Diario de Perú. Día 1: Llegada a Lima

Desde Galicia hasta Madrid fuimos los cuatro (Pelayo, Borja, Bea y yo, Ruth) en coche propio, que dejamos aparcado en un parking de larga duración llamado EMPARK (97€), en el Aeropuerto de Barajas. En Barajas embalamos las mochilas para no tener problemas de que nos faltase o nos metiesen algo. Siempre que hacemos viajes largos las filmamos y es que por 14€ que nos costó merece la pena no arriesgarse… Cuando nos acordamos compramos el film en el supermercado y las filmamos nosotros mismos. El viaje de ida consistía en dos vuelos, Madrid-Nueva York y Nueva York-Lima. Tras unas 7 horas de viaje desde Nueva York llegamos finalmente a Lima, casualmente, sobre las 7h de la mañana. El viaje fue mucho más llevadero en el segundo avión, pues dormimos casi todo el rato. Pelayo ni siquiera comió lo que sirvieron y yo tomé un canelón y poco más.

Por cierto, como hicimos escala en EEUU, tuvimos que sacarnos el ESTA obligatoriamente (Electronic System for Travel Authorization). Todo el que pisa su territorio, aunque sea para cambiar de avión, tiene que hacerlo. Lo hicimos por Internet pero ¡ojo!, porque no sé en qué página entró Pelayo que le salió más caro que a mí (yo pagué 14$).

Al llegar a Lima cogimos las maletas y, en cuanto salimos a la zona no restringida, nos empezaron a bombardear los taxistas. Nosotros teníamos que ser recogidos por alguien del HOTEL IMPERIUM, pues habíamos contratado este servicio por 20$, pero allí no había nadie. Los taxistas no paraban de acosarnos y de decir que no iba a venir nadie a buscarnos. Uno incluso nos dejó llamar al hotel desde su móvil. Los de la recepción tuvieron una hora a Bea al teléfono y finalmente le dijeron que llegaría alguien a recogernos en 10 minutos, todo por culpa del tráfico. Al cabo de 20 minutos llegó un señor llamado Max con un coche y un traje muy viejos. Era muy simpático así que aprovechamos para preguntarle muchas dudas; además, con tanto tráfico, el viaje hasta el hotel duró un buen rato. Los coches conducen como salvajes en Perú, muchos están llenos de golpes y remaches, lo cual es bastante indicativo de como se las gastan…

 

Foto con colegiales en la Plaza de Armas de Lima

 

La primera impresión que tuvimos de Lima fue de una ciudad sucia y con viviendas muy viejas. El barrio en el que estaba el Hotel Imperium metía algo de miedo y además las puertas y ventanas del edificio del hotel estaban cubiertas con verjas de las que usan los negocios y sólo te abrían llamando al timbre… Aquí tenéis la crítica en Tripadvisor del hotel Imperium con fotos del lugar. El hombre que nos recibió en recepción fue muy amable también. Dejamos las maletas en el cuarto, que no era lujoso pero estaba limpio, nos duchamos y, al rato, cuando Borja y Bea estuvieron listos, salimos a dar una vuelta. A mí incluso me dio tiempo a dormir una pequeña siesta.

Caminamos hasta un Centro Comercial en el que cambiamos moneda en una oficia de Western Union (por 1€ nos dieron 3’5 soles), pues en la calle está mejor el cambio que en el aeropuerto. Aprovechamos para desayunar en una de las cafeterías que había por allí. El desayuno estuvo fenomenal: Pelayo y yo compartimos un sándwich enorme que llevaba pollo, ensalada, queso, bacon, etc. Además un trozo de tarta de higo y para beber chicha morada, que es una bebida originaria de la zona andina a base de maíz morada, pero que hoy en día se consume en todo el país dada su gran capacidad antioxidante. Probamos también el ají amarillo, que es uno de los numerosos tipos de chile que se pueden encontrar en Perú; en este caso venía en sobres como los de Kétchup. Pagamos en total 49 soles por desayunar.

 Paseamos por una calle peatonal hasta la PLAZA DE ARMAS, en donde hicimos unas cuantas fotos. En ella Francisco Pizarra fundó la ciudad, el 18 de enero de 1535, y está rodeada por la Casa del Gobierno, la Catedral, el Palacio Arzobispal, el Palacio Municipal de Lima, etc. Aquí está la opinión de la Plaza en Tripadvisor de la Plaza de Armas. Nos encontramos con una excursión de niños que nos empezaron a hablar inglés y cuando les contesté en español me empezaron a dar besos y abrazos. Pelayo me hizo una foto con todos ellos, eran muy simpáticos.
Estando allí nos coincidió el cambio de guardia de la CASA DEL GOBIERNO. Este edificio, de estilo neobarroco, es la sede del poder ejecutivo y residencia oficial del Presidente del país. A continuación realizamos la visita guiada del convento de SANTO DOMINGO (7 soles Pelayo y la mitad yo por tener tarjeta de la Universidad de Salamanca). En realidad es un conjunto de edificios religiosos que ha sido restaurado varias veces por culpa de los terremotos. El templo data de cuando se fundó la ciudad de Lima y terminó de construirse unos 50 años después, sobre finales del siglo XVI.
Vistas desde el Convento de Santo Domingo
 
Lo primero que visitamos fue el campanario, que tiene varias plantas y desde donde hay buenas vistas de la ciudad (tiene 45 metros de alto) y del río Rimac. Llama la atención el barrio de San Cristóbal por la gran cruz que tiene en lo alto de la colina, y que al parecer es similar a un conjunto de favelas; de hecho vimos anuncios de alguna excursión organizada que te lleva de visita por la zona. Los tejados de las ciudades están abarrotados de polvo y es que en la ciudad llueve muy de vez en cuando.
Posteriormente un guía muy preparado inició la visita en una sala de recibimiento, cuyo impresionante techo, de estilo mudéjar, estaba formado por 3.000 piezas a presión. Según nos contó aquí se compuso la melodía del himno nacional de Perú. El claustro está adornado con coloridas baldosas de Sevilla y tiene un bonito jardín con fuente. En la iglesia vimos un coro de madera de cedro de Nicaragua que se considera la sillería más antigua del país.
La Biblioteca era muy bonita y especial, contando con unos 25.000 volúmenes, algunos incunables. También vimos la capilla de San Martín de Porres, el primer santo negro de América, detrás de la cual estaba su propia habitación. Finalmente la tumba de Santa Rosa de Lima, la primera santa de América, por la que se tiene mucha devoción en el país. Aquí podéis leer la opinión en Tripadvisor del Convento de Santo Domingo.
Nos dimos cuenta que el convento que tenía las catacumbas no era éste, sino el de SAN FRANCISCO así que fuimos hasta allí, pues no estaba lejos. La entrada volvió a ser 7/3’5 soles y también era guiada. Se visita la portería, la sala capitular (en donde se firmó el Acta de Independencia), el claustro (también con azulejos sevillanos), las catacumbas, la biblioteca, etc. Cuentan además con varios lienzos atribuidos al taller de Francisco de Zurbarán. Sin embargo me pareció que lo mejor de la visita son las catacumbas, que fueron antiguo cementerio durante la época colonial y estuvieron en funcionamiento hasta 1810. Se calcula que llegó a albergar hasta 25.000 personas. Hay numerosas salas con huesos clasificados por tipos e incluso en disposiciones artísticas. No se podían sacar fotos pero nos saltamos la norma e hice un par.  Pinchando aquí podréis ver la crítica en Tripadvisor del Convento de San Francisco.
Catacumbas de San Franciso
 
Tras las visitas comimos en un restaurante llamado DON JUAN, muy cerca de la Plaza de Armas, dado que nos lo había recomendado una chica muy amable de una oficina de turismo ese mismo día. Fue un gran acierto porque estaba todo excelente: de primero ceviche mixto (de pescado y marisco con choclo y maíz tostado) y lomo saltado de segundo (carne de res, patatas fritas y cebolla, acompañado por arroz blanco y huevo frito). Con esto nos llegó para los cuatro, pues las raciones son muy abundantes. Para beber tomamos dos jarras de cerveza cristal (total: 102 soles=25 euros). Aquí tenéis la crítica en Tripadvisor del Restaurante Don Juan. tengo que decir que éste fue el lomo saltado más rico que comimos durante el viaje.
Comida en el restaurante Don Juan
 
Tras el almuerzo vimos el MUSEO DE LA GASTRONOMÍA (3 soles Pelayo y 2 soles yo). Allí se puede conocer la historia de la cocina del país, con su infinidad de platos y productos (carnes, pescados, quinoa, gusanos, postres, bebidas, etc.). Borja y Bea estaban cansados y se fueron a tomar un café al Donkin Donuts que había justo enfrente del museo. A continuación caminamos hasta el MERCADO CENTRAL, en donde había pescados, mariscos, verduras, frutas, legumbres, especias, etc. Es bastante grande, con dos plantas, pero con pasillos muy estrechos. Volvimos para el hotel, pues Borja había quedado allí con su amigo Marcos, que vive en Lima desde hace unos años. A los pocos minutos de entrar en la habitación apareció Marcos y, a pesar de que Borja y Bea no tenían muchas ganas, nos llevó a dar una vuelta (pues el taxi en el que venía él nos esperaba abajo).
Primero fuimos a buscar a la novia de marcos a la salida del, una chica peruana encantadora que se llamaba Cecilia. Trabaja en el MUSEO DE ARTE MODERNO, que había abierto sus puertas hacía poco tiempo. Luego dimos un paseo por la costa, admirando las casonas que hay en el barrio de BARRANCO, el más bohemio de la ciudad. Además se veían todas las casitas iluminadas a lo largo de la costa, una cocada.
Llegamos finalmente al famoso PUENTE DE LOS SUSPIROS, que se construyó en el siglo XIX para unir los extremos de la quebrada y permitir el paso entre las calles Ayacucho y Ermita. Ahora ya no corre el agua por debajo pero sigue siendo un lugar especial para las parejas, inspiración para escritores y compositores. Fue destruido, junto con el barrio de Barranco, por el paso del ejército durante la Guerra del Pacífico, pero se volvió a reconstruir en 1881. Se dice que la primera vez que se cruza con el enamorado/a hay que darse un beso y pedir un deseo. Antes el camino que bajaba era usado por los pescadores para bajar a la playa pero hoy en día está lleno de bares y restaurante con muchísimo encanto.
Restaurante Javier en Barranco
 
 Bajamos por la cuesta hasta el RESTAURANTE JAVIER, que era conocido por Marcos y Cecilia. Nos sentamos en la terraza y al poco tiempo apareció otro amigo español de Marcos, que también era de La Coruña (Rubén), como Borja y yo. Pedimos una parrillada de carnes que llevaba churrasco, pollo, salchichas, pancitas (que son trozos de tripa, a mí no me agradaron mucho), anticuchos (pinchos morunos de carne de corazón de res en adobo) y una parihuela (sopa/chupe de marisco y pescado con cilantro) que estaba muy buena (Total=150 soles, 40 euros). Aquí tenéis la crítica en Tripadvisor del restaurante. Tras la cena nos acompañaron a coger un taxi que nos dejó en el hotel (13 soles). Yo dormí todo el camino, pues estaba muy cansada. Al llegar al hotel fui directa para la cama, pues a pesar de que eran aún las 22 horas, el día había sido largo.

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