DÍA 17, MIÉRCOLES 2 NOVIEMBRE 2016
Nos levantamos sobre las 8 y cuando abrimos la ventana nos maravilló la vista del río que había desde el cuarto, pues ayer como ya subimos de noche no se apreciaba bien. Nos pusimos las yukatas y bajamos al comedor a desayunar, pues estaba incluido en el precio de la habitación. Eso sí, el horario era reducido, de 8 a 9 nada más.
Una vez en el comedor se extrañaron un poco de ver a dos occidentales con la yukata, pero les hizo finalmente gracia. De hecho éramos los únicos, junto con otro señor mayor japonés, que íbamos así vestidos.
Nos sentaron en la mesa que llevaba el número de nuestra habitación, que estaba al lado de la cristalera y nos trajeron el mismo menú que a todo el mundo:
-pescado (chicharro)
-encurtidos de algas, nabo, etc.
-un huevo poco hecho (yo me comí los dos, pues a Pela no le gustan así)
-frito de cangrejo
-anko (habas fermentadas y pegajosas)
-ensaladilla
-yuba rellena
-una seta enorme
-alga nori secadora-arroz blanco
-sopa
Todo venía muy bien presentado y estaba rico. Para beber nos sirvieron agua y té. Tras el desayuno subimos al cuarto a prepararnos, pues la hora de salida eran las 10, pero como yo acabé pronto me di un baño rápido en el onsen antes de entregar la llave. Habíamos pensado en volver a Tokio y aprovechar para ver algo más allí antes de partir a España al día siguiente.
Entregamos las llaves y cogimos el primer bus que pasó por delante del hotel en dirección a Hakone-Yumoto. Una vez en la estación cambiamos dinero (1€>108’1€) y cogimos el primer tren que salió en dirección a Odawara. Una vez allí, en cuanto bajamos del tren, vimos que en el andén de al lado había un tren con destino a SHINJUKU así que nos subimos sin comprar billete ni nada (pues con el Hakone Free Pass está incluido el tren sólo hasta Odawara).
A los pocos segundos el tren arrancó y durante el viaje no pasó ningún revisor al que comprar el billete o preguntar. Tampoco podíamos usar el Japan Rail, pues ya se había terminado el período de uso el día anterior. Al llegar a Shinjuku metimos en los tornos el Hakone Free Pass y la máquina emitió una luz roja pero el torno se abrió igualmente así que salimos del recinto de andenes. Había un guardia en una ventanilla pero estaba atendiendo a varios pasajeros así que no se dio ni cuenta por lo que tiramos para adelante.
De camino al hotel, que estaba muy cerca de la parada de Shinjuku, vimos un BIC CAMERA así que entramos a comprar un palo selfie, pues el nuestro había dejado de funcionar. Después de mirar un rato por la tienda nos llevamos uno que costaba 2678Y/24€. Nunca habíamos usado el palo en nuestros viajes (iba en la maleta pero al final nunca salía de ella) y esta vez Pelayo se enganchó a hacer fotos con él como un loco.
Estábamos pagando el palo cuando se nos acercó un chico que hablaba español con acento uruguayo y estuvimos hablando con él un rato. Resulta que se llamaba Esteve y era belga pero hablaba perfectamente español porque había estado viviendo una temporada en Sudamérica. Había ido a Japón a un congreso de cirugía plástica, pues vendía material para las operaciones, y había aprovechado para pasar unos días en el país. Le recomendamos unos cuantos sitios para visitar y luego nos pidió el favor de comprarle un bono de metro de 48 horas, pues era obligatorio enseñar el pasaporte y se lo había dejado en el hotel. La verdad es que nos dio una gran idea, pues así aprovechamos para comprar dos billetes de 24 horas para nosotros y uno de 48 horas para él, pues se pueden coger más de uno por persona. Los nuestros fueron 2x800Y=1600Y/14’5€. Los bonos de metro nos parecieron una estupenda opción para movernos por Tokio, al haber expirado ya el Japan Rail. No sabemos donde más se pueden comprar, pero sí en BIC CAMERA.
Tras una amena conversación nos despedimos de él y continuamos el camino hasta nuestro hotel, el APA HOTEL SHINJUKU KABUKICHO TOWER. Llegamos al hotel sobre las 13 y la verdad es que el hall tenía muy buena pinta y estaba en el centro del animado barrio de Shinjuku.
Como no nos daban el cuarto hasta las 15 horas dejamos las maletas en recepción y nos dirigimos al MERCADO DE TSUKIJI, tomando la línea de metro OEDO (parada TSUKIJISHIJO). Allí compramos una piedra de afilar en la tienda en donde ya habíamos cogido los cuchillos, MASAMOTO, pues Pelayo no encontró ninguna más barata y mejor para los cuchillos que llevábamos. Pagamos 1800Y/16’4€ por ella.
Aprovechamos para volver a comer sushi en uno de los puestos de las calles de alrededor. En el que estuvimos la otra ocasión no había sitio así que nos decantamos por otro en el que había sentados principalmente japoneses. Tenía un pequeño comedor en el interior que estaba lleno (todos hombres de traje), y unas cuantas sillas fuera, que fue donde nos sentamos nosotros. Pedimos lo siguiente:
-Bonito a la parrilla
-Combinado de sashimis con arroz
-Dos sopas miso
Para beber agua y té, pagando por todo 2900Y/26€, lo que nos pareció una ganga, además de rico.
Volvimos al hotel y ya nos entregaron las llaves de la habitación junto con un spray antironquidos, estos japoneses no dejan de sorprendernos…
El cuarto era muy pequeñito pero moderno y muy chulo. De haberlo sabido igual hubiésemos reservado este hotel a la ida, pues a pesar de que era un poco más caro, estaba aún mejor comunicado que el otro. El cuarto estaba en la planta 20, desde donde había buenas vistas de la ciudad. Además en la última planta (28) había un pequeño onsen. Por cierto, el pago de la habitación se hace en unas máquinas que hay en el hall, al igual que el check out, no hay ni que pasar por el mostrador. Pagamos 11.000Y/100€ por una noche.
Dejamos las maletas en el cuarto y volvimos a la calle. En este barrio hay vida a todas horas y te puedes encontrar numerosos locales de todo tipo, gente disfrazada, a Godzilla en lo alto de un edificio (se veía fenomenal desde nuestro hotel), etc.
Fuimos a merendar al KRISPY KREME, un sitio del que habíamos visto buenas críticas y al parecer típico entre los japoneses que les gusta ver pasar los trenes. Tomamos un par de donuts (uno de green tea y el otro relleno) y dos cafés, pagando 1180Y/10’7€, sin embargo nos pareció otra cadena más de comida rápida, sin ningún interés.
Luego entramos en el centro comercial KEIO y compramos una crema de avena para la cara, como regalo para mi suegra (1680Y/15€). La caja en la que va la crema se puede escoger, tienen bastantes modelos, todos muy chulos. En el supermercado de estos almacenes conseguimos finalmente una raíz de wasabi que quería llevar Pelayo para España (1080Y/10€). Caminamos hasta el callejón de YOKOCHO, que es extremadamente estrecho y lleno de locales para cenar, pero por lo que leímos no en todos aceptan turistas. Estaban repletos y había mucho humo de tabaco así que no nos apeteció entrar en ninguno.
También paseamos por el GOLDEN GAI, un barrio que está en la zona de Shinjuku que está llena de pequeños locales, principalmente para tomar una copa. Prácticamente todos cobraban por asiento entre 500-1000Y.
Decidimos cenar en un yakiniku koreano llamado KUDARA que había en esta zona, con el fin pasar la última noche en Japón a lo grande.
Nos sentaron en un pequeño apartado con otra pareja (pero cada uno en su mesa) y nos trajeron la carta. Esto fue lo que pedimos:
-Ensalada de tofu
-3 tipos distintos de carne de wagyu (100 gramos cada ración)
-2 cervezas
La idea era probar algo de carne japonesa de raza certificada y pedimos primero dos tipos distintos, como nos gustó tanto pedimos una tercera ración. La cantidad que viene en cada plato son 100 gramos pero al ser muy grasa llena bastante. Eso sí, no ponían ni un mísero acompañamiento o guarnición. En el yakiniku se va haciendo la carne al gusto en una parrilla que hay en el centro de la mesa. Tengo que decir que los camareros fueron bastante secos… Pagamos 11005Y/100€ pero había que probarla una vez en la vida.
Tras la cena pasamos por el Family Mart que había enfrente del hotel y compramos dos botellas pequeñas de sake de la destilería que habíamos visitado en Kyoto, para regalarle una a mi madre y otra a Iñaki. También cogimos una botella pequeña de whiskey de Suntory para tomarnos en el cuarto, a modo de despedida de Japón, y unos dulces de postre (3473Y/31’5€). Más tarde nos arrepentimos y bajé a por otra botella más de sake para nosotros, para llevar a España (1000Y/9€), mientras Pela subía a la planta 28, en donde había una máquina de hielo. Después del postre y bebidas nos fuimos a la cama, que era comodísima, a pesar de no ser muy grande.
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