Diario de Italia, día 2: llegada a Venecia

LUNES 18/10/2021

Nos levantamos sobre las 8 de la mañana, desayunamos a base de tostar el pan que nos había dejado Donato el día anterior, así como pasteles y fruta. Cuando estuvimos listos salimos de la casa pero no había nadie así que simplemente tiramos del portalón. Era bien bonita, con jardín y piscina. Caminamos entonces hasta la parada de tren de Piraineto y a las 9:12 pasó el tren que, en cuatro minutos, nos dejó en el aeropuerto. Esta vez optamos por no pagar el billete, subimos directamente (nos daba dolor de cartera pagar 12€ por tan poco tiempo de viaje), y tuvimos la suerte de que no pasó ningún revisor. Al bajar vimos a un trabajador bajando a la vía, pero no sabemos si era revisor o no.

Billetes del barco de Alilaguna en el aeropuerto

Pasamos la zona de seguridad y el dutyfree, que por cierto tenía un montón de variedad y a mejor precio de lo que se suele ver en los aeropuertos. El avión despegó sobre las 10:30, llegando a Venecia sobre las 12:00, con unas estupendas vistas de la «isola» desde la ventanilla. Salimos rápidamente del aeropuerto, pues a las 12:50 salía el barco de Alilaguna. Una vez en el exterior, siguiendo las indicaciones, llegamos al embarcadero y en la ventanilla adquirimos los billetes (aunque también había máquinas): cada uno un billete de ida y vuelta, que es válido durante 20 días, por 27€/persona (es de un sólo uso, es decir, que la vuelta se tiene que hacer en los 20 días siguientes).

Canales de Venecia

Canales de Venecia

Actividades prohibidas en los canales de Venecia, bajo sanción de 25 a 500€

Alilaguna tiene tres líneas: azul, naranja y rojo, por lo que tendréis que mirar cuál os viene mejor. Nosotros cogimos la naranja  para ir al hotel, que entra por el Gran Canal y por tanto el viaje ya merece la pena (sin embargo para volver cogimos la azul, pues no hay obligación de coger la misma línea). Nos bajamos en la parada de Rialto, pues era la parada más cercana a nuestro hotel, llamado Alloggi Santa Sofía, en el barrio de Cannaregio. Tuvimos que callejear un rato, de hecho nos perdimos, pues Google Maps se lía con las estrechas e intrincadas callejuelas (aquí casi es mejor llevar un mapa en papel). Gracias a la orientación de Pelayo llegamos finalmente al hotel y caminamos durante tres días con apenas pérdidas, porque si tengo que ir yo de guía no sé dónde hubiésemos acabado… Calculad los paseos y las distancias con margen, pues es fácil perderse y por el centro además suele haber bastante gente, lo que dificulta si vais con prisa.

Alloggi Santa Sofia

Alloggi Santa Sofia

La habitación de hotel era muy bonita, contaba con un pequeño cuarto de baño con ducha hidromasaje y ventana a la animada Calle Vía Nova. Daba justo al salón donde se servían los desayunos por la mañana así que había un poco de ruido a esas horas. Pagamos 285€ por tres noches, con desayuno incluido. Dejamos las maletas y nos dirigimos al Bacaro Cà D’oro alla Vedova para comer algo, que estaba a unos pocos metros del alojamiento. Los bacari (plural de bacaro) son pequeños bares típicos de Venecia, donde se puede tomar un vino y pinchos variados (llamados cicchetti) a precios asequibles.

Cà D’oro alla Vedova

Una vez en la Vedova nos aposentamos en la barra (también se puede comer de menú en el comedor) y tomamos cuatro vinos con varios pinchos: polpette de carne, queso y patata (similares a las albóndigas), bacalao, sarde in saour (sardinas en escabeche, típica receta veneciana), gambas con piñones, cebollitas, etc. Estaba todo muy rico, pagando 20€. Después tomamos un par de trozos de pizza (6’5€) y unos helados en un local llamado Bacaro del Gelato, os recomiendo el de pistacho, pues es de los mejores que hemos probado nunca (dos helados 4,8€).

Típica tienda de disfraces

Dimos un paseo hasta el Ghetto Nuovo, la parte judía de la ciudad, donde encontraréis una sinagoga, pastelerías típicas, zonas de estudio de la religión, etc. De allí nos dirigimos a Piazzale Roma para comprar dos bonos de transporte de 48 horas para coger todos los vaporettos que necesitásemos (líneas públicas de transporte por barco). Nos costaron 30€/persona y se activan en cuanto los utilizas por primera vez, a partir de ahí empiezan a contar las horas. Aprovechamos para ver el puente de Calatrava, que está justo al lado.

Guetto Nuovo
Ghetto Nuovo
alrededores de Piazzale Roma
Bonos para Vaporetto y taquilla
Campo Santa Margherita
Góndola-frutería

Sin querer, dejándonos llevar por los canales, acabamos en el sestiere/barrio de Dorsoduro, que nos encantó. Nos topamos de casualidad con el Campo Santa Margherita, un barco con fruta y verdura y, finalmente, con uno de los baccari más conocidos de la isla, Al Bottegon-Già Schiavi. Tomamos la bebida típica, dos Spritz (uno con Campari y otro con Aperol) con seis cicchetti, que estaban buenísimos, pagando 14€. Me costó decidir los pinchos, pues todos tenían una pinta excelente: atún con cacao, queso con radicchio, ricotta con huevas de pescado, pulpo con vegetales encurtidos, pescado ahumado con caballa caramelizada y queso azul con pera.

Al Bottegon-Già Schiavi
Spritzs y ciccheti

Por cierto, el Spritz es un cóctel típico de la zona del Véneto, que se toma como aperitivo y que suele llevar vino espumoso, soda y Aperol (elaborado a base de naranjas amargas), Cynar (elaborado a base de alcachofas) o Campari (receta secreta). Aunque tenga un bonito color no os engañéis, ya os adelanto que es bastante amargo. Quisimos tomar algo más en otro local que había más adelante, llamado Osteria Al Squero, pero estaba repleto así que fue imposible entrar. Justo enfrente hay uno de los pocos talleres que quedan para reparar góndolas, por eso es tan famoso, y la verdad es que el lugar es idílico.

Taller de góndolas

Continuamos caminando llegando al canal de Giudecca por lo que decidimos dar la vuelta hacia el alojamiento. Por el camino hicimos una parada técnica en un local llamado Corner Pub, donde tomamos dos cervezas y seis chiccheti (bacalao, fritos, sarde y pomodoro seco, melanzana/berenjena), pagando 17’5€. A pesar de que el local tiene bonitas vistas a un canal no os lo recomiendo, los pinchos no estaban demasiado buenos, los camareros eran un poco extraños y el local no tenía demasiada buena pinta.

Cichetti

Cuando llegamos al Puente de Rialto estaba preciosamente iluminado, pues ya era de noche. Después de caminar durante horas decidimos cenar sentados así que buscamos un local cerca del hotel.

Puente de Rialto iluminado

Estábamos tan cansados que nos enganchó un camarero que había en la puerta de un local llamado 56 Zerotto con un menú de productos del mar por 19€, sin bebida incluida, al que accedimos cual turistas derrotados. El menú resultó tener claros y oscuros, pero es que en esa zona tan céntrica es imposible escapar de estos locales atrapaturistas:

-Primero: spaghetti allo scoglio para Pelayo (con marisco, muy ricos) y con sepia para mí (más bien secos)

Restaurante 56 Zerotto. Venecia

-Segundo: dorada con patatas para Pelayo y calamares con ensalada para mí (estos bastante escasos)

Restaurante 56 Zerotto. Venecia

Para beber tomamos dos bocks, un agua con gas y un café, pagando finalmente 63’8€. Luego tomamos un helado en un local que me había recomendado mi amigo Enrico, que es de Venecia, llamado Gelato di Natura.

Gelato di Natura

Había tantos sabores que no sabía qué escoger así que pedí consejo a la chica que atendía, quien me recomendó el de cacahuete y resultó estar exquisito; Pelayo repitió pistacho, que le encanta (pagamos 2’4€). Volvimos hasta nuestro hotel con una sensación que pocas veces viví en Venecia: calles vacías y silenciosas, sin cruzarnos apenas gente, no se escuchaba más que el eco de nuestros pasos (pues al no haber tráfico rodado la ciudad es muy silenciosa).

 

Venecia de noche

Venecia de noche

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