JUEVES 23 MAYO 2019
Amanecimos en Sibiu sobre las 10, nos duchamos y cuando estuvimos listos dejamos las llaves del apartamento en el buzón, como habíamos acordado con los dueños. Os dejo aquí una foto de día del edificio, para que veáis que el exterior nada tiene que ver con el interior.
Dejamos entonces las maletas en el maletero del coche y nos fuimos caminando hasta el centro de Sibiu, lo que nos llevó pocos minutos. Enseguida llegamos a la Plaza Grande, donde se encuentran algunos de los edificios más importantes y conocidos de la localidad.
Buscamos un local para desayunar, decantándonos por uno que se encuentra en la Plaza Pequeña, llamado Sigma, con terraza. Pedimos tres desayunos ingleses con café/té y zumo, un refresco y un café, pagando por todo 102’5 Leu/22€. El desayuno estaba bueno y el servicio fue atento, teniendo en cuenta que había bastante gente.
Tras el desayuno dimos un paseo por Sibiu, que nos encantó. De hecho fue Capital Europea de la Cultura hace más de diez años y su casco viejo es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Primero vimos el Puente de los Mentirosos, pues estaba justo al lado de la terraza en donde desayunamos. Cuenta la leyenda que el puente se caerá si al cruzarlo cuentas una mentira.
La ciudad está formada por dos partes, a la orilla del río Cibin: Ciudad Alta y Ciudad Baja. En la Ciudad Alta se concentran la mayor parte de los lugares de interés como la Plaza Grande, el Palacio Museo de Brukenthal, etc.
Llamaron nuestra atención las famosas ventanas de los tejados, que hace parecer que las casas tienen ojos. También una serie de pasadizos que desembocaban en patios interiores; entramos en uno para ver e incluso había vegetales plantados.
Tras el paseo recogimos el coche y pusimos rumbo a Sighișoara, otra de las localidades más conocidas de Transilvania, lo que nos llevó algo más de una hora debido al tráfico. En Rumanía sólo hay una autopista, las demás carreteras sólo tienen un carril por cada sentido, lo que colapsa el tráfico, pues hay muchísimos camiones. Lo que sí llama la atención es que hay doble guardarrail en todos los tramos, ideal para motoristas.
La ruta no fue tan bonita como el día anterior, de hecho atravesamos por algún que otro poblado que daba algo de miedito…
Una vez en Sighișoara dejamos el coche aparcado en los alrededores del casco histórico, pagando Daniel con el móvil (no recuerdo cuánto pero fue poco), justo al lado de la entrada que llaman Torre de los Sastres.
El casco histórico resulto ser otra preciosidad, con estrechas callejuelas, la Torre del Reloj, pasadizos de madera, etc., y es que fue una ciudad medieval fortificada (y actualmente Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO dado su buen estado de conservación).
Serpenteamos por los callejones, admirando las bonitas casas, un pasadizo de madera, las vistas de los tejados, las iglesias, etc. Salimos de la muralla para comer algo en un restaurante que conocían Daniel y Diana llamado La Perla en donde pedimos los siguientes platos:
-Gulash de cerdo para Daniel
-Guiso de cerdo con habas y rábano para Pelayo
-Pollo frito con patatas para Diana
-Gulahs de pollo con sour cream y polenta para mí
-Papanasi de postre, que son como buñuelos o donuts con mermelada por fuera
Como véis son en general platos muy tradicionales por lo que es un lugar ideal si queréis probar gastronomía típica rumana. Todo estaba muy bueno, pero me quedo con el plato de Daniel. Para beber pedimos:
–Corcova Syrah 2013, de la misma bodega que el de la noche anterior. En esta ocasión pagamos 70 Leu/16€ mientras que en Syndicat Gourmet, en Sibiu, habíamos pagado 95 Leu/20, lo que nos pareció un robo (eso sí, nos gustó más el de Syndicat Gourmet).
Pagamos por todo 273’5 Leu/58€ con bebidas incluidas (cerveza, agua y refrescos). A continuación nos dirigimos a la parte alta de la fortificación, a través de un pasillo de madera.
Al final nos esperaba un precioso cementerio alemán, puesto que el origen de la población es sajón. Me pareció un lugar con mucho encanto.
Volvimos entonces al coche y nos dirigimos de vuelta a Galați, lo que nos llevó una seis horas. Sólo paramos para comprar un pan de patata (12 Leu/2’5 ) y echar gasolina.
Tuvimos otra vez la enorme suerte de ver un oso pardo en libertad, esta vez de mayor tamaño. Probablemente buscaba comida en las papeleras de un área de descanso que nos topamos por el camino. Aquí podéis ver el vídeo.
Al llegar al apartamento de Daniel y Diana, teníamos una estupenda sopa de pollo con verduras que había hecho Dana esperándonos.
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