Estando en París no podíamos dejar de visitar la Torre así que nos levantamos pronto, desayunamos y cogimos el metro hasta la parada de BIR-HAKEIM, en donde está la TORRE EIFFEL. Llegamos sobre las 10:00 y nos extrañó la poca cantidad de gente que había. Nos pusimos a la cola pero Pelayo se dio cuenta de que estaba cerrado el último piso. Pregunté qué pasaba a uno de los trabajadores y resulta que los ascensores del último piso se habían estropeado así que decidimos dejar esta visita para el día siguiente.
Finalmente llegamos a la PLAZA DE LA CONCORDIA y de ahí pusimos rumbo al BARRIO LATINO con el fin de comer algo, pues nos habían dicho que allí había menús del día a buen precio. Llegó un punto en el que no podíamos caminar más así que decidimos entrar en un bistrot muy cuco, cercano a la Rue du Bac. El menú era de 17 euros e incluía: carpaccio de salmón con aceite de albahaca, filete de fletán con arroz y verdura con salsa de nata. Estaba bastante bueno y las raciones eran abundantes.
Vimos de casualidad el MERCADO DE LAS PLANTAS, pues yo quería llevar a Pelayo pero no recordaba dónde estaba. Es un lugar precioso que merece la pena visitar. Allí Pelayo aprovechó para comprarle unos bulbos de tulipán a su madre. También pasamos por delante del PALACIO DE JUSTICIA, que es un edificio imponente y precioso. Luego tomamos rumbo a la ÎLE DE SAINT LOUIS, en donde tomamos resuello en un bar. Pelayo bebió una cerveza y yo me di un homenaje pidiendo una crêpe con chocolate. La isla es preciosa, llena de estrechas callejuelas con pequeños locales que venden, en su mayoría, productos de artesanía y curiosidades varias.
A las 18:00, cuando Miriam salió del trabajo, nos llamó y quedamos con ella en el metro de JURES. Allí nos tomamos los tres unas cervezas sentados en una terracita. Le compramos cacahuetes y pistachos a un señor que era vendedor ambulante y que iba de bar en bar sin parar. Pelayo invitó a las cervezas (3 pintas: 16 euros). Después caminamos hasta el piso, pues no estaba lejos, y preparamos la cena: unos trozos de pizza que habían sobrado del día anterior y picoteos varios. Cuando estuvieron listas las pizzas, entre lo cargaditas que las puso Miriam y todo lo que habíamos picado, yo ya no podía más… Charlamos un rato y nos fuimos a dormir.
Dejar una contestacion
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.