El 11/01/2018 tuvimos la gran suerte de visitar, gracias a Roberto de MASQTINTO, a BERNARDO ESTÉVEZ, conocido viticultor de la zona de Ribeiro. Sus padres y abuelos ya elaboraban vino pero él no se dedico única y exclusivamente al sector hasta 2001, pues hasta ese momento alternaba con su empleo de mecánico de coches en Vigo. Fue una decisión muy meditada, pues toda la familia (incluyendo tres hijas) acabó desplazándose definitivamente a Arnoia. Su primera añada salió en 2009 y se llamó Issué.
Bernardo dispone de tres hectáreas de viñedo propio y la producción depende de las condiciones climáticas de cada año, alcanzando como récord 6.000 botellas en 2015. La bodega se encuentra en Arnoia, donde se pueden observar los valles de San Vicente y San Amaro (en este último desarrolla principalmente su proyecto Bernardo). El suelo que trabaja es básicamente granítico, teniendo en cuenta que las viñas se encuentran en la zona de aluvión de montaña, con buena insolación y lluvias. Al principio Bernardo recibió la ayuda de Xosé Luis Sebio, mientras la familia iba sobreviviendo gracias a ahorros y al empleo de su esposa.
Dimos un paseo muy agradable con Bernardo por gran parte de sus fincas, pudiendo observar cómo la vegetación se come zonas que antaño fueron viñas. Al parecer la gente de la zona las abandonó durante la Guerra Civil; al no haber pasto tampoco pudieron reconvertir las tierras en explotaciones ganaderas así que la región atravesó por muchos años de hambruna. Esta zona, que vivía prácticamente de elaborar vino y que llegó a contar con 28000 hectáreas de viñedo, suma en la actualidad sólo unas 3000. En Arnoia llegó a haber 140 bodegas, no superando las diez a día de hoy (Lagar do Merens, Eloi Lorenzo, Luis Anxo, Carlos, Bernardo y pocos más).
Bernardo tiene la suerte de poder trabajar viñas plantadas por sus abuelos (Palomino, Lado), pero tuvo que añadir nuevos pies (Trincadeira Portuguesa, Tinta Amarela Caíño da Terra y Carabuñeira, que es muy similar a la Touriga Nacional, etc). Dispone de unos suelos muy interesantes mineralmente, pues en algunas fincas cuenta con 6-7 metros de piedra de granito, pizarra, cuarzo, etc., llenos de vida.
Esta cualidad no fue casualidad, pues Bernardo es un gran conocedor del suelo, sus ecosistemas y los ciclos de la naturaleza. Se formó inicialmente en Portugal con André Henriques da Silva (Aphros, Quinta do Soalheiro), Ingeniero Agrónomo que le inculcó los principios del cultivo biodinámico. No trabaja con productos químicos, solamente se vale de azufre, cobre y extractos de plantas que él mismo elabora (con tojos, ortigas, ajo, naranja, etc), y además fabrica mulching/acolchados con diverso material (paja, estiércol de cabra, etc); de este modo consigue el aporte de nitrógeno y nutrientes que necesitan los microorganismos de la cubierta. Bernardo respeta profundamente el entorno e interviene en el proceso lo mínimo imprescindible. Es además especialista en recuperar suelos que han estado sobreexplotados, aunque alega que ciertos insecticidas son muy difíciles de eliminar.
Como ya mencioné, en 2009 salió al mercado la primera añada de Bernardo, llamado Issué; según nos explicó, escogió el nombre por su sonoridad. Posteriormente decidió cambiarlo por el de Chanselus, pues chan significa suelo en gallego, y lus es la luz. El vino que alberga cada botella es una mezcla de variedades que han sido cultivadas en parcelas con diferentes orientaciones y suelos, por lo que el nombre describe mejor lo que nos vamos a encontrar en el interior. De hecho sus fincas se encuentran en ambos valles y en las cuatro orientaciones, por lo que se trata de un concepto agrícola muy interesante.
Según Bernardo la vid refleja el suelo, y a modo de ejemplo, las fincas orientadas hacia el sur dan volumen al resultado final, mientras que el Este aporta acidez, longitud y sapidez. A su entender, y tras un estudio pormenorizado de las fincas, la luz y la orientación es el factor que más marca el resultado final, pues provoca variaciones en la respuesta de la planta. Añade que la fabricación de azúcares es lenta y finaliza cada día sobre las 18 horas.
En sus fincas podemos encontrar siete variedades de blancas y dieciocho de tintas y es que el Ribeiro fue tradicionalmente una región de vino tinto. Sin embargo a raíz de la filoxera, el oidio y el mildiu fue aumentando la plantación de castas blancas en la zona, que eran más baratas y producían más uva; aparecieron por tanto Alicante, Palomino (que al parecer no se adapta totalmente a la zona), etc. Según Bernardo el patrimonio varietal de la región de Orense es de los más altos del mundo.
Hay que explicar además que en Ribeiro se marca la diferencia entre Bodega y Colleiteiro; éste último se trata del vigneron o viticultor que elabora sus propios vinos, al que no se le permite la adquisición de uva y puede elaborar como máximo 60.000 botellas. Esto significa que Bernardo trabaja prácticamente solo y además realiza todos los trabajos a mano (tratamientos, injertos, etc.) por lo que sólo puede recibir visitas en ciertas épocas del año para no desatender las viñas.
Paso a relataros las fincas que tuvimos el lujo de visitar con Bernardo:
*1ª Finca: en el suelo hay una primera capa de aluvión y debajo se encuentran granito y la pizarra, orientación sur. Las raíces sufren hasta que llegan a 1-2 metros de profundidad.
*2ª Finca: antigua finca de cuarzo y granito con Palomino que fue reinjertado por Bernardo a base de Caiño Redondo, Caiño Longo, etc., que ya han comenzado a expresarse. Justo al lado nos mostró otra finca que había adquirido hacía muy poco tiempo, con suelo de granito y arena, ideal para variedades de ciclo más largo. Su intención era estacarla como antiguamente, con madera de castaño. Al parecer es una buena zona porque está protegida pero manteniendo acidez.
*3ª Finca: viña vieja reinjertada hace alrededor de cuatro años en plantas de unos 90 años de edad media. Hay nuevas vías de savia que hacen que crezca la planta más rápido, pues se apreciaba muy buen tamaño.
*4ª Finca: con orientación hacia el oeste y suelos cada vez más arcillosos. Hay más de diez variedades tintas (Ferrol, Carabuñeira, Tinta Morula, Caiño Longo, Caiño Bravo, etc.) reinjertadas en pies viejos y además cepas muy antiguas de Treixadura. Antiguamente se plantaban muy juntas a modo de parasol, para que la radiación no matase la vida del suelo. Dan uvas más sabrosas por no estar en estrés, que producen vinos largos y persistentes. Al parecer la persistencia proviene de la «naturalidad» que presente el cultivo.
*5ª Finca: zona de xisto y aluvión, preparada con portainjertos para el año que viene. También hay arcilla, ideal para tintos de ciclo largo. Dará los primeros ingresos en 6-7 años como muy pronto.
Otra interesante cuestión es que Bernardo no vendimia por variedades, sino por zonas. Tras ver las fincas caminamos por el bosque para ver cómo había avanzado la vegetación sobre las terrazas, mientras nos relataba la interesante historia del Ribeiro. Vimos muchas mimosas que al parecer fueron traídas de Argentina con el fin de utilizar su madera para construir estacas en las fincas. Nos explicó que los arrieros sacaban antiguamente los toneles de vino de las bodegas en carros de bueyes con el fin de ser exportados a través de barcos o tren.
Tras el agradable paseo volvimos a la bodega para catar el producto final que tanto trabajo lleva detrás:
-Chans e lus blanco 2015: elaborado con castas blancas y embotellado en Octubre 2016, se trata de un vino natural que sustituye a Issué. Tras prensar en madera, realiza la primera fermentación en depósito y luego pasa a fudres. No se utilizó sulfuroso durante el proceso a excepción del momento de embotellar (alrededor de 20 microgramos). Ligeramente filtrado con barros, conserva fruta pero a su vez presenta evolución.
-Cepas viejas blanco 2017: cepas de más de 75 años de edad de las que obtiene alrededor de 400 botellas. En 2016 perdió la cosecha por el mildiu y no pudo elaborarlo.
-Chans e lus tinto 2017: mezcla de variedades de distintas parcelas y distintas antigüedades de cepa, sin buscar porcentajes, sino que toma las que estén en mejores condiciones cada año. En este caso se pisan los racimos y luego se despalilla a mano. Aclaro que los tintos no llevan sulfuroso y que no puede utilizar todas las variedades que cultiva porque algunas necesitan mucha insolación (Espadeiro, Caíño Bravo), pero sí otras que aportan sutileza como la Brancellao.
-Cepas Viejas tinto 2017: sólo cepas tintas de más de 75 años, sin sulfuroso. Está reducido porque no quiso removerlo, más largo y carnoso que el anterior. Buscó una lenta pero buena evolución. Sápido y con mucha fruta.
Para la crianza se vale de barricas de origen francés usadas, en donde deja el vino alrededor de 8-9 meses con el fin de que se microoxigene, sin provocar grandes alteraciones en el producto. Su operativa es mantener en bodega las botellas durante alrededor de dos años antes de sacarlas al mercado, cuando están en el punto óptimo. Si no le gusta el resultado final no sale al mercado, como por ejemplo ocurrió con la añada 2013. Bernardo nos comentó que le gusta especialmente la añada del 2015, pues son largos en trago, con estructura y mineralidad.
De vez en cuando elabora algún vino diferente, a modo de prueba, como las 300 botellas Viño Tostado de 2006-2007 a base de Treixadura y Torrontés (el abuelo de su esposa ya elaboraba este tipo de vino). También destila aguardiente para tratamientos (mil en rama, eucalipto, ajo, etc.), vende preparados vegetales y extractos, asesora a otras bodegas, imparte conferencias sobre viticultura natural, etc. Llama la atención que la mitad de la producción se vende al extranjero, sobre todo en USA, con Galician Wines.
Si queréis conocer más sobre este interesante proyecto se puede consultar su web o blog. Fue una jornada tremendamente interesante, en la que aprendimos muchísimo sobre el suelo, los ciclos vegetativos de cada variedad, etc. Además pudimos comprobar cómo un trabajo excelente en viña se transmite directamente al producto final. Sólo quiero agradecer a Roberto el haber podido acompañarlo y a Bernardo por recibirnos en su casa y transmitirnos su saber.
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