DOMINGO 2 FEBRERO 2020
Desayunamos por última vez en nuestro querido Hostal La Viuda, junto con Flavio y Alessandra. Nos despedimos tristemente de todo el personal, principalmente de Clarita, Ángel, María y Anxo, quienes nos hicieron sentir como en casa.
Iniciamos la ruta hacia las Ribas do río Sil, cuya carretera transcurre por sus intrincadas curvas y precipicios. La primera parada fue en el Mirador Los Balcones de Madrid.
He de decir que no me pareció el mejor mirador de Ribeira Sacra, pero para gustos hay colores. Al parecer se llama así porque desde ese alto se despedían las mujeres de sus esposos emigrantes, que abandonaban la localidad en barco.
La siguiente parada fue en el Monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil. Se encuentra al final de una pequeña carretera, en medio de un bosque y a la orilla del río, un lugar mágico.
Según llegamos vimos un cartel que decía que había que pagar 1€ pero la oficina estaba cerrada y no había nada que impidiese el acceso así que todos los turistas paseamos libremente por la zona ese día.
Según los carteles informativos, la primera referencia a este Monasterio, de la que hay constancia, data del Siglo IX. A la iglesia románica inicial se le fueron añadiendo construcciones, como el bonito claustro neoclásico, cuya época de construcción fue el siglo XVIII.
En el siglo XIX se abandonaron las tareas monásticas para pasar a manos de particulares. Para evitar su deterioro se restauró a finales del siglo XX.
A continuación paramos en el Mirador de Cabezoás, que nos encontramos nuevamente en la ruta. Desde las pasarelas se ve un estupendo meandro del río.
Tampoco pudimos resistirnos a hacer unas fotos en el bonito Embalse de Santo Estevo. Allí hay carteles con fotos antiguas que ilustran las etapas de la construcción de la presa, muy interesantes.
Paramos a comer en Los Peares, que al parecer pertenece a dos provincias (Lugo y Orense), cuatro municipios y por él pasan tres ríos (Sil, Miño y Bubal). Desde Trives hasta los Peares recorrimos sobre unos 100km. Un cazador con el que estuvimos charlando en una de las paradas nos recomendó comer en la Parrillada Os Tres Ríos, y así hicimos.
A pesar de que en Internet no tenía demasiadas buenas críticas seguimos el consejo, y la verdad es que fue un acierto. Pedimos dos raciones de chuletas y dos de truchas, todo acompañado por patatas y ensalada.
La comida tardó un poco en venir, pero es que fue preparada por la dueña al momento, muy sabroso. Además para beber pedimos tres cervezas, un agua y cuatro cafés, pagando por todo sobre 55€.
Tras la comida nos esperaba la última parada del día, la visita a la Bodega Viñedos do Gabián, a las afueras de Ribadavia, de nuestro amigo Pepe, pero esto ya queda para otro artículo.
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