Diario de Costa Rica, día 10: Monteverde-Manuel Antonio

VIERNES 3 DE OCTUBRE 2014

Me desperté a las 5 y no paré de dar vueltas; al rato volví a dormir pero poco ya. Finalmente nos levantamos a las 6:30 y bajamos a desayunar: gallopinto, revuelto, salchichas con salsa de tomate, pancakes, pudding de plátano, piña, zumos, etc. Ese día dejábamos Monteverde para dirigirnos a Manuel Antonio así que aquí os dejo la opinión y fotos que subí a Tripadvisor del HOTEL HELICONIA, del cual nos íbamos esa misma mañana.A las 8:15 tenía que venir a buscarnos un Interbus que nos trasladaría a la Costa del Pacífico de Costa Rica pero se adelantó. Resulta que la carretera que debíamos tomar estaba cortada por las lluvias así que tendríamos que coger un desvío que nos llevaría más tiempo (4 horas). La carretera al principio estaba llena de curvas y sin asfaltar, con mucho tráfico, más tarde cogimos incluso un tramo de autopista.

Hicimos una parada de descanso en un área de servicio con tienda de souvenirs, llamada EL JARDÍN, pues aquí está todo pensado para que los turistas gasten la mayor cantidad de dinero posible durante su estancia en el país. Fue uno de los pocos sitios en donde nos dieron a probar diferentes cafés GRATIS. Pelayo compró allí una gorra de Costa Rica para su colección y un cuenco de madera con un tucán pintado a mano, pero no recuerdo los precios.

Continuamos el camino, aprovechando para dormir y charlar a ratos, pues en el minibús éramos todos ya conocidos: Dani, Noemi, Jordi, María y una familia de Madrid con los que ya habíamos coincidido en varias ocasiones a lo largo del viaje. Finalmente llegamos al hotel Parador sobre las 12:30, en donde se bajaron Dani y Noemí junto con la familia de Madrid, que es un hotelazo de 5 estrellas merecidas, el único de nivel que hemos visto durante nuestra estancia en Costa Rica. El resto, según nuestra propia experiencia y la de los españoles con los que fuimos compartiendo el viaje, no valen las estrellas que tienen, salvo alguna excepción muy contada. A continuación el minibús dejó a Jordi y María y finalmente a nosotros, en el HOTEL COSTA VERDE.

En la recepción nos recibió una chica que era demasiado artificial y forzada que nos explicó que como era temporada baja nos iban a dar una habitación mejor que la que teníamos contratada GRATIS. Esta palabra la estamos escuchando demasiado en el día de hoy, cosa que nos empieza a mosquear porque aquí no regalan nada…

Vistas de Manuel Antonio desde el hotel

Cuando llegamos al cuarto vimos que era bastante cutre así que no quisimos ni imaginar cómo era la que nos iban a dar en un inicio… Pelayo se cabreó muchísimo porque tuvimos que pagar un extra para tener aquella mierda de habitación y si se les llega a ocurrir meternos en algo todavía peor la hubiera liado parda en recepción y con la empresa de viajes. El cuarto tenía vistas al camino, ni siquiera al mar (pese a que había muchas otras vacías con vistas al mar, pues apenas había gente alojada en el hotel), el armario era un trozo entre columnas en el que habían clavado un par de tablas y puesto una cortinilla para taparlo. Teníamos una nevera y una cocina con dos resistencias más viejas que Matusalén (pues el cuarto era tipo apartamento)… Indignados como estábamos visitamos en Internet la web del hotel y era verdad que había habitaciones aún más cutres. Era increíble lo que habíamos pagado por ese hotel y lo que nos estábamos encontrando.

Para calmar un poco los ánimos salimos a dar una vuelta por los terrenos del hotel, que son bastante grandes y muy bonitos. Tienen tres piscinas, salón de bodas, un avión-cafetería muy espectacular, etc. Efectivamente vimos una de las habitaciones pequeñas abiertas, pues estaban limpiando, y quedamos alucinados del cuchitril que era, casi había que entrar de lado para que abriese la puerta y no pegase con la cama…

Luego nos dimos un baño en una de las piscinas con vistas a la playa y a la zona de Manuel Antonio. Volvimos al cuarto, nos dimos una ducha y después cogimos el bus justo delante de la recepción del hotel hasta MANUEL ANTONIO, en donde habíamos quedado con Dani y Noemi, pagando por cada billete 620 colones/1€. Llegamos nosotros antes que ellos y como había unos policías en la parada de bus nos pusimos de cháchara con ellos un buen rato. Nos contaron que como los sucesivos gobiernos que había tenido Costa Rica fueron muy corruptos, todo se ha ido encareciendo (según ellos igual para el turista que para el que es de allí). Nos confesaron que cobran 800$ al mes y que tienen que hacer maravillas para pagar el alquiler y mantener a la familia. Para ellos tomar una cerveza en un bar con los amigos es un lujo que no se pueden permitir. Uno de ellos estaba estudiando, a su vez, arquitectura, para ganar un poco más en el futuro. Entonces empezamos a entender porqué la población estafa sistemáticamente al turista, por cuestión de supervivencia. También porqué los restaurantes y bares tienen unos precios tan elevados, pues a ellos no van nacionales. La verdad es que pasamos un rato muy ameno con ellos y nos contaron cosas muy interesantes de la vida en el país; además agradecemos que nos hablasen con tanta franqueza.

Al rato llegaron Dani y Noemí así que aprovechamos para dar una vuelta por la playa, que es muy chula, y por el pueblo pero que realmente consta de una calle con un pequeño supermercado y un par de bares. Tomamos en uno de ello una cerveza y un jugo de mango (2800colones/4’5€); estando allí sentados vimos unos titíes muy graciosos que bajaron del bosque hacia el pueblo me imagino que en busca de comida.

Ese mismo día en Manuel Antonio hubo a media tarde una revuelta de gente que vivía en una casa okupa, teniendo una batalla campal con la policía por lo que no había demasiado buen ambiente en el pueblo así que decidimos marchar de allí. Cogimos el bus hasta QUEPOS, que era la siguiente población importante. En la cola del bus nos encontramos con Víctor, un chico muy majo de Badajoz que viajaba solo y con el que habíamos coincidido previamente en Tortuguero. Él abandonaba el país ya al día siguiente y en Manuel Antonio había decidido alojarse en una especie de albergue, bastante más barato que nuestro hotel, que estaba en la carretera de camino a Quepos, en donde se bajó al rato, despidiéndonos de él.

Feria de fruta en Quepos

Quepos es bastante más grande que Manuel Antonio, de hecho es ya una población y no cuatro calles, como prácticamente todos los lugares que hemos visto hasta ahora en Costa Rica (a excepción de San José). Dimos una vuelta por el pueblo, que tenía bastante vida. Nos dirigimos hacia el puerto con el fin de preguntar por las excursiones para avistar ballenas pero por el camino nos encontramos, en pleno paseo marítimo, una feria de fruta y verdura. Estaba muy bonito y disfrutamos un buen rato del colorido, olor y bullicio del mercadillo improvisado, además había un montón de frutas que no habíamos visto nunca antes.

Puerto de Quepos
Una vez en el puerto hablamos con el guardia de seguridad que había en la entrada, quien nos dio indicaciones para llegar a la zona de empresas turísticos. Caminamos por donde nos dijo, pegados al muro del puerto pero era una zona muy oscura que al principio nos metió bastante miedo; nos tranquilizó el ver que había varios jóvenes haciendo footing y gente paseando el perro, así que no os asustéis. Al llegar a la otra puerta nos recibió otro guardia que nos mostró los catamaranes y nos dio precios orientativos. Nos dijo que si quería llamaba a un amigo de él para reservar las plazas en su barco pero declinamos la invitación, pues ya nos conocemos la historia de las comisiones… Nos pareció todo una atracción de feria, muy caro y con el riesgo que había de no ver las ballenas (y por supuesto en este caso no te devolvían el dinero.
Cena en el Blue Marlin

Volvimos a la puerta inicial del puerto y entramos por allí buscando uno de los restaurantes de pescado que habíamos oído que había por la zona, pues al parecer esta región es muy famosa por la pesca deportiva (se pueden encontrar ejemplares de marlín, pez vela y un sinfín de enormes especies). Pelayo estuvo mirando para salir a pescar con alguna excursión organizada, pues es un amante de la pesca, pero pedían auténticas barbaridades que no os podéis ni imaginar, lo más caro que hemos visto durante nuestra estancia en Costa Rica, así que declinamos la opción…

Tataki de atún

Además como los turistas, en general, no tienen manera de despiezar el pescado y comérselo de una tacada, pues son enormes, se los acaban cediendo a la empresa, que a su vez se los venden a los restaurantes de la zona (es decir, se enriquecen doblemente).

Hamburguesa

Entramos en uno de los restaurantes que estaba en la segunda planta, muy bonito, lleno de lucecitas (pues ya era de noche) llamado BLUE MARLIN. Pedimos un tataki de atún de primero para compartir y la verdad es que estaba riquísimo. De segundo Pelayo pidió Cihimichanga y yo hamburguesa de Angus, estaba todo exquisito.

 

Chimichanga
Pagamos, incluyendo variosos refrescos y cervezas, 25.000 colones por pareja/42 euros, lo que nos pareció hasta buen precio, a pesar de no incluir vino ni postres. He de decir que el local está enteramente decorado con objetos que hacen alusión a la pesca, incluyendo fotos de ejemplares que se han sacado por la zona que son realmente alucinantes, ¡¡qué bicharracos!!

Desde allí llamamos a un taxi, que nos vino a buscar a la puerta del restaurante, y nos llevó hasta el Hotel de Dani y Noem; luego Pela y yo dimos un paseo hasta el nuestro, pues no están muy lejos.

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