VIERNES 20/10/2023
Quedamos directamente con Maca y Mario en Es Mercadal para desayunar. Como era nuestro último día en el hotel de Mahón tuvimos que hacer el check out en nuestro alojamiento, Apartamentos Royal, pues el fin de semana nos alojábamos en el Oeste de la isla para jugar el torneo de beach tenis (en Hotel Zafiro, cerca de Cala en Bosc por 230€).
Después de ver lo que ofrecían algunos de los locales de Es Mercadal, decidimos volver a sentarnos en la terraza de Cas Sucrer, en donde pedimos una especie de empanadilla de carne, una ensaimada de sobrasada y otra de chocolate, buenísimas (8’2€).
Tras el desayuno de campeones, como todas las mañanas, nos dirigimos a Lithica, un curioso lugar del que yo tenía buenas expectativas, tras haber visto de casualidad unas fotos en internet. Se trata de una antigua cantera de donde se sacaba la piedra calcárea típica de las edificaciones de la isla, llamada Marés. Esta roca arenisca está formada a partir de fragmentos de algas rojas, bivalvos, equinodermos y foraminíferos entre otros, y es muy apreciada por su fácil tallado y su resistencia (por eso es ideal para la construcción)
La entrada sólo se puede comprar online (7€/persona) pero como no sabíamos a qué hora llegaríamos la adquirimos en la propia recepción siguiendo las instrucciones de la chica que trabajaba allí. La extracción se hace en forma de sillares que se cortan posteriormente en distintas formas y medidas, según el uso que se le vaya a dar.
El recinto es enorme, pues cuenta con 7 Ha, de hecho se podría llevar un bocadillo y comerlo allí, pues hay mucha vegetación y rincones muy agradables. La primera zona que se visita es una excavación manual (s. XIX-XX), menos espectacular quizás por su irregularidad, a pesar del trabajo que se pegarían los mineros. La segunda parte (1960-1994) está excavada con maquinaria y por lo tanto tiene formas cúbicas, muy curiosas. Me pareció un lugar mágico, para perderse entre los senderos, imprescindible si visitas Menorca.
La piedra, según vimos en los carteles explicativos, se extrae directamente cortando bloques en la roca, esculpiendo espacios «esculpidos» en negativo. En este caso son canteras a cielo abierto (aunque también existen algunas subterráneas en la isla) que se van trabajando por capas horizontales, creando así cada vez mayor profundidad.
Es famoso el Tótem, una figura que surgió en el punto donde se topan las excavaciones manuales y las mecánicas, que parece un monolito con forma anfropomorfa, que ha acabado por ser uno de los emblemas de Líthica. Además hay un circuito botánico con flora típica de la isla y un Jardín Medieval.
Estas Canteras de s’Hostal fueron declaradas Bien de Interés Etnológico en 2017, formando parte del Patrimonio Histórico de la isla, tras un enorme trabajo de limpieza y recuperación de la Fundación Lithica, pues tras su cierre fueron rellenadas parcialmente y el espacio se usó como huerto durante años.
Al parecer la fundación organiza actividades a lo largo del año en la cantera, que seguro que están muy interesantes, pues el laberíntico lugar tiene un gran potencial. Tras la estupenda visita nos dirigimos a Ciudadela, donde buscamos un local para comer algo rápido, pues Pelayo y yo empezábamos el torneo a las 16h. Caminamos primero por la preciosa zona del puerto para rematar en la Plaza de los Pinos, donde omimos en un local que se lalmaba S’Esplanada por 63’7€: dos pizzas y varias tapas (correcto).
Maca y Mario se quedaron en Ciudadela para pasar la tarde mientras Pelayo y yo nos dirigimos al Hotel Zarifo, donde nos adjudicaron un estupendo apartamento, con salida a la piscina, a pesar de que aún no eran las 15 horas (por cierto, tuvimos que pagar 19’8€ de tasa turística en el propio hotel). Aproveché para dormir 15-20minutos, que me supieron a gloria, y nos fuimos para Cala en Bosc. Este viernes se celebraba la categoría de veteranas, y mi compañera Eli y yo perdimos el primer partido contra Begoña Montenegro y Gezabel en el supertie break, una pena. Luego jugamos consolación contra Fedelich-Torres, ganando, así que pasamos a la final de consolación, que se jugaría el Domingo.
Cuando volvimos al hotel un amable trabajador de la recepción nos abrió para nosotros solos el jacuzzi del hotel (pues cerraba a las 19 y ya pasaba unos minutos). Tras un estupendo baño recuperador nos dirigimos a Ciudadela para cenar en la terraza de un local muy conocido llamado Imperi. Tomamos los típicos bocadillos de cuixot y de sobrasada, con dos copas de vino blanco Merluzo, pagando 15’6€. Los camareros eran súper simpáticos y muy atentos.
Busqué una vinoteca en internet, con el fin de probar vino de la isla, y me decanté por 4 Cadiras, que fue todo un acierto. Resultó ser un pequeño local en un sótano abovedado, muy bonito, donde nos atendió Tóbal, su amable dueño. Sólo le quedaban dos botellas de vino de la isla, escogiendo Sa Cudia, blanco con madera por 36€. Nos puso una tabla de tres quesos y jamón. En cuanto acabamos de cenar en la barra, charlando con él, se transformó en pub de opas, en donde estuvimos bailando hasta tarde. Pedimos dos gintonics a mayores, pagando por todo 85€; además nos invitó a un vino de que elabora él en Rueda, dos pomadas granizadas (él le da un toque de menta), una botella de agua y unos chupitos de piruleta. Estuvimos allí hasta las 2 de la madrugada, bailando y charlando con la gente del local, que parecían de la isla, muy simpáticos; ¡¡fue una velada genial!!
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