La Casa Rural Torre do Río se encuentra en una espectacular finca, rodeada por un arroyo, y cuenta con varios edificios de granito, algunos restaurados y otros pendientes de ello. Pertenece a Begoña y Rodrigo, quienes os harán sentir como en casa. Lily es una de las empleadas, que estará pendiente en todo momento de que la estancia sea perfecta.
Nosotros compramos en la propia web de la Casa Rural una oferta que incluía noche, desayuno y bono de entrada para el Balneario de Cuntis que utilizamos al día siguiente. Os recomiendo visitar su web, pues ofrecen varias posibilidades que os pueden interesar.
El día de la fecha nos presentamos en la Casa Rural, dejamos el vehículo en el aparcamiento que hay en la entrada y entramos en la finca a través de un enorme portalón. Tras la verja nos espera un porche, ideal para tomar algo en verano, pero también en invierno, pues dispone de chimenea. El edificio principal cuenta con varias plantas de habitaciones y comedor en el bajo. Además hay una antigua fábrica de algodón en ruinas, donde está prevista la construcción de un spa y salón de eventos.
En la finca también disponen de una preciosa piscina que se llena naturalmente con el agua del río a través de una pequeña cascada. Alrededor se encuentran unos preciosos jardines, muy cuidados, y un mirador.
Nuestra habitación, amplia y cómoda, estaba en el último piso, decorada con mucho gusto; el cuarto de baño era una cocada. Llama la atención el gran número de detalles que hay en la casa y habitaciones de huéspedes.
Decidimos quedarnos a cenar en la propia casa rural; cuando bajamos al comedor resulta que estaba prácticamente lleno de huéspedes que habían tenido la misma idea. La carta no era muy larga pero al parecer van a hacer reformas en cocina y menús por lo que era algo temporal. La comida es tradicional y de mercado: pulpo, empanada, tortilla, gambones, solomillo, gallo campestre, huevos fritos, milanesa, merluza, bonito, bacalao, etc.
Como había mucha gente y el servicio se estaba retrasando nos sirvieron unos trozos de empanada como aperitivo, cortesía de la casa. Para beber nos decantamos por una botella de vino tinto, ofreciéndonos cinco referencias: Domus y Alan de Val de Valdeorras, Legado de Viteri de Rioja, Acón y Pros Maximus de Ribera del Duero.
Pedimos Navajas, Solomillo y Entrecot pero se habían terminado así que cambiamos entonces a Verduras a la parrilla, Añojo de buey y Sandwich club. De postre un yogur casero y un pedazo de tarta de queso. Se notaba que en cocina estaban apurados.
Por la mañana el desayuno se sirvió en el mismo comedor en el que cenamos la noche anterior. Había mucha variedad: embutido, dulces caseros, tortilla, filloas, empanada de manzana, bizcochos, fruta, zumo, tostadas, yogures, etc. El comedor se quedaba un poco justo para toda la gente que estábamos levantándonos a por cosas pero ya he comentado que están previstas obras de ampliación.
Tras el desayuno salimos a dar un paseo por los bonitos jardines de la finca, llenos de rincones ideales para tomar algo. Nosotros nos alojamos en otoño por lo que no pudimos disfrutar de la piscina debido al mal tiempo pero en verano estoy segura que tiene que ser una delicia. Si no queréis alojaros podéis ir simplemente a tomar algo, pues la finca bien merece la pena una visita.
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