MARTES 30 DE SEPTIEMBRE 2014
En recepción ya nos esperaban los dos taxis así que recogimos los picnics y subimos a los dos coches (Dani, Noemi, Pela y yo con Pingüino y en el otro coche se subieron Jordi, María, Gael y Loly). Por cierto, el picnic consistía en un sándwich de jamón York y queso, un zumo, un plátano y una manzana. El taxista nos explicó por qué le llamaban Pingüino y es que, al parecer, desde pequeño fue muy bajito y era muy torpe jugando al fútbol; su verdadero nombre es Marvin pero prefiere el mote y es que así es como lo conoce todo el mundo en La Fortuna y alrededores.Yo me encontraba bastante mal del intestino, de hecho tuve que levantarme a media noche por un retortijón terrible que me dio, de hecho tuve que pedir a Pingüino que parase el coche por el camino en una ocasión. Habíamos tenido cuidado con el agua, pues sólo bebimos embotellada, pero seguramente en los restaurantes lavarán las verduras y la fruta con agua del grifo. Los taxistas fueron parando, a lo largo de la jornada, en los lugares estratégicos:
-Vistas del VOLCÁN ARENAL desde una colina, aprovechando para hacer varias fotos.
–ÁRBOL DE LA PAZ: se trata de un ceibo demás de 600 años; alrededor vimos numerosas ranas blue jeans, preciosas.
–RÍO CELESTE/PARQUE NACIONAL DEL VOLCÁN TENORIO: pagamos aparte la entrada al parque (10$) y además contratamos un guía que nos cobró 30$ entre las ocho personas que íbamos. Se llamaba Benjamín y era un chico bastante joven, amable y que explicaba muy bien. La verdad es que fue todo un placer dar el paseo con él por el parque.
La caminata nos llevó alrededor de dos horas y media. Loly y Gael se fueron quedando atrás todo el rato, pues íbamos a buen ritmo y no nos alcanzaban. Primero vimos la Laguna Azul, que es preciosa, con un impresionante color azul turquesa. Después continuamos por unas surgencias que salen desde el fondo a altísima temperatura pero que llegan a superficie sobre 30ºC, a partir de ese punto el agua toma un color celeste magnífico.
En la zona llamada TEÑIDEROS se ve perfectamente como cambia de color el agua. Al parecer se trata de un efecto óptico provocado por la dispersión de la luz debido a la alta cantidad de silicatos de aluminio que poseen las aguas. Pingüino nos dijo que la gente del lugar dice que el agua tiene ese color porque se dice que Dios lavó en él sus pinceles cuando acabó de pintar el cielo.
Luego atravesamos dos PUENTES COLGANTES en donde sacamos unas espectaculares fotos (el guía sabe muy bien dónde colocarnos y hacernos las fotos).
Finalmente bajamos unas cuantas escaleras para ver la CATARATA, que es impresionante. La subida de vuelta ya no nos gustó tanto…
Cuando llegamos nuevamente a la entrada del Parque Gael y Loly no le quisieron pagar su parte al guía porque decían que los había llevado a matacaballo y que no habían oído ninguna de las explicaciones. El resto pusimos su parte porque acabamos realmente contentos del paseo.
He de decir que vimos pocos bichos, oímos monos y sí nos topamos con un espectacular ciempiés enorme, de un llamativo color rojo. Antes de abandonar el parque tomamos algo en una cafetería que hay en la entrada: Pela un Ginger ale y yo una bebida de aloe vera que no me gustó nada (3.200 colones/6€). Este lugar es de lo que más merece la pena en Costa Rica, no dejéis de visitar el río Celeste si viajáis a este país. Aquí tenéis la opinión y fotos que subí a Tripadvisor sobre el río Celeste.
–PARQUE NACIONAL DEL VOLCÁN ARENAL: aquí pagamos otros 10$ para entrar y recorrer varios senderos circulares, de mayor o menor longitud, muy fáciles de caminar (salvo una pequeña cuesta que hay al principio). Como ya eran las 13h y ya se nos estaba haciendo tarde para comer, decidimos hacer el sendero corto, lo que nos llevó una hora. Había varios árboles frutales por el camino de los que fuimos comiendo: guayaba blanca y negra por ejemplo, riquísimas. Paseamos entre las coladas de lava del volcán y luego por una zona muy boscosa, pero hacia el final del trayecto nos tuvimos que dar prisa porque empezó a llover. En cuanto llegaron Gael y Loly, que se quedaron nuevamente atrás, Pingüino y el compañero nos llevaron a comer. La verdad que esta visita no aportó demasiado, pues el volcán se ve bien desde cualquier lugar, así que de haberlo sabido nos la hubiésemos ahorrado, todo depende del tiempo del que dispongáis. Aquí está la opinión y fotos que subía a Tripadvisor
–SODA MI CASA: como ya comenté, los taxistas nos llevaron a comer a este local de la zona en donde Pela pidió casado de pollo y yo de bistec; un casado se trata de un plato con carne o pescado acompañado de guarnición variada (en este caso ensalada, frijoles, camote y arroz). De postre pedimos helado con melocotón caramelizado (en España lo llamamos en almíbar) y un tres leches (bizcocho empapado con merengue). Pagamos por el menú de los dos 38$, lo que me pareció excesivo, pues la comida estaba aceptable pero no era nada del otro mundo; me parece que cualquier menú del día en España hubiera estado mejor, pues aquí pagamos 14$ por un plato, un postre y un refresco. Me imagino que al ser turistas abusan, tónica general en Costa Rica… Aquí está la opinión y fotos que subí a Tripadvisor de la soda Mi Casa.
–CATARATA DE LA FORTUNA: nos cobraron 10$/persona para entrar al recinto, bajar 500 terribles escalones, volver a subirlos y salir, vamos, un timo en toda regla. Merece más la pena, según mi opinión, pagar para ver la del río Celeste, que aunque es más pequeña es más espectacular por el color del agua. Yo diría que la visita a la Catarata de la Fortuna no es apta para todos los públicos, dado el esfuerzo que se requiere, de hecho en la entrada te hacen firmar un papel diciendo que no se responsabilizan si a alguien le da un pampurrio durante el trayecto…
Loly y Gael aprovecharon para bañarse en el río que hay al lado de la catarata mientras nosotros fuimos retornando poco a poco, escalón a escalón. Una vez arriba Pingüino y su compi nos prepararon unas piñas que llevaban en el coche, cosa que agradecimos tras el esfuerzo. He de decir que las piñas que comí en Costa Rica son las mejores que he probado nunca, nada que ver con las que llegan a España. Al rato llegaron Loly y Gael y, como seguía lloviendo a cántaros, decidimos no visitar las termas así que volvimos directos al hotel. Os dejo el enlace a la opinión y fotos que subí a Tripadvisor sobre esta catarata.
Una vez en el hotel le pagamos los 50$/persona a Pingüino y 10$ más de propina por pareja, pues es un gran profesional. Una vez en el cuarto nos pusimos el bañador y visitamos las termas de nuestro hotel, que disponía de varias piscinas a distintas temperaturas. Allí coincidimos con una familia de Madrid con la que habíamos hecho ya algún traslado en minibús, formada por los padres y sus dos hijos, con los que estuvimos de rollo en el jacuzzi un buen rato. Estaba tan caliente el agua que yo me tuve que salir al rato, no aguantaba más.
Tras la cena nos pusimos los frontales y caminamos por el amplio territorio del hotel con el fin de ver alguna ranita de ojos rojos, que al parecer se observan en la parte baja de las hojas, sin embargo lo único que vimos fue un sapo. Pelayo tuvo que ausentarse un momento, durante el paseo, para ir al cuarto y quitarse el repelente de mosquitos que llevábamos, pues le ardía la piel. Llevábamos dos botes, uno que compramos en una farmacia militar y otro de farmacia normal pero para niños. Durante el viaje él sólo pudo usar el de niños, así que si tenéis la piel sensible valorad esta segunda opción.
Tras la fallida observación de ranitas nos sentamos en la terraza de las habitaciones con Noemí y Dani y estuvimos de rollo con ellos un buen rato. Los últimos días del viaje nos dividiríamos, pues ellos iban a Manuel Antonio y nosotros a Guanacaste, cosa que nos daba una pena terrible. Además Inés y Alberto, la pareja que conocimos en Tortuguero, estaban en esos momentos en Guanacaste y nos comentaron por el whatsup que era un aburrimiento de sitio: playas desiertas enormes sin apenas nada alrededor, ni siquiera alguna tienda o pueblito para comer o comprar algo. Por otro lado, Noemí y Dani habían cambiado su hotel en Monteverde, que era nuestro siguiente destino, para venirse al nuestro y poder continuar un poco más juntos.
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