón de aire caliente, haciendo que disminuya la velocidad del viento en superficie, protegiendo así las líneas de la erosión. Algunos autores, a través del análisis del contenido de Carbono 14 en restos de materiales orgánicos de las piedras, calculan que las líneas se construyeron alrededor de los 550-650años d.C., coincidiendo con la cultura Nasca.
El colibrí
 Tras un maravilloso vuelo volvimos al aeródromo; fue toda una experiencia que no hay que perderse, es de lo mejor que he hecho en mi vida (hay que tener en cuenta que me encanta volar, cosa que se junta con el misterio de las líneas). Además como los pilotos fueron encantadores les dejamos 10 soles de propina. Aquí tenéis la crítica en Tripadvisor.
Seguro que habréis escuchado que varias avionetas tuvieron accidentes hace muchos años, cuando comenzaron las visitas turísticas, pero actualmente todas las naves están sometidas a la estricta supervisión de la Autoridad Aeronáutica Peruana, así que no temáis.
 Al bajar fuimos en busca de Bea y las maletas. El mismo señor que nos había recogido en el aeropuerto vino a por nosotros y nos llevó hacia la estación. Por el camino nos comentó la posibilidad de alquilar un coche o una combi hasta Ica o el oasis de Huacachina para ir nosotros solos, más cómodos y por poco más de lo que costaba el bus. Nos pareció buena idea así que nos dejó en la parada de las combis. Allí regateamos con uno de los conductores y dijo que nos llevaba hasta el oasis por 94 soles.
 El taxista se llamaba Jorge y era majísimo. Tenía tres hijos que vivían en Lima. Le gustaba mucho el tema del motor así que estuvo de charla con Pelayo, que iba delante, un buen rato. Nos hizo varias paradas turísticas para que hiciésemos fotos en sitios muy bonitos: en un túnel de piedra, en el desierto, etc. Incluso nos paró en un pueblecito que había antes de Ica, en el que vivía él, para comer media sandía en una frutería de confianza.
Los cuatro comiendo las magníficas sandías
La señora nos la abrió y nos dio una cuchara a cada uno, comiéndola allí mismo en unas sillas. Estaba buenísima y con el calor que hacía nos sentó de maravilla. Al final el viaje nos llevó sobre 2 horas, llegando al oasis de Huacachina a las 12:30, dejándonos impresionado lo bonito que es; aquí tenéis la crítica en Tripadvisor del oasis.
El taxi nos dejó en nuestro hotel, LA HOSTERÍA SUIZA, no sin antes despedirnos de él cariñosamente, compartir emails y hacer las últimas fotos juntos. El hotel era el mejor en el que estuvimos, pero con mucha diferencia. Tenía piscina, pajaritos en jaulas en el hall y cuartos amplios, limpios, con secador de pelo, todo un lujo. Aquí tenéis la crítica del hotel en Tripadvisor. Dejamos las cosas en el cuarto y bajamos a bañarnos un rato en la piscina. Bea ya no se encontraba mal así que se bañó y tomó el sol. La verdad que el oasis era impresionantemente bonito. En un principio parece ser que era natural pero hoy en día se mantiene de manera artificial, pues sino ya se hubiese secado hace tiempo.
Piscina de la Hostería Suiza
 Tras el baño Borja y Pela pidieron una Cusqueña grande a medias. Al rato subimos de vuelta a los cuartos y nos vestimos para salir a comer algo. Le preguntamos a la chica de la recepción y nos recomendó el restaurante del HOTEL MOSSONE, que estaba a unos metros del nuestro. Era un hotel muy lujoso, con helipuerto en medio del patio. Pelayo y yo pedimos de primero un “Variado Inca” que llevaba dos brochetas de pollo, espárragos verdes de la zona de Ica con una vinagreta buenísima, patatas a la huancaína que estaban demasiado picantes, dos vieiras con queso que estaban exquisitas y dos ceviches de pescado dentro de dos conchas.
Variado Inca y vino blanco
De segundo pedimos lomo a la Huacachina (con cebolla morada y salsa de nata con tomate). Borja y Bea pidieron una crema de espárragos, una ensalada César y lomo a la plancha. Para beber pedimos un vino blanco (Gran Blanco-Tacama 2011) de la zona que estaba muy bueno. Pagamos en total sobre 200 soles. La comida estuvo verdaderamente bien, un restaurante muy recomendable. Aquí tenéis la crítica del hotel en Tripadvisor. Volvimos para el hotel con el tiempo justo para cambiarnos de ropa y prepararnos para la excursión en buggie, pues a las 16h nos venían a buscar al hotel. Bea no quiso venir así que se quedó en el cuarto durmiendo hasta que volvimos.
Buggie
 A las 16h nos vino a recoger Rubén, un señor muy delgado que por las facciones nos pareció al principio cubano. Nos llevó a la entrada del oasis en donde estaba la sede de la empresa de buggies. Allí nos encontramos con Julio, el amigo de Cleison, un señor muy grande y gordo que se reía haciendo mucho ruido pero además muy contagiosamente. Nos subimos al buggie en el que íbamos a ir de excursión que resultó llevar un motor igual que el del Corvette que tiene Borja. Recogimos más gente en diferentes hoteles hasta que se completaron todas las plazas del buggie. Borja y Pelayo iban delante con Julio y yo en la segunda fila, en un extremo.
Jumping photo

Para entrar en la zona de dunas había que pagar 4 soles a mayores pero nosotros ya la llevábamos incluida en el precio de la excursión. El viaje por las dunas fue espectacular, sin embargo Pelayo y Borja se quejaban porque había dos señoras muy mayores que se metieron en el buggie y que le pedían constantemente a Julio que fuese más despacio, pues iban asustadísimas (lo que no sé es porqué se apuntaron a esta excursión…).

Hicimos varias paradas para sacar fotos y otro par para hacer sandboard. En la primera cuesta me tiré de pie, como el snowboard de verdad, pero el velcro que tenían las cinchas que ataban a los pies estaba demasiado viejo, abriéndose todo el rato, así que era prácticamente imposible surfear. Además la tabla era también muy mala y vieja. Tras subir la cuesta a pie me tiré una segunda vez tumbada sobre la tabla boca abajo y estuvo genial. La segunda parada para hacer sandboard fue un cuestarrón que metía miedo pero al final nos tiramos la mayoría sobre la tabla, boca abajo.
Cuesta que bajamos en sandboard
 Finalmente paramos para ver la puesta de sol, que se escondió rápidamente. Hicimos unas fotos preciosas. Luego nos pararon en un minioasis en proceso de desaparición y finalmente iniciamos el camino de vuelta.
Puesta de sol en el desierto de Ica
 Antes de salir del campo de dunas hicimos la foto de rigor del oasis desde lo alto, que salieron impresionantes. Julio nos contó de vuelta el mito del oasis: dos incas estaban enamorados pero sus familias se oponían a la relación. La chica lloró tanto que se formó el oasis y se acabó convirtiendo en sirena. Todos los años al menos un hombre al año muere ahogado bañándose en el oasis por culpa del fango del fondo. La gente del lugar dice que es la sirena quien los arrastra, buscando a su amor.
Oasis de Huacachina
Julio nos dejó a las 18h en nuestro hotel y antes de marchar quedamos con él para el día siguiente a las 6:45, pues nos tenía que llevar en coche hasta la Reserva de Paracas (este traslado nos lo contrató Cleison directamente con él). Despertamos a Bea, nos pusimos los bañadores y bajamos a la piscina. Sólo se bañó Pelayo porque ya hacía frío. Pedimos tres pisco souer y un zumo de melocotón-maracuyá para Bea.
Al rato subimos al cuarto, nos duchamos, pues teníamos arena en todos los recovecos del cuerpo tras la excursión en buggie, y nos vestimos para salir a cenar. Dimos una vuelta alrededor del oasis pero no había demasiada oferta. No quisimos repetir en el hotel Massone así que entramos, desgraciadamente, en un local bastante modesto que tenía varios menús y que no recuerdo el nombre (está muy cerca del Mossone). Craso error.  Yo cogí el menú económico (13 soles) con palta rellena (aguacate con ensaladilla) y tallarines saltados con pollo y verdura que estaban buenísimos pero eran tan abundantes que no conseguí acabármelos. Para mí la cena estuvo muy bien pero no fue así para el resto.
Tallarines saltados con pollo
Bea pidió causa que apenas probó, y pizza mal descongelada; Pelayo chicharrones de pescado que estaban sequísimos y Borja palta rellena también pero la suya venía con regalito: un gusanito vivito y coleando, con pizza de segundo. De beber tomamos agua y Cusqueñas, pagando en total 54 soles. Volvimos para el hotel dando un paseo y para la cama.

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