MARTES 15 OCTUBRE 2019
Amanecimos en Fresno sobre las 8 y desayunamos en la cocina de la casa de Kevin, donde no nos encontramos con nadie más; intuimos que todos los habitantes se encontraban ya en sus respectivos trabajos. Para ese día habíamos acordado una visita con el enólogo de la Bodega Kings River, pues elaboraban vino con varias variedades, entre ellas Albariño. Como vivimos en Rías Baixas es una uva a la que estamos muy acostumbrados y queríamos ver cómo se comportaba en California.
Yo me encargué de escribirles un email, al que rápidamente contestaron y organizamos una cita para los días que íbamos a estar en Fresno, en pleno Valle de San Joaquín. Como ya comenté anteriormente, es una zona conocida por sus cultivos de uva, algodón, melocotón, ciruela, almendra, cítricos, higos, etc.
Alucinamos con los gigantes cultivos que había a las afueras de Fresno, de hecho hay un Fruit Trail con su correspondiente mapa, que entregan en las oficinas de turismo, que recorre granjas, bodegas, mercados y huertas que se pueden visitar. Incluye un calendario de las fiestas locales más importantes como cosechas, festivales de flores, conciertos, etc.
Cuando llegamos a Kings River Winery ya nos esperaba Alan, el winemaker. Nos explicó que la granja en la que se encuentra la bodega pertenecía a Bob Bagdasarian, quien nació y creció en la misma. La familia de Bob, como es habitual en la zona, cultivaba frutales desde hacía varias generaciones.
En 2012 decidió dedicarse al vino, su pasión, plantando doce variedades diferentes: Sauvignon Blanc, Moscatel de Alejandría, Primitivo, Cabernet Franc, Petite Syrah, Cabernet Sauvignon, Albriño, Tempranillo, Teroldego, Barberá, Alicante Bouschet y Syrah. Podéis saber más sobre esta bodega pinchando aquí.
Alan nos explicó cómo escogieron de entre todas las variedades del mundo las que supuestamente se adaptarían mejor a la zona y clima, cómo cultivaron los 40 acres de terreno, etc. Alan había seguido estudios de Agronomía en una escuela cercana y tenía muy claro cómo hay que elaborar un vino correcto y rentable. Nos pareció que la filosofía de negocio y el modo de ver la producción de vino se parecía más al de una fábrica, no es tan romántica como la idea que tenemos en Europa…
Nos enteramos de que allí las bodegas organizan todos los fines de semana numerosas actividades lúdicas: conciertos, comidas, excursiones, talleres, etc., con el fin de hacer llegar el vino a todos los públicos. Además cada bodega tiene su club de socios con los que organiza eventos privados y numerosas catas gratuitas. Vamos, que lo tienen muy bien montado, tanto de cara al turismo como al consumo local de vino.
Tras la visita por las viñas y bodegas pasamos al bar a catar algunos de los vinos: Albariño 2014, 2015 y Reserva 2015, Rosado del Rey 2018 elaborado con Barberá, Zinfandel 2015 y Cabernet Sauvignon 2015. El Albariño nos gustó pero era muy diferente a lo que estamos acostumbrados a beber en Rías Baixas. Por cierto, el precio medio de cada botella era de 23$.
Tras despedirnos de Alan y agradecer su amabilidad, nos dirigimos a Simonian Farms, un lugar un tanto curioso. Fuera del edificio hay una exposición de objetos antiguos de todo tipo: maquinaria agrícola, carteles, bicis, juguetes, etc. Hay una parte de juegos para niños, una pequeña torre, etc.
En el exterior había una rodaja del tronco de una Sequoia de 1600 años de edad, en el que venían marcados diferentes momentos de la historia: Gran plaga de Londres (1665), descubrimiento de América (1492), hoguera en la que prendieron fuego a Juana de Arco (1431), etc. Me da mucha rabia no haber hecho mejores fotos de las placas con las fechas señaladas…
En el interior, que no es muy grande, hay fruta gratis para probar y toda una serie de productos en venta: frutos secos, golosinas, platano frito, fruta deshidratada, fruta bañada en chocolate, etc., además de más objetos curiosos expuestos.
Nosotros compramos una bolsa de plátano frito y una de fruta con chocolate por 7’89$, que resultaron estar riquísimos. Al salir cogimos algo de fruta gratis para probar: uvas y melocotones, muy sabrosos. Podéis consultar su web pinchando aquí. Al salir nos dimos una vuelta por el exterior del edificio y encontramos una serie de carteles preciosos, así como unos graffitis muy chulos.
Buscamos entonces un lugar para comer, decantándonos por un restaurante mejicano en Fresno que nos había recomendado Kevin, Castillo’s.
Al poco de entrar nos asignaron una mesa, pues el local es grande pero estaba muy lleno (eso sí, con mucho movimiento). En cuanto nos sentamos nos pusieron nachos con una riquísima salsa de tomate, cortesía de la casa. Tras pedir recomendación a la camarera pedimos los siguientes platos:
-aperitivo de la casa: en todas las mesas hay nachos con una riquísima salsa de tomate, cortesía de la casa
-chimichanga para Pelayo
-combo de taco, enchilada y tamal para mí
La comida resultó estar deliciosa y el servicio muy amable, ademas de hablar español. Pagamos por todo, incluyendo dos cervezas, una soda y 5$ de propina, 33’61$. Las raciones son muy abundantes, hay que ir con hambre para terminarlas (de hecho ni se nos ocurrió pedir nada de primero para compartir). Nos quedamos alucinados de cómo comía la gente de las mesas, pues alguno se comió dos platos, algo que nos pareció imposible (los que nos conocen saben que Pelayo y yo somos de muy buen diente).
Tras la comida nos dirigimos a Gibson Farm Market, un local en el que los estudiantes universitarios venden una serie de productos elaborados, procesados y empaquetados por ellos mismos. Se pueden encontrar, según la temporada, frutos secos, vino, queso, carne, embutido, vegetales, helados, etc. Además organizan fiestas y ferias con productos de temporada (en ese momento la calabaza era la reina de la zona). Sin embargo no nos pareció especialmente barato…
Echamos un vistazo por la tienda, alucinando con algunas botellas de vino, y marchamos. Nos dirigimos entonces al gran Woodward Park con el fin de visita el Jardín Japonés que alberga en su interior. Aparcamos en un centro comercial cercano, en donde Kevin nos había aconsejado dejar el coche para no tener problemas, y caminamos hacia la entrada del jardín.
El camino era un secarral, con gente de paseo, perros, cientos de ardillas, columpios para niños, etc. Cuando por fin llegamos al Jardín Japonés (también llamado Shin Zen), tras caminar al solajero un rato, ¡¡resulta que estaba cerrado!! El cartel informativo de la entrada recogía el horario de apertura: de Miércoles a Domingo de 10-17 y como era martes, no habíamos llegado por un día… Total, que nuestro gozo en un pozo y vuelta al parking bajo el sol de Fresno.
Nos dirigimos al Downton, por ver como era el centro de la ciudad, pero no nos pareció un sitio que mereciese demasiado la pena. Aparcamos el coche en la calle y dimos una pequeña vuelta. Había algún que otro edificio bonito pero apenas ningún negocio abierto y muy poca gente por la calle (mayormente vagabundos y/o gente con muy mala pinta). Nos dio cierta fianza No sé si era por la hora, la zona o qué, pero no nos gustó el ambiente; si queréis verlo, os aconsejo que sea en coche y no aparquéis salvo que lo veáis claro.
Tiramos hacia Tower District, un barrio Vintage con unas calles centrales bonitas. Al parecer por la noche hay mucho ambiente, con discotecas y bares, pero nosotros al ir un martes de tarde lo que hicimos fue tomar algo.
Encontramos un pequeño parking gratuito en un lateral, para clientes de las tiendas cercanas, así que allí dejamos el coche (pues en la avenida principal había parquímetros). Justo en la esquina había un bonito local con una enredadera llamado Revue así que decidimos sentarnos en su terraza y tomar un café mocha con hielo y un té (11$). Estuvimos un rato viendo el personal que pasaba por la calle, muy variopinto. Podéis ver qué negocios hay en el barrio pinchando aquí.
Al rato volvimos a la casa de Kevin, con quien nos encontramos en el salón. Estuvimos tomando cerveza y charlando con él sobre mil cosas, entre ellas la visita a Yosemite. Como ya mencioné anteriormente, él hace visitas guiadas a este Parque Nacional, por lo que nos dio una serie de consejos muy útiles que ya os contaré.
También nos dio recomendaciones para San Francisco, ciudad que visitaríamos más tarde, y Los Ángeles (donde cogeríamos el vuelo de vuelta a España el último día). Luego cenamos algo del Walmart, acompañado por cerveza Blue Moon (me encanta, no dejéis de probarla) y para la cama.
KILÓMETROS RECORRIDOS HOY: 150 Km
KILÓMETROS TOTALES: 3750 Km
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