Durante nuestra visita a Ribeira Sacra, a principios de 2020, tuvimos la suerte de visitar la Bodega de Dominio do Bibei gracias a Nacho Costoya. La cita con él era a las 10:30 en un espectacular punto desde donde se divisa una gran parte del viñedo de Dominio de Bibei. Nacho nos explicó que la bodega data de 2002, construida por deseo de una pareja amante del vino, Javier y María.
Debido al habitual minifundio gallego, necesitaron más de 700 escrituras para conseguir las 140 Ha que poseen actualmente (algunas tuvieron que ser adquiridas hasta tres veces). Las fincas presentan una altitud de entre 200 y 750 metros de altitud, salpicadas por alguna pequeña zona vallada que no consiguieron adquirir (otra típica costumbre de Galicia).
También se aprecian numerosos lagares, pues antiguamente los agricultores de la zona pasaban temporadas en las viñas, muy aisladas, montañosas y de difícil acceso.
Los terrenos se encuentran en el Valle del río Bibei, lo cual presenta ventajas por un lado (brisa, la humedad seca rápidamente) pero también inconvenientes (gran diferencia de temperatura entre el verano y el invierno).
El proyecto fue inicialmente liderado por los conocidos enólogos René Barbier y Sara Pérez, quienes decidieron qué patrones se plantarían. Continuaron el trabajo Gutier Seijo y Laura Lorenzo, para actualmente comandar al equipo Paula Fernández (quien trabajó previamente en Lusco, Dominio de Tares, Rafa Palacios). La idea principal es expresar el terruño, de hecho se hacen numerosas vinificaciones en función de la zona donde se encuentra la finca, su orientación y la variedad de uva.
Siguen los preceptos de la agricultura orgánica, no utilizan productos sistémicos y trabajan en gravedad. Estas cuestiones se siguen por convicción, y por tanto no se ha tramitado ningún certificado. Se valen por tanto de preparaciones a base de cola de caballo, ortiga, valeriana, cobre, etc. Priman los trabajos de prevención en viña con el fin de evitar los de curación. Pudimos comprobar cómo nacía hierba en el suelo las viñas, buena señal.
Ali, capataz y exbombero en Rumanía, se encargó de hablarnos del trabajo en el campo. Es quizás una de las personas que mejor conocen las viñas de la Ribeira Sacra, pues desde hace años planta y cuida fincas de muchos productores.
Nos aclaró que Dominio do Bibei cultiva principalmente Mencía, Brancellao, Sousón, Mouratón, Caíño, Gran Negro en tintas, así como Godello, Albariño y Dona Branca en blancas. La mayoría son cepas que cuentan con 12-15 años de antigüedad, pero también poseen algunas centenarias. Nos explicó que los sistemas son en espaldera y en vaso (las más antiguas), además de cómo podan y los ciclos de cada variedad; fue una charla realmente interesante. Por cierto, la producción de vino se elabora principalmente con uva propia, a excepción de una pequeña parte que adquieren a la bodega A Corga.
Elaboran sobre 120.000 botellas al año, disponiendo de nueve personas contratadas para labores en el campo y seis en bodega. Para la vendimia suelen disponer de cuarenta, las cuales recogen uvas en cajas de 8 kg. Algunos viñedos poseen un 80% de pendiente, lo que dificulta el proceso.
El edificio que alberga la bodega es moderno y funcional. Cuenta con varios bloques individuales mimetizados en el ambiente mediante soterramiento en la montaña. Unidos por una escalera exterior, cada uno tiene su función y, al estar en cuesta, facilita los trabajos en gravedad. Utilizan diversos materiales para elaborar, trasegar y criar el vino: barricas de varios tamaños, fudres de madera, huevos, depósitos de hormigón, inox (sólo para trasegar, estabilizar y embotellar), etc.
La visita por la bodega comenzó en la parte alta, topándonos con las siguientes partes a medida que descendimos por la loma:
-Zona de procesado: se recibe la uva por parcelas y secciones, se pesa y se deja en cámaras de frío (5ºC) en donde permanecen durante 24 horas. Aquí se despalilla de manera no agresiva con el fin de dejar el grano entero, y se selecciona en una mesa. Prensa neumática. Se vierten por unas compuertas que hay en el suelo, cayendo a los depósitos troncocónicos de madera. Disponen de unos 40 de 1200, 2400 y 4000 litros.
Aquí se encuentra le laboratorio también, donde pudimos ver un Analizador bioquímico.
-Zona de fermentación: se realiza una prefermentación de 1-2 días a 10-12ºC en los depósitos troncocónicos y se deja fermentar (alrededor de 20 días), aplicándole un bazuqueo suave. En estos troncocónicos de roble francés se realiza también la crianza. También disponen en esta zona de depósitos de hormigón de 15.000 litros, construidos de modo que se aprovechasen los pilares de carga. Se utilizan principalmente para homogeneizar el contenido de los troncocónicos.
-Salas de barricas: separadas en zona de fermentación maloláctica y zona de crianza. Crianza en barricas separadas de 300, 500 y 600 litros de diferentes orígenes, en salas con luz tenue. Renuevan el 10% de las barricas al año, pues no quieren que aporte demasiado al vino.
A la derecha están los tintos y a la izquierda los blancos; se observa que el edificio de blancos tiene en su tejado cabida para más agua, pues al parecer, esta balsa que se forma, sirve para luchar contra el calor estival.
En la zona de blancos había barricas de la prestigiosa marca austríaca Stockinger, de 2400 litros. Por cierto, los vinos blancos de la bodega no hacen maloláctica.
También disponen de más de 15 huevos de hormigón desde 2005, marca Nomblot (cada uno de 800 litros). En ellos se trabaja con lías, pues al no existir aristas, éstas se mantienen en suspensión durante 10-12 horas. Algunos de estos huevos fueron los primeros que llegaron a España, decisión que tomaron en su momento René y Sara. Se introduce en su interior gas inerte con el fin de evitar oxidaciones, por eso en la foto se ven piedras en la parte superior de cada recipiente.
En esta sala había también una vasija italiana de arcilla, pero todavía no han hecho pruebas con ella. Llegamos finalmente a la edificación más baja de la colina, desde cuyo techo hay unas impresionantes vistas del valle.
-Botellero, logística y sala de catas: aquí se encuentra la oficina, almacén de botellas, etiquetadora, sala de catas, etc. En el botellero particular se guardan 100 botellas de cada vino para comprobar su evolución. Una vez que se embotella el vino se guarda una media de 18 meses en bodega.
Antes de pasar a la Sala de Catas Nacho nos explicó el origen de los nombres de cada vinos. Se escogieron para que fuese sencillo de pronunciar en cualquier idioma:
–Lalala: el primero de la serie. En la cápsula hay una cruz que representa a la Ribeira Sacra; si separamos la cruz en cuatro partes saldrían cuatro letras L, cogiendo tres de ellas saldría el nombre de Lalala.
–Lacima: hace alusión a la cima en la que se encuentra la bodega
–Lapena: por Pena Grande
–Lalume: es el que elaboran en Ribeiro, haciendo alusión al fuego en gallego
Una vez en la Sala de Catas, y teniendo en cuenta que la última añada embotellada es 2017 (2018 está en crianza y 2019 en maloláctica), tuvimos oportunidad de probar las siguientes referencias:
-Refugallo 2014 blanco: vino que se obtiene del prensado del hollejo, elaborado a base de Godello, Albariño y Dona Branca. Agradable sorpresa, pues está buenísimo.
-Lalume 2017: elabordo con Treixadura en Ribeiro.
-Lapola 2014: ácido, vivo, no parece de 2014.
–Refugallo 2014 tinto: amargo, recio, quizás el que menos me gustó.
-Lalama 2013: sorprende por su frescura.
-Lacima 2013: elaborado con Mencía y Brancellao, muy amable.
-Dominio do Bibei 2015: elaborado con Brancellao (que aporta toques exóticos) y Mouratón, excelente, buena añada.
La bodega busca vinos longevos, sin aristas ni astringencias, amables, para disfrutar, y la verdad es que lo consiguen.
Tras la visita acudimos a nuestro querido Hostal La Viuda, en Trives, pues Nacho había reservado en su restaurante un riquísimo cocido para todo el grupo. He de confesar que dimos buena cuenta de él, rematando esta genial jornada entre amigos.
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